Cada vez que alguien me pregunta sobre lugares especiales para celebrar cumpleaños o aniversarios (sobre todo lo último; siempre hay una cuota extra de romance cuando se trata de comida italiana), este es uno de los sitios que más recomiendo.
Hay que reconocerlo: la atención al detalle se siente en todo: desde los arcos y columnas en fachada e interior, hasta el menú de platos de estación, que llega salpicado de técnica y buenos ingredientes (estos días encuentra, por ejemplo, camarones al peperoncino o un cacciucco, una suerte de sudado con cachete de charela y mariscos).
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Este es un restaurante al que se viene a vivir una experiencia extraordinaria, fuera de lo habitual. Con ese punto de partida es que podemos hablar de la carta: todas las pastas –spaghetti, linguine y agnolotti, entre otras– se elaboran artesanalmente en un pequeño taller atrás de la cocina principal, al igual que las pizzas, cocinadas en un horno abierto en una de las terrazas del local (para esa categoría en específico podría visitar también Rossa Pizza Appassionata, prima hermana de Troppo).
Todo lo que se puede elaborar de cero, se elabora de cero. El resto, como quesos italianos o trufa blanca (pronto comienza la temporada), se trae de Italia. Hace poco más de un mes Troppo se coronó como el mejor restaurante italiano de la ciudad, según la guía gastronómica Summum, y parte de ese éxito probablemente se deba a lo viva que es su carta; excitante, colorida y en constante juego.
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Tal y como nos cuenta Rocío Madueño, empresaria gastronómica detrás del concepto, el camino inicial iba por ofrecer platos más clásicos, como un risotto a la milanesa con tuétano; hoy apuntan a que el producto se luzca más, especialmente cuando se trata de frutos del mar. Hay un trabajo serio y constante detrás, pero lo que llega a la mesa –cualquiera sea la preparación elegida– se siente cercano. Queda claro que en Troppo se habla un lenguaje universal: el de la buena comida.
Clásicos y digestivos
- Resulta casi imposible sentarse en esta mesa y prescindir de un aperitivo –idóneo el negroni blanco con gin, noilly prat, bitter luxardo bianco y naranja–, de un buen vino para acompañar los platos (al menos la mitad de la lista puede pedirse por copa, desde S/ 36) y de un digestivo italiano para cerrar la comida. Como corresponde.
- Justo después del postre y antes del café (nada como el espresso) es que se hacen necesarios los digestivos tradicionales. La variedad en Troppo es tentadora y compleja, al menos para satisfacer el antojo una vez. Hay desde Amaro Montenegro u Oporto Quinta do Noval, hasta Barolo Chinato Cocchi y, por supuesto, grappa.
Más información:
Dirección: Calle Los Libertadores 199, San Isidro.
Teléfono: 941-496527
Instagram: @troppolima
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