Gracias al espíritu infantil del guionista y director coreano Hwang Dong-hyuk, “El juego del calamar” se ha convertido en una serie atractiva para 111 millones de personas que disfrutaron de sus nueve episodios en Netflix. Pero no son solo los juegos del salto del cuadrado, la cuerda, las canicas, las galletas de azúcar y el puente de cristal las únicas tradiciones infantiles coreanas en la cultura del cineasta, de hecho, existe una gran variedad que, según la Enciclopedia del folclore y la cultura tradicional de Corea, son difíciles de catalogar por su propia naturaleza creativa, que siempre es infinita cuando somos niños. Ahora, echemos un ojo a las curiosidades de los siete nori (o juegos, traducido al español) que descubrimos en la serie surcoreana y veamos qué tantas variedades existen.
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El salto de los origami, o Ttakjichigi
En “El juego del calamar”, la travesía del protagonista Seong Gi-Hun empieza cuando el reclutador de la industria de juegos sangrientos reta al personaje a jugar con un papel origami rectangular llamado ttajkji o ddakji, al que debe golpear hasta que se voltee para recién pasar al turno del contrincante. Se trata de un juego que yace un poco perdido en la costumbre de Corea del Sur, porque las personas ya no coleccionan las piezas de papel.
El ttakjichigi se jugaba de muchas forma en Corea: volteado, volado, con golpe de pared o con empuje. La primera manera es la que conocemos, pero la segunda se trata de lanzar el ddakji (la pieza) lo más cerca de una línea límite. La tercera forma de jugar consiste en arrojar el origami contra la pared y hacerlo rebotar lo más lejos. Pero en la cuarta cambia la dinámica, porque hay un círculo en el piso donde los jugadores colocan todos los origamis dentro y luego deben empujar los ddakjis con el ttakji principal sin que este salga del interior del espacio delineado.
Es uno de los juegos coreanos tradicionales más conocido, tanto que el equipo del ‘reality show’ surcoreano más visto en Hong Kong, China, “Running Man”, lo incluyó en sus presentaciones. El programa asiático consiste en convocar a grupos de participantes para jugar diferentes juegos, entre esos, el salto de los ddakji. Uno de los capítulos especiales, según el estudio “Reading the visual”, fue el 197 “King of Ddakji”, donde concursaron un grupo de estudiantes universitarios coreanos para jugar en un set de televisión al estilo de concierto.
“Jugaremos, muévete luz verde”, o Mugunghwa Kochi Pieotseumnida
En el Perú, lo llamamos “congelado”. En Argentina, lo llaman “1,2,3… cigarrillo 43″; y en España, “escondite inglés”. Más de uno lo disfrutó en alguna fiesta infantil, porque es uno de los preferidos del recreo. En “El juego del calamar”, aparece como la primera competencia de los deudores coreanos que eran prisioneros del programa sádico. Con más de una variación al juego original, en la serie, su versión traducida al español es “Luz verde, luz roja”, pero el nombre original es Mugunghwa Kochi Pieotseumnida, que en español significa “han florecido las rosas Mugunghwa”. ¿Quieres saber cómo se juega originalmente?
Piedra, papel o tijera: así los niños eligen al perseguidor, quien estará parado de espaldas a los demás jugadores, dictará el ritmo lento o acelerado del juego y dirá por primera vez la frase “¡han florecido las rosas Mugunghwa!” para que quienes estén más lejos de este personaje, en la línea de salida, empiecen a avanzar hacia él. Su meta es tocarlo, pero será muy difícil, cuando el vocero dé media vuelta hacia el grupo y todos deberían permanecer quietos y en silencio hasta que se vuelva a pronunciar las palabras.
Si alguno se mueve, se le considera un preso y debe colocarse al lado del perseguidor. En la medida que los demás caigan, irán formando una cadena con las manos sujetas. El final llega cuando el participante que se encuentra más cercano al perseguidor toca su mano y así el resto de prisioneros quedan liberados, automáticamente, todos rompen fila y salen corriendo hacia la línea de salida para que el personaje no atrape a ninguno. Quien sea atrapado por el perseguidor debe colocarse como el nuevo líder y empieza el juego de nuevo.
