ENRIQUE VERA @kiquevera Redacción online
En el Puericultorio Pérez Araníbar el silencio es denso y pesa. Pesa en el centro mismo de la brisa helada que se alza desde el mar de Miraflores, en sus 14 hectáreas de construcción renacentista despobladas y es un yunque dentro del trepidante corazón del monseñor Luis Bambarén. Esta mañana de junio, los 200 niños que aún residen en el hospicio salieron de paseo y el mutismo ha tallado perfiles de terror en las esculturas y glorietas que reflejan los suelos de loseta añeja.
La penosa diferencia con días en que los chicos brincan los ambientes del imponente inmueble es apenas perceptible y eso, mejor que nadie, lo sabe el monseñor. Lo sufre, en lontananza. Hoy tiene la mente bifurcada. Arropado en su devoción jesuita, el religioso aguarda que el pleno del Congreso declare por fin intangible el inmueble y que los miembros de la Comisión de Vivienda consigan sea derogada la normativa 291741 del Inabif, que solo permite el ingreso de niños ‘judicializados’ y restringe el acceso de los abandonados o en extrema pobreza.
Desde el 2008 a la fecha esta disposición redujo en 570 (de 800 a 230) el número de menores internos. Dentro del albergue hay cientos de camas vacías. El moho, en los jardines de afuera, carcome columpios y los marcos de ventanas casi en desuso. “La norma es ilegal. Atenta contra el Código por los Derechos del Niño y del Adolescente. A mí me preocupa llenar el puericultorio de niños que lo necesiten”, confía el semblante ansioso de Bambarén a elcomercio.pe. En abril del 2011 la administración del albergue fue transferida a la Municipalidad de Lima, no obstante continúa regido por las directivas que en su momento emitió el Inabif, programa del portafolio a cargo de Ana Jara.
El congresista Víctor Andrés García Belaunde, autor del proyecto de ley aprobado de manera unánime en comisión, y que además declara al puericultorio “imprescriptible e inalienable”, dijo a este portal web que el problema se ha agravado con la inacción del concejo limeño de no dictar un nuevo reglamento para el control del Pérez Araníbar. “Ahora hay ahí tantos empleados como niños (200), esa es la burocracia inmensa que dejó el Gobierno anterior”, precisó. Pero el peso de su denuncia es de un volumen todavía mayor y conjuga con la lucha que Bambarén ha librado desde la mitad del segundo mandato aprista. El legislador sindicó la presencia de varias constructoras que “rondan” la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, institución de la municipalidad que administra el puericultorio, para comprar los 140 mil metros que abarca la construcción donada en 1930 como centro de atención exclusiva a menores desvalidos. “Quieren trasladar a los niños y construir ahí un centro comercial inmenso o un complejo habitacional”, declaró.
Las alertas que Luis Bambarén había lanzado meses antes de la polémica normativa están vigentes y revisten mayor peligro. Monseñor recuerda que para “enajenar” el Pérez Araníbar se impulsó la edificación de un nuevo albergue que iba a llamarse “Ciudadela Feliz”, cerca de la playa Santa María, “en un arenal donde no había nada”. “Destapamos la cosa que llevaban en secreto. Supimos que negociaban el puericultorio por US$100 millones cuando esto vale mucho más (…) Ten en cuenta que constructoras o inversionistas buscan lugares y a esto cualquiera le echa el ojo, pero tendrán que pasar sobre mi cadáver”, afirma enérgico. Con la inevitable merma de niños, también replica en la cabeza de Bambarén que el segundo intento por cerrar el hospicio vino de la misma Beneficencia, a fines del 2011, durante la gestión de la doctora Josefina Capriata. “Un informe amañado” de Emape declaró el local riesgoso e inhabitable, pero otro diagnóstico de Defensa Civil volvió a permitir su funcionamiento.
Todo esto ha seguido el curso de una estrategia diseñada a prueba y error, a juicio del parlamentario de Acción Popular. De venderse el puericultorio, afirmó, el dinero iría directo hacia las arcas de la Beneficencia para ser manejado por la Municipalidad de Lima. Incluso, arguyó que bajo esta práctica, el concejo capitalino ya se deshizo de algunos locales de la SBLM en el centro de Lima. “Vendieron a precios muy bajos. Entonces, hay el temor de que esto siga. Sé que actualmente las ofertas hechas por el puericultorio van de 300 a 500 dólares el metro cuadrado. Pero todos sabemos que el metro cuadrado frente al mar vale por lo menos 2000 dólares. De urbanizarse el terrero se perderán muchos metros útiles. No se usarán los 140 mil, serán 100 mil más o menos. Una reducción de 30 o 40% es un montón”.
