El asesinato es una prctica comn en las redes sociales. A Cerati lo mataron mil veces antes de que se nos fuera, con Chespirito ocurri lo mismo y das atrs un usuario de Facebook preguntaba si era cierta la muerte de Maluma, el reggaetonero que en unos das dar un concierto en Lima.
En la lista de asesinos virtuales, los periodistas ocupamos un lugar destacado. Son contados los que se escapan. Hace muy poco, dediqu unas sentidas palabras va Twitter en memoria de Julio Melndez, exquisito zaguero de la seleccin y Boca Juniors, tras subirme torpemente a la ola que anunciaba su muerte. No fui el nico en caer, pero eso no disculpa mi irresponsabilidad. El periodista espaol Miguel ngel Bastenier dice que es ms difcil hacer un buen tuit que un artculo. l tambin integra esta ignominiosa lista. Su vctima fue Jack Nicholson.
Cuando muri Michael Jackson, el 25 de junio del 2009, el portal TMZ anunci el hecho antes que cualquier otro medio en el mundo. Mientras la red arda con la noticia, los medios de comunicacin tradicionales mantenan un elocuente silencio. Ninguno se atreva a dar por sentado el deceso del Rey del Pop a partir de un anuncio lanzado por una pgina de Internet dedicada al espectculo, prdiga en chismes escandalosos y titulares chirriantes. Solo cuando Los Angeles Times verific el hecho, largusimos minutos despus, el resto de sitios de noticias lo sigui. TMZ hizo su trabajo, pero no le creyeron.
Para el colombiano Javier Daro Restrepo, un periodismo sin credibilidad es una casa en el aire. El descrdito que abate a la profesin no hay que achacrselo a Internet, es pura responsabilidad de los periodistas que hemos olvidado las reglas bsicas de nuestro trabajo. Muchos hemos dejado de ponernos en los zapatos del otro, el gugleo ha sustituido al reporteo y el proceso de verificacin bsico antes de la publicacin de cualquier noticia ha sido fagocitado por el apuro de ser primeros. El adjetivo ha sido adoptado como principal herramienta de trabajo.
No indignarse con los casos de Shirley Melndez y Milagros Rumiche es imposible. Sus vidas se han visto trastocadas dramticamente, la primera por la amputacin de sus manos y pies, y la segunda por la salvaje golpiza sufrida a manos de su pareja. Sin embargo, el ruido ha sustituido a la razn y tanto los mdicos que atendieron a Shirley como la legista que examin las lesiones de Milagros han sido crucificados mediticamente, sin que haya habido un anlisis riguroso de su labor.
Que la verdad no estropee un buen reportaje es una frase que parece haber dejado de ser una broma cnica entre periodistas.
Alejandro Mir Quesada Garland deca que era mejor perder una primicia que dar una informacin falsa. La noticia podr publicarse despus, la credibilidad tardar aos en recuperarse.
As de simple.