Resulta inevitable que al ver “Nutcrackers” (“Cascanueces”, como es el título con el que se le promociona en Latinoamérica a través de Disney+), pensemos en dos películas. No hablamos de clásicos o grandes obras del séptimo arte. Nos referimos, más bien, a éxitos netamente comerciales: “Hombre de familia” (2000) y “Un papá genial” (1999).
La primera, dirigida por Brett Ratner, contaba la historia de Jack Campbell (Nicolas Cage), un agente financiero que parecía tenerlo todo en sus manos, hasta que una noche se encuentra con un personaje singularísimo que, como si se tratase de darle una lección de humanidad, le cambia la vida al amanecer. Así pues, Jack no se despierta junto a una exuberante y desconocida mujer, sino al lado de Kate Reynolds (Téa Leoni), una excompañera de la universidad con la que ha tenido dos hijos. Claro que él no los recuerda, porque en el fondo nadie en esa casa vieja, pero acogedora, y con un hermoso perro, existe realmente. A lo largo de la cinta, el protagonista intentará a toda costa recuperar su antigua vida, sus comodidades, sin importarle mucho el amor que esa mujer y esos hijos que ahora duermen bajo su mismo techo, son capaces de darle.
La otra película es aún menos compleja. En “Un papá genial” tenemos a Sonny Koufax (Adam Sandler), un operario de caseta de peaje que, incapaz de tener una vida ‘digna’ pasados los treinta, se encuentra, de la noche a la mañana, con un niño en la puerta de su casa. ¿Qué pasó? Por “descuido”, su mejor amigo tuvo un bebé con una camarera, la cual antes de morir por una delicada enfermedad, decidió enviárselo. Pero él no estaba en casa, sino Sonny, quien decide hacerse cargo del niño (Julian/Cole Sprouse) para así demostrarle a su exnovia que se equivocó al dejarlo por inmaduro. A lo largo de la trama, el protagonista conocerá en primera persona las responsabilidades, pero también el amor verdadero, y cuando el vínculo entre ‘padre’ e ‘hijo’ llega a tope, Servicios Sociales se percata de la mentira y rectifica su error.
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Ambas películas tienen puntos en común con la historia que Ben Stiller eligió (¿o acaso fue el destino?) para volver a los grandes roles. El actor neoyorquino, diagnosticado con cáncer de próstata en 2014 (y superado ese mismo año), estelarizó “Los Meyerowitz: La familia no se elige” en 2017 y desde entonces dio un paso al costado para probarse como director. Él cree que simplemente era momento de algo distinto, pero las cosas caen por su propio peso, y con “Severance” (AppleTV+) logró un éxito inesperado, que hasta hoy muchos intentan explicarse.
De vuelta en los protagónicos, Stiller ha elegido un proyecto independiente o muy personal. Llámelo como quiera. En “Nutcrackers”, él interpreta a Mike Maxwell, un agente de bienes adicto al trabajo que, a bordo de su deportivo amarillo y con celular en mano, parece tenerlo todo controlado. Hasta que, de un momento a otro, debe hacerse cargo de los cuatro hijos que su hermana ha dejado huérfanos. Todos –entre 5 y 13 años—viven en una granja ubicada en Ohio. Lo correcto sería decir que viven en su libre albedrío, compartiendo espacio dentro de casa con gallinas, cuyes, cerdos, gatos y perros.
A ese espacio invadido por animales de todo tipo, y con platos sucios montados uno a uno sobre el lavador de la cocina, el agente de bienes raíces ha llegado confiado en que la oficial del Servicio Social Gretchen Rice (Linda Cardellini) halle pronto una familia que quiera adoptar a los pequeños Kicklighter. No a uno, sino a los cuatro a la vez.