El número de sílabas que conforman la palabra coreana mugunghwa kochi pieotseumnida es 10. Por eso, otra forma de jugar es contar hasta esa cifra, en vez de decir “¡han florecido las rosas Mugunghwa!”, en tanto el perseguidor va variando el ritmo de pronunciación para que los participantes tengan más difícil la opción de tocarle la mano. Es muy usual que el nombre cambie. Algunas variaciones son “han florecido las rosas de la abuela”, donde lo jugadores imitan a las personas mayores, en vez de quedarse quietos, y “han florecido las rosas miniatura”, una forma en la que el grupo debe sentarse rápidamente en el piso.
Panal, dalgona, o Ppopgi
Panal es la traducción al español en “El juego del calamar” que se refiere al dulce Ppopgi, un juego donde se corta la forma interna de una galleta sin que esta se rompa. En realidad, es una costumbre coreana más que un juego antiguo en sí, pero el creador de la serie lo modificó para convertirlo en una competencia de vida o muerte. Esta dinámica infantil no aparece en la Enciclopedia del folclore y la cultura tradicional de Corea, por lo que no se pude considerar estrictamente una variación de entretenimiento tradicional surcoreano. Sin embargo, según explica la youtuber Maangchi, las galletas de dalgona o azúcar forman parte del recuerdo de su época escolar en Corea.
Al final de un día de clases, Maangchi y sus amigos encontraban en la puerta de la primaria donde estudiaban a un vendedor de dulces de dalgona. Él preparaba el azúcar y lo convertía en una galleta que incluía una forma, por ejemplo, un corazón, un triángulo, una flor, etc. El desafío que surgió entre los niños consistía en comer el borde de la silueta sin dañar su forma, como una dinámica callejera y muy creativa de los más pequeños. Pero no termina ahí, porque para disfrutarla hace falta utilizar la maña, mordiendo, lamiendo, cortando, usando los dientes y la lengua, para obtener la figura intacta. Ya que la galleta de caramelo o ppopgi es tan fácil de preparar, las familias lo toman como un reto que cualquiera podría proponer en casa y así pasar un buen rato.
Jalar la soga, o Juldarigi
A los peruanos, les dijeron en el curso de Educación Física que jalar la soga implicaba fuerza, pero nunca les enseñaron el antiguo arte coreano Juldarigi, más estratégico y espiritual que de fortaleza. A diferencia de lo que vimos en “El juego del calamar”, esta actividad antigua en Corea no solo era lúdica, sino también espiritual, pues formaba parte de ceremonias coreanas para deshacerse de los infortunios. Una vez que la soga fuera utilizada en la competencia, entonces los citadinos la arrojaban al río para que recogiera la mala energía y se la llevara.
En varios distritos grandes o pequeños de Corea, la cuerda tuvo un significado espiritual, por lo que es complejo encontrar de dónde surge la dinámica de tirar la cuerda, como lo vemos en el cuarto capítulo de la serie, cuando el anciano Oh Il-Nam da luces a los jugadores de su equipo para ganar la partida, por ejemplo, colocarse en posiciones intercaladas o sostener el peso por un instante antes de empezar a jalar la soga.
En el antiguo juego coreano, mucho tenía que ver la fabricación de la cuerda, si era doble o sencilla. Uno de los juegos juldarigi proviene de la zona del río surcoreano Yeongsan, donde la estrategia de tiro consistía en formar una suerte de cangrejo con los participantes. Cada uno debía amarrarse las “patas” de la cuerda a la cintura para jalar en dirección contraria a la de sus oponentes. En el área de Jeolla-do, los equipos se dividían por sexo, tal como vimos en “El juego del calamar”, cuando un equipo estaba conformado por mujeres, también se incluía hombres. Los ganadores eran quienes se daban por vencidos.
Canicas, o Guseulchigi
El juego más conocido por los latinos es el reto de las canicas, una herramienta lúdica que en Corea a veces era de cristal y otras de porcelana. Los profesores en las escuelas utilizan la dinámica para incentivar la capacidad matemática en sus alumnos de jardín de niños. En la serie de Netflix, lo vimos en el quinto capítulo, “Gganbu”, donde los jugadores hacen algunas de las variantes del tradicional juego coreano. Y se juega entre equipos o gganbus (compañeros de juego), pero solo uno puede ganar.
