Perdónenme lo matapasión en el proclamado mes “top ventas” de chocolates, flores y hostales, pero quiero comenzar esta columna con un dato: las cuatro principales “razones” de maltratadores y asesinos de mujeres en el Peru, según las estadísticas del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, están relacionadas al “exceso de amor”. Celos, rechazo, abandono e infidelidad son las excusas más usadas por quienes alegan haber nublado su juicio por asuntos del corazón. Pero bien sabemos que estos patrones violentos no son ninguna sorpresa en el común de los casos. Se van manifestando durante la relación y en muchas ocasiones se normaliza el abuso.
“Yo no sabía que no estaba bien que me peguen”, decía Sara, una de las participantes del programa social Causa Mujer, de la ONG Ayuda en Acción, en una de las entrevistas que me tocó leer cuando trabajé para ellos una campaña de comunicación hace algún tiempo. Pero así como la educación o la falta de ella es una variable importante, es también una realidad que muchas mujeres en nuestro país aguantan al agresor porque no tienen independencia económica.
La violencia de este tipo en nuestro país es sumamente compleja y es imposible encontrar una sola forma de combatirla. Nancy Tolentino, directora del “Programa nacional para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres e integrantes del grupo familiar”, me contaba hace un tiempo sobre cómo el trabajo hace que una mujer que está condenada emocionalmente por su pareja a sentirse una inútil, recupere su autoestima, y cómo tener un ingreso económico la fortalece en ese dificilísimo camino de abandonar lo tóxico.
Mientras la escuchaba entusiasmada sobre el programa que dirige, llamado Aurora –que ha ayudado a más de 4.669 mujeres a insertarse y reinsertarse en el mundo laboral mientras son atendidas emocionalmente para dar ese paso hacia su independencia emocional–, pensaba en cómo ayudando a mujeres a ser económicamente activas e independientes, tenemos la oportunidad de contribuir, tanto personas como organizaciones.
Todos sabemos lo difícil que es meterse en lo que sucede entre una pareja y en cuatro paredes o, salvo que tengamos las herramientas y la llegada, contribuir en temas de educación para eliminar prácticas de violencia tan arraigadas en muchísimas zonas del Perú. Pero ayudar a la mujer a animarse y darse la oportunidad de tener una ocupación remunerada, ya sea emprendiendo desde su hogar o trabajando para alguna empresa, es algo en lo que podemos impactar.
Fue por eso que, independientemente de mi empresa, me animé a cofundar, junto a mi amiga Stephanie Byrd, Dress for Success Lima, una ONG presente en más de 100 ciudades del mundo que tiene como propósito contribuir con la autoconfianza de la mujer. Y si bien desde la palabra “dress” se alude a la ropa, en realidad es solo una excusa para darles a las mujeres una real contribución 360 a su autoconfianza. El programa está diseñado para darle a la mujer una tenida de ropa nueva, gratuita, con asesoría y respetando su individualidad, para que en esa primera entrevista de trabajo tenga la oportunidad de tener prendas que la hagan sentirse emocionalmente en igualdad de condiciones que otras candidatos y entre a una red de apoyo para cuidar sus finanzas, emociones, salud y competencia laboral.
A penas mi socia y yo lanzamos esta iniciativa, el efecto fue multiplicador: voluntarias, voluntarios, instituciones y diversas marcas que se han comprado el pleito real del empoderamiento femenino ya se sumaron y estamos próximos a lanzar el programa para atender a mil mujeres este año.
Sé bien que esta acción no solucionará el terrible problema que enfrentamos, pero sí que suma a esta cadena poderosa que tenemos que construir para las mujeres, entre hombres y mujeres, porque el problema no lo resolveremos marginando a los hombres de esto y autoproclamándonos el club de chicas. En este mes del amor y la amistad, regálate la posibilidad de hacer algo real desde tu espacio y con tus habilidades. Promovamos que más mujeres consigan su independencia económica a través del trabajo, comprémonos en serio el pleito y dejemos los ‘floros’ baratos de empoderamiento femenino sin una acción detrás. Y así contribuiremos en algo a que más personas dejen de comprar flores en estas épocas pero para el cementerio. //