La música es su casa, su refugio, el lugar en el que se siente más cómodo y donde siempre quiere estar. A casi un año de su regreso con su quinto álbum en solitario, Christian Meier (Lima, 1970) presenta “He vuelto a casa”, un documental que explora su vida y sus más de 30 años de carrera artística. Sentado, en el mismo espacio donde comenzó su viaje a los 22 años, mira hacia atrás y se encuentra con el joven temeroso y dubitativo que solía ser. Con ternura y certeza, le susurra que mantenga la calma, que el viaje vale la pena y que lo que alguna vez soñó es solo un atisbo de lo que alcanzó.
La propuesta autobiográfica del cantautor nacional, producida de la mano de Altafonte, ofrece un vistazo íntimo a su vida, desde su infancia y primeros pasos en la música hasta sus inicios en la industria con su banda Arena Hash, y su posterior éxito como solista y actor internacional.
Filmado en Los Ángeles, California, el documental de 23 minutos presenta a Meier Zender contando su propia historia con una perspectiva fresca y conmovedora. A través de anécdotas inéditas y una colección de imágenes y videos de archivo nunca antes vistos, adentra al espectador en sus conciertos y sus sesiones en el estudio de grabación.
Narra, además, por primera vez y casi dos décadas después, el doloroso motivo detrás de su decisión de retirarse de los escenarios y de su carrera musical, poco después del lanzamiento de “Once noches”, su tercer álbum en solitario.
—¿Que te motivó a hablar de tu vida en este documental, que lleva el mismo nombre de tu quinto álbum?
Altafonte, la distribuidora que gestiona mi música, tiene una serie llamada Altafonte Originals, en la que producen documentales con algunos de los artistas de su catálogo. Ellos me hicieron la propuesta. Sentí que este era el momento adecuado. Regresar a la música después de 20 años es un evento significativo, y el hecho de que haya sido producido y dirigido por Andrea -mi maravillosa esposa- creó un ambiente amigable y me dio la confianza para contar mi historia sin temor a que sea distorsionada o tratada con morbo. Además, este proyecto permite desenredar una serie de mitos y leyendas, y saber cómo comenzaron ciertos eventos y las verdaderas razones detrás de sus finales.
—Hablemos de tus comienzos en la música. ¿Cómo te uniste a Arena Hash, una banda que te cambió la vida?
El 27 de octubre de 1987, Arturo y Patricio llamaron a mi puerta. Mi madre me avisó que había dos chicos raros que querían verme. Cuando salí, me encontré con las dos personas más raras que habían tocado mi puerta. Arturo, con su cabello largo, camiseta de Iron Maiden, aretes y un colmillo colgando de la oreja, además de un anillo en forma de calavera con serpientes en los ojos. Patricio, con un peinado digno de una portada de Soda Stereo, acababa de cumplir 17 años, mientras que Arturo, probablemente, tenía 18. Me dijeron que estaban buscando un tecladista para grabar un disco. Acepté, sin saber exactamente en qué me estaba metiendo [ríe]. Al día siguiente, conversamos Arturo, Patricio, Pedro y yo por teléfono, luego no los volví a ver hasta enero de 1988, cuando me llamaron para decirme que me esperaban para grabar los teclados del primer disco de Arena Hash, el cual llega a ser número uno y nos convertimos en, probablemente, la banda de rock más exitosa de ese momento.
—¿Por qué llegó a su fin en el punto más alto de su trayectoria?
Porque no logramos un consenso sobre el tercer disco. Pedro no quería que fuera como su primer álbum, “No existen técnicas para olvidar”. Propuse que hiciéramos una pausa hasta llegar a un acuerdo. En ese momento, ya había compuesto canciones como “Carreteras mojadas” y “Quédate”, y me di cuenta de que no quería compartirlas con el grupo. Sugerí que Pedro grabara su álbum como él deseaba y que cada uno de nosotros buscara lo que realmente nos llenara. Inicialmente, decidimos que sería una pausa de un par de años, pero tanto Pedro como yo sentimos que no había necesidad de volver. La idea de seguir en solitario nos parecía una forma de explorar más allá de lo que habíamos logrado con Arena Hash, y así no vimos razón para regresar.
—Inmediatamente después, comenzaste tu carrera en solitario y a la vez te adentraste en la actuación. ¿Qué te llevó a explorar esta nueva faceta?
Como cualquier joven de 23 años, necesitaba dinero para proyectos personales, como ir al cine, salir con una chica o grabar un disco. Encontré en la actuación una manera de financiar esos sueños.