Hay variantes del guseulchigi. En algunos casos, los niños eligen una cantidad de canicas pares o impares de la mano de su compañero, y en otros, el juego consiste en meter en un hoyo las canicas propias. La segunda dinámica se ve usualmente en temporadas de frío. Es un entretenimiento muy común que data desde la ocupación japonesa en Corea. Una de las formas de jugar es el bomdeulgi (la entrada a la primavera), en esta, los contrincantes deben hacer entrar las canicas en los hoyos de la tierra. Cada vez que el jugador mete el juguete en uno de los huecos, continúa en el siguiente, pero si no, debe esperar a su próximo turno.
Otra versión del guseulchigi es el byeokchigi (golpear la muralla), en el cual los jugadores deben poner las caninas pegadas a la pared e intentar que cada una choque a las de sus contrincantes, y el ganador se las lleva todas. Una última forma de jugar es el holjjak, el que vimos jugar a Ali y Sang-woo en la serie. Este consiste en que un jugador tiene que adivinar el número de canicas que esconde el puño de su compañero, sea par o impar. Y puede llevárselas todas cuando la cantidad que dijo es correcta, pero cuando no, debe entregar ese mismo número de bolas al adversario.
Saltos en los cristales, o Jing-Geomdali Geonneogi
Este también es un juego inventado por el creador de “El juego del calamar”, Hwang Dong-hyuk. Se puede comparar con la rayuela (sabangchiki, por su nombre en coreano), donde se lanza una piedra en una figura geométrica dibujada en el suelo, y la persona avanza dando saltos hasta llegar al final. Pero, según la revista virtual K-magazine, la palabra coreana dari o “puente” (다리) que se escucha en la serie, de acuerdo con la traducción de Netflix, guarda relación con la dinámica coreana Jing-Geomdali Geonneogi, cuya versión en español es “cruzar el puente” o “cruzar el dari”.
En la serie, los concursantes tenían que saltar en paneles de cristal e ir probando si es que estos eran susceptibles o no a romperse. Algunos morían y otros se salvaban. En la tradición coreana, cruzar un puente tiene una sensación espiritual y sanadora, pues los antiguos coreanos creían que enfermedades como la parálisis o el entumecimiento de las piernas podía curarse después de pasar por el puente en el decimoquinto día del primer mes lunar.
El juego del calamar, o Ojingeo Nori
El último juego de la serie y el más difícil se llama Ojingeo Nori, porque la silueta de círculos, rectángulos y un triángulo tiene la forma de un calamar y esa es exactamente su traducción al español. La diferencia de tamaño en las figuras geométricas varía dependiendo de cuántas personas vayan a jugar el juego, por lo general, ocho o diez participantes hombres. En la historia mortal de Netflix, vimos compitiendo a Sang-woo y Seong Gi-hun hasta ganar.
En la tradición coreana, el juego del calamar tiene como competidores a dos grupos de hombres, uno de atacantes y otro de defensores, que deciden su posición con el típico piedra, papel o tijera. Quienes atacan empiezan saltando con un solo pie, pero para poder andar con los dos, primero tienen que pasar los rectángulos más delgados del calamar. A esto se le conoce como “cruzar el río”. El equipo de defensores tendrá que cuidar que los atacantes no lo crucen y así sus contrincantes tengan la tarea difícil.
Los jugadores quedarán fuera del juego si pisan la línea del calamar, caminan con el talón levantado sin haber cruzado el río, caen al suelo y lo tocan con las manos, o cruzan toda el área sin pasar por la entrada. Si los atacantes cruzaron la meta, que es el último círculo, ganan; y si los defensores obstruyen el avance de sus contrincantes y los eliminan, también es una victoria. Se permite enfrentarse con empujones y tretas escurridizas.
A medida que la tecnología va avanzando, los niños juegan cada vez menos en las calles coreanas. Aún así, hay tradiciones que nunca acaban en los días festivos. Según el portal Seoul Metropolitan Government, el ojingeo nori o juego del calamar es una actividad infaltable en el año nuevo coreano, el cual se da junto con otras tantas actividades lúdicas, como el tuho (lanzamiento de flechas) o el yut nori (juego de mesa con palos cilíndricos llamados yut).
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