Acto 1. El hijo, que amaba a su madre, la abraza. Acto 2. Su padre, que probablemente amaba a su madre, miente. Acto 3. La madre desaparece. ¿Cómo se llama la bioserie? Si no hubiera una foto de portada en esa nota que delatara la respuesta, hubiera adivinado igualmente: “Luis Miguel, la serie”, una de las historias más mediáticas sobre una estrella de la música, que estrenará su segunda temporada este 18 de abril en Netflix.
Como la mayoría de bioseries de artistas, narra los tropiezos más comunes en la vida de los astros de la música: adicciones, romances y traiciones financieras. Tiene, como todas las historias de ficción, una línea de ficción básica: el inicio, el nudo y el desenlace. Y los creadores juegan con esos actos, agregando una montaña rusa de conflictos, para que el público no apague el televisor. ¿Nunca te has preguntado cuán complejo es convencer a las personas de lo que ve en la pantalla con esa simple fórmula dramática?
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Ari Maniel Cruz, showrunner de la bioserie de una estrella musical “Nicky Jam: el ganador”, productor y guionista puertorriqueño de otros videos y shows de TV, y Rodrigo Ordoñez, guionista del éxito de Telemundo “José José: el príncipe de la canción” y escritor mexicano en la agencia de contenidos de ficción Room Service, hablan sobre lo complejo que puede ser llevar las vidas de estos ídolos de la música a la pantalla, responden cómo los personajes antagónicos son el impulso que necesita el artista, y recuerdan que el cantante participa en su trabajo a la hora de escribir el guion.
El viaje del héroe
La muerte no natural de la madre de Luis Miguel, la adicción a la oxicodona de Nicky Jam y el dale y dale a la botella de tequila de José José no son cuentos de la cripta. Ocurrieron, y los guionistas escucharon la verdad de la boca de los cantantes.
“Por más que tengas a José José ahí al frente, hay cosas que ni se acuerda, que ni entiende cómo llegaron ahí, que son repetitivas. Tú tienes (como guionista) que reconstruir los arcos dramáticos para que no caigan en ser solo muchos momentos. El reto al contar la historia es que no se vuelva repetitiva. Cuando yo leí la autobiografía de José José, cuando hablabas con él, pues era una sucesión de repeticiones. Volvía a caer en el alcohol, volvía a tener problemas de dinero, lo volvían a estafar y esto de alguna manera tiende a victimizarlos, lo cual no es muy atractivo para el espectador. No te gusta estar viendo la historia de una víctima que no se sobrepone a sus problemas. Si yo hubiera hecho literalmente la autobiografía de José José, de lo que discutimos con él, hubiera sido aburridísima”, dice el mexicano Rodrigo Ordoñez.
“Una serie está hecha con la intensión de que un público masivo la vea de forma continua, pues uno se aferra a estructuras tradicionales de la trayectoria del héroe, The Hero’s Journey, y de todas las herramientas normales de la dramaturgia”, dice el puertorriqueño Ari Maniel Cruz.
Cruz habla del viaje del héroe, no necesariamente uno como Superman, sino el personaje principal que lleva la acción dramática en una historia y tiene una trayectoria de golpes y proezas en la serie, donde el personaje recibe una cantidad de llamadas a la aventura, como las drogas, los lujos o la bancarrota, momentos que lo impulsan, haya querido o no, a actuar ante algo o alguien. Esta es la teoría que solo los guionistas saben definir y lo que nosotros conocemos como la magia de la ficción. A eso sumemos que deben escuchar al cantante contar momentos inconclusos por mucho tiempo para llevar la realidad a la pantalla.
Complementando a ese viaje, el escritor Robert Mckee acentúa en su libro canónico “Story” algo que podía ser una clave muy básica para la segunda temporada de Luis Miguel: el objeto del deseo.
“La energía del deseo de un protagonista constituye el elemento crítico del diseño que conocemos como la columna vertebral de la historia (o línea continua o superobjetivo). La columna vertebral está formada por el profundo deseo y por los esfuerzos del protagonista por restaurar el equilibrio en su vida. Se trata de la fuerza unificadora que mantiene unidos el resto de los elementos narrativos. Porque no importa qué ocurra en la superficie de la historia; cada escena, cada imagen y cada palabra serán al final solo uno de los aspectos de la columna vertebral y se relacionarán, causal o temáticamente, con ese núcleo de deseo y acción”, dice McKee en su libro.
