NORMA / 80 PÁGINAS
Un nuevo cadáver aparece: si en Tatuaje la víctima flotaba en la playa de Vilassar de Mar, en este nuevo caso del detective Pepe Carvalho el cuerpo es hallado al lado de las vías del tren de la localidad de Vich, en la Barcelona de 1977. Antonio Jaumá, un funcionario español de una influyente empresa estadounidense, ha sido asesinado de un tiro en la espalda. La segunda adaptación al cómic de la serie de novelas negras del escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán supone una nueva colaboración entre el guionista barcelonés Hernán Migoya y el dibujante mallorquín Bartolomé Seguí. El primero adapta con rigor y humor las desventuras de este detective vividor y sentimental, mientras que el ilustrador se inspira tanto en el actor Ben Gazzara como en Burt Reynolds para crear un Carvalho insobornable.
Para llevar con éxito la novela a la historieta, la clave está en la sutileza y el detalle. Diálogos múltiples, paralelismo entre lo que se dice y lo que se piensa, saltos en el tiempo y una edición de ritmo cinematográfico. Por su parte, el pincel de Seguí cava en la profundidad psicológica, aporta sombras sustantivas y enciende suaves luces en viñetas ricas en detalles. Quizás el mayor éxito a la hora de traducir la novela del autor catalán sea no centrarse en los callejones sin salida de la investigación, sino profundizar en las otras intenciones del desaparecido autor catalán: plasmar el paisaje social de una España con el régimen franquista de salida, con intrigas políticas a la orden del día y filiaciones ideológicas cada vez más enrevesadas. Un distante detective transita por un mundo poblado por personajes que aún defienden antiguos compromisos. Así, además de una novela de género, La soledad del manager es también la crónica de la transformación histórica de la política española, especialmente de la izquierda, a la que el autor, con característico desencanto, expone sus propios ridículos. //
EL AUTOR
Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939 - Bangkok, 2003) fue poeta, novelista, ensayista y periodista, considerado uno de los intelectuales indispensables para entender la España de la segunda mitad del siglo XX.
OTROS LIBROS
SI PUDIERA CAMBIARLOS
Anónimo japonés
Satori
Un funcionario de la corte en el Japón medieval tenía dos hijos, un niño, Otokogimi, y una niña, Himegimi. Ambos eran hermosos y muy parecidos. Mientras él poseía elegancia y refinamiento, ella rebosaba esplendor y vivacidad. Uno dibuja y juega con muñecas, la otra juega a la pelota y tira con el arco. A sus gustos cruzados empiezan a sumar vestimentas, desdibujando las diferencias entre géneros. Su padre, al ver que con estas elecciones sus hijos son felices, les deja vivir según su elección. Este relato de transgresión presenta a los dos primeros transexuales de la literatura japonesa. Una magnífica obra para analizar los roles de género en el período Heian.
EL EXORCISTA
William Peter Blatty
Penguin Random House
Reedición de bolsillo de una de las novelas que con mayor disciplina ha querido profundizar en la naturaleza de la maldad. Más allá de los conjuros célebres en la popular película, cuyo guion adaptó el propio autor, la novela profundiza en los terrores de una madre tras seguir los infructuosos tratamientos médicos y psiquiátricos de su pequeña hija, la crisis de fe del padre Karras, el sacerdote jesuita local y los laberintos de la psiquiatría que rematan en puertas cerradas y tenebrosas.
LIENZO
Fondo edit. Universidad de Lima
Como una bocanada de aire fresco llega la edición extraordinaria de la revista dedicada al ausente Julio Hevia. Una impecable selección de poesía, con autores como Julio Llerena, Diego Otero, José Carlos Yrigoyen y Bruno Polack, entre otros ex alumnos de la U. de Lima. “El Sonqo”, poema de Rocío Silva Santisteban, canto al perro chusco y libre, resulta especialmente conmovedor. Se celebra la apertura al cómic, en la pluma de Rocío Diestra y André Sal y Rosas. Súmase una entrevista homenaje de Jorge Eslava a Desiderio Blanco, ensayos de Óscar Quezada Macchiavelo, Fermín Cebrecos, Javier Protzel y Carlos López Degregori, y las sólidas composiciones en los retratos de Estefanía P. Lanfranco.