Como pasa con “Hombre de familia” y “Un papá genial”, el protagonista de “Nutcrackers” vive inicialmente un tiempo de adaptación a su nueva compañía. Mike ha pasado de una vida acomodada y relajada, a desayunar junto a niños que se tiran gases sobre la mesa o que le lanzan pelotas de béisbol sobre la cabeza. Aunque los Kicklighter también lo sienten como un desconocido, en el fondo saben que es su tío. Ese lazo sanguíneo (no existente en las películas que tomamos de ejemplo), permite que la situación se vaya tornando más llevadera poco a poco.
Pero es Stiller tal vez el gran responsable de que las cosas salgan bien, de que nos traguemos el cuento del tío que aparece de la nada y termina cautivado por sus sobrinos traviesos. Son sus muecas (al despertar muy temprano y sacarse el protector bucal), sus patinadas (solo al bajar por primera vez de su auto en la granja pisa excremento de animal), y sus bloopers (como cuando cae a un lago tras haber fracasado en su intento por ‘coger señal’ para su celular) los sinsentidos que salvan lo que bien pudo ser una película más de la temporada navideña.
Pero también hay muchas otras cosas que resaltan en esta película producida originalmente por Hulu (ya hace un tiempo propiedad de Disney). David Gordon Green, el director, ha sabido afinar a un grupo de chicos que no tenían mayor experiencia en pantallas, propiciando un ambiente de inocencia y frescura que se percibe en la casi hora y 45 minutos que tiene de duración este filme. Pasa, por ejemplo, cada vez que el mayor de los sobrinos, Justice (Homer Janson), y seguramente el menos expresivo de todos, se acerca a Mike para preguntarle si acaso al amanecer seguirá todavía acompañándolos en casa.
Otro elemento que no pasa desapercibido es el artístico. Todos en la granja parecen dispuestos a escribir, pintar, bailar o cantar. El contraste con un calculador agente de bienes raíces es notable, no obstante, en algún momento Mike recuerda –contándole a un sobrino menor—que “su hermana lo hacía bailar en tutú y con un casco de fútbol en la cabeza”. La anécdota rompe el hielo, o más precisamente, termina de acercar a los infantes con aquella persona que pronto empezarán a ver como un posible papá (¡aunque él no quiera que lo llamen así!).
¿Por qué en las películas que usamos como ejemplo, tanto Jack Campbell como Sonny Koufax terminan cautivados por su nueva “familia”? Por las mismas razones que Mike Maxwell: son esos ‘intrusos’ la forma más natural de reconectarse con un mundo que creían perdido. O que tal vez imaginaban no existía. Jack con su vida acomodada y Sonny desde la más absoluta irrelevancia, se sentían flotando, pero llegaron estas personas a aterrizarlos. Ambos casos, sin embargo, sí presentan una diferencia con Mike. Y es que este último, incluso dando la impresión de que es feliz en su nuevo estadío, intenta –por teléfono o gestionando ante Servicios Sociales—encontrar una familia adoptiva para los Kicklighter. Y es cuando estos se enteran de esa ‘traición’ que todo se rompe.
Aunque tenía los elementos para intentarlo (porque estamos ante la tragedia de cuatro niños perdiendo a sus padres abruptamente y quedándose solos en el mundo), “Nutcrackers” decide alejarse de la tristeza y el dolor. Tal vez pueda contarse con los dedos de una mano las veces en que se alude a la muerte de la madre de los menores. Apartarse de esa senda del dolor y priorizar la de la esperanza, es la mejor decisión que ha tomado su director David Gordon Green. Lo hace de la mano de un actor que, al borde de los 60 años, y con un rosario de éxitos comerciales en su haber, tiene todavía un largo camino por andar. Y muchos fanáticos que esperarán por él.
NUTCRACKERS/DISNEY+
Sinopsis: En el más improbable de los lugares, cuatro hermanos encuentran un refugio amoroso en un giro de las circunstancias.
Elenco: Ben Stiller, Homer Janson, Linda Cardellini, Toby Huss, Arlo Janson
Calificación: 4 estrellas
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