Si esto es cierto, entonces no hay mucho que decidir: lo único que prevalece y no muere en la bioserie de Luis Miguel es el deseo de encontrar a Marcela Basteri y es lo que conduce principalmente a la enemistad con su padre y a las múltiples relaciones amorosas en su vida. Lo vimos en el trailer, cuando grita desesperadamente a su tío que revele la verdad tras la muerte de su padre, debido a eso sabemos que seguirá como el deseo más importante durante la segunda temporada.
“En estos proyectos, donde hay un seguimiento a la persona, incluso si esa persona quiere saber cómo realmente sucedió, pues… se va a contar la versión de esa persona. En el caso de la serie ‘José José, el príncipe de la canción’, yo sí me reuní con él a discutir los 15 o 20 guiones. Y, por ejemplo, él estaba muy concentrado en que su historia fuera una especie de aviso precautorio sobre el tema del alcoholismo. A él sí le interesaba que se explorara ese tema y que se abordara de una manera más o menos realista. Para prevenir o aleccionar a la gente alrededor de los riesgos que tienen estas sustancias”, afirma Rodrigo Ordoñez.
Pero a la vez hay una conexión muy importante entre el deseo del artista y lo que el guionista puede entender de ese deseo.
“La historia de ‘Nicky Jam: el ganador’ es un pedazo de mi propia historia, de mi generación, de mí, siendo sanjuanero (Puerto Rico). Las conversaciones con él eran muy profundas y eficientes, porque no me tenía que contar las circunstancias. Yo las viví. Yo conozco la calle donde eso pasó. Nos criamos básicamente en el mismo sector. Yo soy de Río Hondo y él de Levitown. Él es casi de mi edad, tres años más joven que yo. Me proveía una cercanía a los hechos, porque uno se enteraba en la calle, o porque lo veías en el party (fiesta), (Daddy Yankee y Nicky Jam) eran los chamacos (jóvenes) de nuestra generación”, comenta Ari Maniel Cruz.
El villano
“Si vas a contar la historia de Tina Turner, pues uno sabe que el villano es Ike. Si vas a contar la historia de Luis Miguel, sabes que el villano es Luisito Rey, pero si vas a contar la historia de Nicky Jam, el villano es él mismo. La historia de Nicky tenía tantos hechos intensos ya, especialmente experiencias traumáticas de niño, que tenía unos pies dramáticos muy bien fuertes desde sus acciones. De hecho, hay cosas que no están en la serie, porque la realidad sobrepasa la ficción. No podíamos retratar lo doloroso que fue para él todo el proceso de la adicción de su madre hasta que termina en República Dominicana”, admite Ari Maniel Cruz.
En algunas bioseries, las intensidades varían, por ejemplo, la adicción a la bebida en “José José: el príncipe de la canción” tiene un tono menos oscuro y las tramas secundarias equilibran la dureza de la experiencia, pero la adicción a las drogas de la madre de Nicky Jam se ve de tal manera que la mayor parte del tiempo ella está fuera de sí y hasta llega a confundir a su hijo con un cliente cuando era prostituta, un hecho real, según confirmó el guionista puertoriqueño. Hoy Ysabel Caminero Madera es el apoyo incondicional del cantante de reguetón, su hijo.
A simple vista, parece muy fácil separar una cosa de la otra en una bioserie: el villano y la historia. Pero esto es un error. El villano es la historia. O, mejor dicho, los villanos. Porque pueden ser muchos, desde una persona hasta una enfermedad, que crean un conflicto en la mente del héroe y lo encaminan a la superación. En las bioseries, es muy común que los antagonistas sean básicamente un matrimonio fallido, su manager o su padre.
“Es curioso que en biografías como la de Luis Miguel y José José haya un problema con el padre muy severo. El verdadero Luis Miguel personalmente no veía a su padre como un villano, tenía una gran ambivalencia hacia él como personaje, le dolía tener que acusarlo frente a los ojos de la audiencia. Todo en las bioseries tiene que ver con el impacto de la fama, el dinero, sus relaciones familiares y amorosas. En el caso de Luis Miguel, está el otro asunto que creo que se va a tratar en la segunda temporada: su problema auditivo (Tinnitus), que amenazó con cortar su carrera, ese es otro posible antagonismo. En el caso de José José, fue la pérdida de la voz”, dice Rodrigo Ordoñez.