EL DINERO INVISIBLE Con el índice derecho, Bambarén señala en una hoja de cuentas que a la fecha hay US$612.000 no destinados al puericultorio para el sustento de niños en situación de riesgo. Un convenio por 10 años suscrito en febrero del 2009, entre la Sociedad de Beneficencia de Lima y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), estableció que este último abonaría US$12 mil mensuales por el alquiler de la Climática de Varones en el Pérez Araníbar.
Según se concertó entonces, el íntegro del dinero debía ser en favor de los menores, pero a lo largo de los 51 meses que pasaron hasta ahora, nada llegó al albergue. “Todo fue a la caja de la Beneficencia”, apunta monseñor. La Comisión de Vivienda tiene claro que se dedicó la suma a otras cosas y por ello también busca que el puericultorio tenga en adelante una cuenta propia así como director autónomo.
Peor aún, Luis Bambarén refiere que en el documento quedó estipulada una inyección de un millón 300 mil dólares por parte del PNUD y organizaciones internacionales como Unesco o Unicef para mejoras de infraestructura y remodelación del local de Magdalena del Mar. “Hubo US$300 mil con que se refaccionaron pabellones. Una Comisión Especial aprobaba gastos y el resto del dinero se iba invirtiendo. Pero se produjo el cambio de administración y quedaron más de US$200 mil en el aire. No sé qué habrá pasado con ese dinero”, remarcó monseñor.
HABLA EL PRESIDENTE DE LA BENEFICENCIA Elcomercio.pe conversó en exclusiva con el presidente del directorio de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, Carlos Otero Bonicelli, quien está desde setiembre del año pasado en el cargo. Al ceño fruncido, el economista coincidió en que aquella “baja violenta” de menores tenía como objetivo la liquidación del Pérez Araníbar “para convertirlo en fuente de especulación financiera”. Todo apuntaría a una estrategia pulida del gobierno anterior pero que, en palabras de Otero, no comulga con lo que su gestión propone al frente de la Beneficencia. “Ningún bien se va a vender. Eso lo sabe Bambarén y el Congreso”.
Si los intereses primigenios por tomar control del puericultorio datan del segundo mandato de Alan García, la gestión de Ollanta Humala tampoco habría estado exenta de ese afán. El funcionario dijo a esta web que recibió representantes del Gobierno “de muy mala manera”, pues se intentó disponer de los predios de la Beneficencia, que son privados y no públicos. Además, que su posición es la misma del municipio limeño y, en ese sentido, “las acusaciones de posibles ventas o remates no tienen pies ni cabeza”. Similar desconcierto acusó en torno a la polémica normativa 291741.
Desde su óptica, la medida fue manipulada burocráticamente y eso devino en la salida de casi 600 niños del hospicio, pues el acceso “no solo es legal para menores ‘judicializados’ sino también para los que correspondiera por un proceso natural administrativo del Ministerio de la Mujer vía Inabif. “Es muy extraño, hay una cantaleta que no existe. Vamos a estar disponibles siempre para los niños, ancianos y adolescentes que lo necesiten”.
OTRA PROPUESTA PARA LOS NIÑOS Así las cosas, ¿Van Otero y Bambarén en el mismo camino? Todo hace indicar que no. Mientras el sacerdote aguarda porque se restablezcan las condiciones para que el puericultorio vuelva a dar residencia y amparo a cualquier niño urgido, la Beneficencia bosqueja un sistema que si bien mantendrá la política de internamientos ya no priorizará en ello, o lo que Carlos Otero ha tildado como política de “reclusión”.
“No se debe asumir que un niño en situación de urgente tutelaje puede ser depositado en el puericultorio y erradicado de la sociedad. Los niños tienen derechos y eso no está claro para mucha gente. Hay que rescatar al que sufre violencia o está en riesgo moral. Que pernocte una noche, treinta, sesenta noches seguidas si fuera necesario, pero durante ese periodo no tiene por qué ser retirado de la sociedad”, dijo a elcomercio.pe.
En esa línea, se ha diseñado un sistema denominado “Atención y servicio de día”, que contempla la recepción de menores externos, para darles cuidado y educación durante el día, pero que serán devueltos a su seno familiar llegada la noche. “Para eso no necesitamos permiso de Inabif ni de nadie. Será ayudar a los padres que están en dificultades”, explicó. El régimen de internamiento permanente que por años caracterizó al Pérez Araníbar perdería en adelante mayor relevancia. No será anulado, pero quedará como última opción para la actual administración de la Beneficencia. En su lugar, el citado “sistema de residenciado” buscará el aprendizaje y adaptación a los distintos mercados de trabajo y enfocará especial atención a niños downs y autistas.
“Nuestra meta en la vida no es internar niños. No queremos convertir a los menores en hijos de nadie. Eso ya pasó y no volverá a ocurrir (…) No vamos a hacer un internado cerrado, donde pongamos las normas y cerremos los candados para tener a los niños presos (…) Los jóvenes que salen a los 18 años, con esta formación cautiva que tuvo el puericultorio, no tienen la maduración suficiente”.