—Después de lanzar cuatro discos como solista, “No me acuerdo quien fui” (1996), “Primero en mojarme” (1999), “Christian Meier” (2001) y “Once noches” (2002), ¿qué te llevó a dejar la música en 2003 cuando ya tenías un camino establecido?
En enero de ese año, algo ocurrió que cambió todo. Boris Wong, el bajista de mi banda que había estado conmigo durante toda mi carrera como solista, falleció en un accidente. Su pérdida fue devastadora; cada concierto se sentía incompleto sin él. Intentamos algunos reemplazos, pero la banda no sonaba igual. Decidí detener la maquinaria, que estaba desajustada para que me pase esta pena. Opté por hacer lo mismo que con Arena Hash diez años antes: parar, reestructurar y luego volver a juntarla.
—¿“Calígula” fue el primer proyecto en el que participaste como actor?
Antes de eso, hice de monstruo en “Watchers 3″ (1993), una película de Roger Corman, producida por Iguana Films en la selva. Aunque solo tenía dos o tres líneas, acepté el papel porque cada oportunidad era una forma de conseguir dinero para financiar mi música. Luego llegó “Calígula”.
—Después de lanzar cuatro discos como solista, “No me acuerdo quien fui” (1996), “Primero en mojarme” (1999), “Christian Meier” (2001) y “Once noches” (2002), ¿qué te llevó a dejar la música en el 2003 cuando ya tenías un camino establecido?
En enero de ese año, algo ocurrió que cambió todo. Boris Wong, el bajista de mi banda que había estado conmigo durante toda mi carrera como solista, falleció en un accidente. Su pérdida fue devastadora; cada concierto se sentía incompleto sin él, y el vacío en el escenario era evidente. Intentamos algunos reemplazos, pero la banda no sonaba igual. Decidí detener la maquinaria, que estaba desajustada para que me pase esta pena. Opté por hacer lo mismo que con Arena Hash diez años antes: parar, reestructurar y luego volver a juntarla.
—La reestructuración tardó 20 años. ¿Por qué esperaste tanto tiempo para reconectar con la música?
Me refugié en la actuación, y nunca imaginé que mi carrera en este campo despegaría tanto, convirtiéndose en una bola de nieve que no pude detener [alcanzó gran reconocimiento por sus roles protagónicos en novelas como “La tormenta”, “El Zorro: la espada y la rosa”, “Doña Bárbara”, entre otras]. Con el tiempo, la gente comenzó a conocerme solo como actor, olvidando que había hecho música desde los 17 años. Cuando llegó la pandemia y el mundo se detuvo, me encontré solo en casa, sin más herramientas que mi propio conocimiento. Empecé a escribir melodías, armé un pequeño estudio en casa y creé demos y maquetas. Al final de la pandemia, contacté a mi amigo productor en Los Ángeles, Germán Villacorta, y le dije: “Quiero volver a hacer música como antes”.
—¿Volviste a casa?
Así es. Por eso, a mi quinto álbum le puse “He vuelto a casa” (2023). La música me salvó la vida en más de una oportunidad, no concibo un mundo sin ella. Necesitaba volver a transmitir a través de la música mis sentimientos: el momento en el que había llegado la madurez, el haber encontrado la estabilidad personal, emocional, sentimental, una serie de metas, y querer contarlas otra vez.
Las mujeres de su vida
En el documental también hablas de tu madre, Gladys Zender, y del orgullo que sientes por ella. ¿Cómo impactó tu vida y tu crecimiento el hecho de ser hijo de una Miss Universo?
Siempre supe que mi madre había sido Miss Universo, pero no entendí su verdadero significado hasta que tenía 6 años. Al acompañarla al mercado, nos encontramos con Augusto Ferrando, quien, al verla, dejó lo que estaba haciendo para saludarla con una reverencia digna de la reina de Inglaterra. Fue en ese momento cuando comprendí lo especial que era ella.
—En este viaje de nuevos comienzos y oportunidades, también te diste una nueva oportunidad en el amor, al volver a casarte. ¿Cómo estás viviendo esa etapa?
Muy contento y realizado. Encontré en Andrea la complicidad necesaria para mi desarrollo artístico y el apoyo sentimental que necesitaba. Ella ha sido fundamental en el proceso de “He vuelto a casa”, ya que, como gran comunicadora, ha transmitido el mensaje de la manera en que realmente deseaba.