Cuando hablamos de los músicos que pierden sus capacidades por una lesión, en definitiva el escritor encuentra muchos puntos de quiebre, como el príncipe de la canción, que termina ronco, a causa de excesos con el alcohol durante la década de los años 90. Pero el público ya lo sabe, por eso, es muy usual que la serie empiece con un flashforward (hecho del futuro) de uno de sus momentos trágicos del artista durante su adicción y luego retome a otro punto de inflexión.
Pero las personas se siguen preguntando qué sucede con los villanos que casi se vuelven personajes principales de la serie. ¿Resistirá una historia sin ese personaje místico, como Luisito Rey? Porque hablamos de un sujeto que se ha robado casi el 70 % de las páginas del guion. Por eso, Ari Maniel Cruz sostiene que “Luis Miguel, la serie”, más que para el cantante, estaba hecha para el padre.
Ojalá y la muerte del villano favorito del público, Luisito Rey, y el nacimiento de una dificultad de salud posiblemente antagónica sea la pastilla del éxito que necesitará la historia del Sol de México para resistir una segunda temporada, tanto como la muerte del Nicky Jam drogadicto y su resurgimiento como el unificador de su familia, o los cinco últimos capítulos (de 75) de la recuperación de José José en una clínica de rehabilitación para adictos al alcohol después de vivir una intensa fama y fortuna.
Renace la estrella
Después de todo, queda ese leve tufillo de incomodidad del escritor que intenta llevar ciertos personajes, no necesariamente recreados con su propia tesis, y así sostener horas de horas en la ficción, algo que permanentemente es una tarea de hormiga obrera. Pero no dudan que ese cantante finalmente termina “resurgiendo de las cenizas”, como dice Nicky Jam en su serie. Porque es parte de la maquinaria, donde hay un producto que trae una cantidad de conciertos, giras, discos, películas y muchos otros intereses detrás.
“Desde la esquina de Nicky Jam, y para entrar en un mercado de las series, en donde se prefiere contar la historia de superación de un héroe, ¿verdad? Pues sí, lo reivindicamos, pero no creo que necesitemos reivindicar a los reyes, ni a los patronos de la música, ni a las clases de poderes, mucho menos yo, que soy un ente tan político en mi trabajo en general, como lo fui en ‘Nicky Jam: el ganador’, donde vas a encontrar un montón de información sobre los aspectos coloniales de Puerto Rico”, afirma Ari Maniel Cruz, quien también ha trabajado con Cultura Profética y Residente.
Para los fines de los escritores, los malos de la historia siempre son los buenos. No planean reivindicarlos con sus inventos ficticios, y aun así, el mundo vuelve a escuchar “El Triste” o “La Incondicional” cuando conoce su historia o solidifica su trayectoria por el mundo.
“Hay un costado económico en las bioseries. A muchos de los artistas, les ayuda a restituir sus ventas y regresar al candelero público. Hay muchos intereses de las disqueras, los representantes y mucha gente. Pero hay otros que están bien económicamente, y más preocupados por su legado, me lo han dicho así, directamente cuando he trabajado con ellos. Y claro, eso se da con los ya más viejos que sienten cerca la muerte, como en el caso de José José. Se da el control del personaje de su propia narrativa. Es el caso de Luis Miguel, él está contando la historia que él quiere contar de su vida, qué tan apegada o alejada de la realidad sea, pues eso lo sabrá él”, finaliza Rodrigo Ordoñez.
Mientras uno quiere posicionar el reguetón undergrown y hablar de la política subordinada de Puerto Rico, otros quieren intrigar a los fans con un secreto familiar, aunque otros lo único que intentaban era decir: “esta es la última vez que tendré el control de la narrativa sobre mi vida antes de morir”. Y sabemos que prevalece esa incondicionalidad a su público y su necesidad de no caer en el olvido, pero todo el proceso de llevar a cabo una bioserie, nada lo puede negar, es tan complejo que la fórmula matemática para llevar la historia a la pantalla solo son los pedazos de tantas decisiones difusas que una persona tomó para contar las cosas como quiso. Y funcionó.
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