No solo por series tan crudas y comerciales como “Narcos” o “El Patrón del mal” hemos conocido sobre la violencia que castigó Colombia en la segunda mitad del siglo pasado. Si hablamos específicamente de Medellín, capital del departamento de Antioquia, resulta inevitable evocar a personajes siniestros como el narcotraficante Pablo Emilio Escobar Gaviria. Sin embargo, tanto buenas como malas personas inmersas en este periodo crítico se quedaron al margen de ver contada su historia en medios masivos como el cine o la TV, siempre por distintas razones.
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Un caso particular es el de Héctor Abad Gómez, médico colombiano, profesor universitario y activista por los derechos humanos que fuera asesinado por paramilitares de derecha el 25 de agosto de 1987. Su vida, absolutamente sin igual, fue plasmada en un libro escrito por su hijo Héctor Abad Faciolince, y que bajo el título “El olvido que seremos” vendió cientos de miles de copias en todo el mundo, logrando elogios de grandes escritores de la talla de J.M. Coetzee.
Quince años después de la aparición de esa novela biográfica, la historia fue llevada al cine por el prestigioso director español Fernando Trueba. Aunque su circulación se viera afectada parcialmente por la pandemia del coronavirus y sus estrictas restricciones, la cinta de 136 minutos de duración toma hoy un segundo aire al ser estrenada en la plataforma de streaming Netflix.
La primera pregunta que surge aquí es si el público debería haber leído primero la novela de Abad Faciolince para disfrutar o entender la película. La respuesta es no. La lectura de dicho texto no resulta indispensable, porque tanto en su estructura como en la narración elegida por Trueba, resultará fácil comprender que estamos ante la historia del amor profundo que un padre puede sentir hacia su hijo, y viceversa. Desde ese punto inicial, estamos frente a una historia universal.
Los personajes principales de esta cinta son dos. El primero, Interpretado por Javier Cámara, es Héctor Abad Gómez, es un médico cariñoso, atento, pero fundamentalmente preocupado por las necesidades de sus semejantes. Él es cabeza de una familia grande, en la que las mujeres son mayoría. El segundo, es el único hijo varón de los Abad Faciolince: Héctor Joaquín. La cinta está estructurada en dos tiempos: el “presente” (en blanco y negro), en el que vemos cómo Héctor hijo regresa a Medellín desde Italia --donde cursa estudios superiores de literatura -- para asistir a una ceremonia de reconocimiento a la labor docente de su papá.
Por su parte, el tiempo pasado (expuesto en colores), muestra la evolución de la familia Abad Faciolince teniendo como cabeza de hogar a un profesor de medicina acostumbrado a ‘no callarse nada’ ante las injusticias sociales, y viviendo en medio de una ciudad cada vez más agitada por la violencia política y social. Esto último, evidentemente, le significará más de un riesgo del cual –como puede verse en la película—todos en casa resultan conscientes.
Sobre el actor español Javier Cámara tal vez sobren los elogios por sus múltiples roles en éxitos del cine y la televisión. Por eso mismo comentaremos unas líneas sobre aquellos dos artistas que interpretan a Héctor Abad hijo. Primero, el niño Nicolás Reyes Cano, quien sorprende por su notable naturalidad a lo largo de todas sus escenas. Es él quien sirve como una especie de lente a través del cual los televidentes conoceremos las particularidades de su especial familia. En una parte de la cinta, tras abrazar y dejarse besar en el cuello por su papá, uno de sus amigos le dice: “¿Tu papá es maricón?”. A lo que él responde: “¿Por qué?”. “Porque solo los maricones se besan así”, le responden. Tras callar con un empujón a su amigo, el pequeño Héctor Joaquín no tiene necesidad alguna de frenar los gestos de afecto que le dedica su padre en cualquier momento del día.
Negándose a usar un ridículo casco para manejar bicicleta, escondiendo los libros de historia del arte que usa para ‘desfogar’ sus inquietudes eróticas con fotos de esculturas, renegando cuando lo obligan a rezar antes de dormir (“porque sino no irá al cielo”) o celoso “porque su papá prefiere a su hermana Martha, que sabe bailar y cantar bonito”, el pequeño se roba nuestros corazones con una facilidad asombrosa y pinta de cuerpo entero lo sana y bella que es muchas veces la infancia.
En segundo término, tenemos a Juan Pablo Urrego (Héctor Joaquín estudiante universitario), un actor también natural de Medellín y que con solo 35 años ya hemos visto en papeles de corte mucho más radical, como cuando interpretó a Popeye en la serie basada en las memorias de Jhon Jairo Velásquez, el temible sicario de Pablo Escobar Gaviria. Si en aquella producción de Caracol Televisión tenemos a un tipo sin escrúpulos, capaz de enfrentarse a peligrosos delincuentes en prisión, en “El olvido que seremos” su rol es diametralmente distinto.
Urrego es aquí un desgarbado estudiante de literatura que, criado en una familia donde las mujeres siempre fueron mayoría, no puede evitar derretirse de amor filial al ver a su padre sonriéndole a la distancia durante un acto de homenaje. Su interpretación es fina, pero no por ello menos efectiva o potente. Aunque parece consciente de los riesgos que afronta papá por sus acciones sociales y su crítica al sistema, tampoco es capaz de amenazarlo o forzarlo a dejar aquello que tanto le hace feliz. Es en esa encrucijada que pasa sus días hasta el fatal desenlace.
Sostenida en interpretaciones como las de Nicolás Reyes, Juan Pablo Urrego y, por supuesto, la de Javier Cámara, “El olvido que seremos” es un drama eminentemente humano. Es renegar con la vida porque te mataron al padre, pero sorprendente al ver cuánta gente es capaz de abarrotar su sepelio, siendo parte del doloroso último adiós.
Aunque no es una película particularmente corta (más de 2 horas de duración), da la impresión que esta historia bien pudo ser una serie. Algunos momentos dan la impresión de resultar cortos (como la etapa de Abad Gómez en el exilio), otros tienen giros sin mayor explicación o desarrollo (como cuando la Tata es llevada al asilo, o como cuando muere una de las hijas de la familia). Pero esta no es una simple historia de ficción que pudo estirarse según las necesidades del guionista o del estudio. Esta es la vida real.
Una vida que, sin ninguna duda, merece ser contada.
LA FICHA:
Título original: “El olvido que seremos”.
Sinopsis: Basada en el libro de Héctor Abad Faciolince sobre su padre asesinado: el doctor, catedrático y activista de derechos humanos Héctor Abad Gómez.
Plataforma: Netflix
Duración: 136 minutos
Directores: Fernando Trueba
Clasificación: +16.
Calificación: ★★★.
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