Cuando se empieza con un carpaccio de lomo fresco, coronado con alcaparras, queso parmesano, arúgula y el toque preciso de aceite de oliva, pocas cosas pueden salir mal. Es la hora de almuerzo en La Carreta y el restaurante está lleno, como suele ser habitual, especialmente en ese horario. En cada mesa se vive algo distinto: el tipo de pedido suele obedecer al tipo de visita (si es un grupo grande de compañeros de trabajo, si son unas cuantas personas para cerrar un negocio, si se trata de amigos reunidos para festejar un cumpleaños, etc.) y depende del tiempo del que se disponga. Sea lo que fuera lo que el comensal está buscando, en La Carreta probablemente lo tienen.
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