A este quiebre, se sumaría uno de mayor fondo en la relación del Pérez Araníbar y la institución que lo administra. Mientras el Patronato encabezado por monseñor Bambarén impulsa que se derogue la norma 291741, Carlos Otero tiene claro que el albergue va a adecuarse a tal legislación y su reglamento, pues “es natural que exista una certificación administrativa”. Incluso confió en que más adelante la Beneficencia llegue a evaluar y certificar cada caso que se incorpore al puericultorio, una responsabilidad que hoy recae en el Inabif. Su idea es encontrar las vías para incrementar la atención a niños pero sin cambiar la cuestionada norma.
A ese nivel del dilema, la balanza se inclinaría para el lado de Bambarén y su causa. El presidente de la Comisión de Vivienda, Manuel Merino de Lama, manifestó a esta web que con el proyecto de ley a ser debatido se puede incluir una disposición complementaria que suprima el decreto legislativo de Inabif. El parlamentario de Perú Posible no ve mayor obstáculo en que Otero, en su condición de funcionario, se allane a lo que disponga un poder del Estado. Toda opinión e intención buena o mala no es vinculante con lo que pueda decir el Congreso, sostuvo.
LOS US$12 MIL Y OTRAS DIFERENCIAS Más enfático, Otero Bonicelli subrayó que el presupuesto del puericultorio es de casi 4 millones y medio de soles al año y, en ese sentido, los US$12 mil mensuales pagados por el PNUD a la Beneficencia constituyen un monto irrisorio. El contrato poco convencional, inadecuado o, en frases del funcionario, abusivo y leonino, suscrito hace cuatro años, sería origen de los 612.000 dólares que Bambarén acusa “nunca ingresaron para los niños del puericultorio”.
“El PNUD nos debería (a la Beneficencia) US$30 millones si en este tiempo hubiera pagado lo que debería a valor de mercado. Abonan US$12 mil dólares por un arrendamiento que debió ser de US$250 mil dólares al mes, o sea es el 10% del precio correcto. Son 24 mil metros cuadrados a un precio de bicoca. Esa hizo la administración que había”. Carlos Otero anotó además que, al iniciar su gestión, halló más propiedades de la Beneficencia cuyo inquilinato estaba en cinco y hasta diez veces menos de su valor real.
Por el momento, el titular de la SBLM ya pidió a la Cancillería interceder a fin de que PNUD reasuma, con los costos debidos, el alquiler de la Climática de Varones. Pero, aún precaria la suma, ¿en qué destinó la Beneficencia los US$12 mil que en cada uno de los últimos 51 meses se depositaron para el albergue?
Desde la Sociedad de Beneficencia de Lima se informó a elcomercio.pe que esa institución corre con casi el 90% del presupuesto que demanda el Pérez Araníbar (casi US$4 millones). El 10% restante se cubre con los US$12 mil del PNUD y donaciones. Es decir, el grueso del importe mensual que a lo largo de 51 meses inyectó el organismo internacional habría sido utilizado para pagar a los más de 200 trabajadores que se mantienen en el puericultorio así como para costear los servicios básicos.
En contraposición Bambarén critica: “Los empleados están al día en sus pagos pero ganan S/.750, una miseria, y algunos llevan 20 o 30 años trabajando acá. En educación la SBLM no gasta porque a los maestros les paga el ministerio, el material pedagógico lo pone el Patronato, y para medicinas tenemos convenios. Parte de la alimentación de los niños es también gracias a las donaciones”.
El también obispo emérito de Chimbote sostiene que otro dinero importante proviene de los alquileres de distintos predios dejados por sus antiguos dueños para el sustento del hospicio. “Se inflan los costos en la Beneficencia. Hay altos sueldos para funcionarios improvisados. Dicen que cada niño cuesta al mes 1.500 soles. Cómo puede ser eso, no sé cómo lo justifican. Ese monto corresponde a dos canastas familiares y solo de una vive una familia modesta con tres o cuatro miembros”, denuncia Bambarén.
En la institución que depende de la Municipalidad de Lima aseguran que el monto mensual declarado por niño es menor al promedio de lo que se gasta en otros albergues. Esto tomando en cuenta la inversión que demandó el puericultorio el año pasado y que ascendió a S/.3 279 721.87.
La innegable brecha que se cierne sobre el Puericultorio Pérez Araníbar no exime, sin embargo, la aparente intención de ambas partes en su lucha e interés por los niños en desamparo. Queda pues un rosario de puntos críticos por zanjar, aunque el primero de ellos tiene posición de partida en el hemiciclo del Congreso. Si hasta este 5 de julio el tema no es exonerado de la junta de portavoces para su debate y votación en el pleno, podría ser revisado dentro de la Comisión Permanente. En el albergue se espera. Sigue la lenta espera.