La historia comienza tan fácil que puede resumirse en un par de párrafos. Juan Gustozzi (Darío Barassi) es un músico argentino venido a menos, viudo y padre de tres hijos, que radica en México. Consciente de que sus ingresos son insuficientes para sobrevivir, parece condenado a perder su casa. Hasta que de un momento a otro ocurre un verdadero milagro: se entera de que ha recibido una herencia millonaria. No obstante, antes de recibir las mensualidades que le ha dejado un tío al que ni recuerda, debe comprometerse a cumplir tres condiciones.
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Feliz porque ha visto la luz al final del túnel, Juan acepta y firma la aceptación de la herencia sin dejar que la abogada que maneja los bienes de su tío le explique lo que hay detrás: debe cuidar a C.H.U.E.C.O. (con la voz del actor argentino Agustín Aristarán), la mascota de su tío Giancarlo. Se trata de un mono de tamaño infantil, pero con 17 años de edad. Si ya de por sí esto es sorprendente en un mundo acostumbrado a tener de mascotas a perros y gatos, lo peor viene cuando se entera que el visitante habla.
Evidentemente, escuchar hablar a un mono en un ambiente familiar (y creérselo) es parte de un acuerdo que el televidente firma tácitamente con los creadores de la serie que proyecta su televisor. Dependerá de la forma en cómo este recurso se utilice para, finalmente, saber si el resultado es positivo o un error tremendo. Y cuando ocurre el primer caso, será inevitable retrotraernos a otras producciones que en el pasado disfrutamos con algarabía. Eso pasa, por ejemplo, con “ALF”, la serie creada por Paul Fusco que con solo cuatro temporadas –emitidas entre 1986 y 1990—bastó para impregnarse en nuestra memoria, y en nuestros corazones.
“ALF” contaba la historia de la familia Tanner, integrada por padre, madre, dos hijos y un gato llamado Lucky. Una noche, mientras la familia buscaba ondas radiales en su cochera, sintieron un terrible estruendo: al mirar en la parte del techo, descubrieron una pequeña aeronave que trasladaba en su interior a un (dormido) alienígena. Minutos después de la sorpresa, el personaje –llamado ALF—demostraría que no solo hablaba, sino que tenía la misma rapidez mental que cualquiera de sus anfitriones. Así pues, a lo largo de un centenar de episodios, fuimos testigos de cómo nacía y se reforzaba un vínculo entre humanos y un alienígena que, con su genio particular y su apetito voraz, cautivó a millones de hogares en todo el planeta.
Entonces, resultó inevitable para nosotros rememorar a “ALF” mientras veíamos la nueva sitcom con la que Disney Plus busca enganchar con el público familiar latinoamericano. En “C.H.U.E.C.O.”, no tenemos a un extraterrestre, sino a un simio que no llega desde un planeta lejano como Melmac, sino que fue rescatado en la selva por Giancarlo Gustozzi a los dos años de edad, y al que –en un arranque de la más notable sabiduría y fortuna—se le inyectó un gen que le permitiese hablar. A este peculiar personaje de orejas grandes y ojos color caramelo se le inserta un ambiente 100% familiar en donde, además de los personajes ya descritos, hay una ama de llaves sin pelos en la lengua (Amanda/Consuelo Duval).
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Superada la sorpresa de ver a un simio hablando con acento porteño, los Gustozzi se preparan para su nueva vida. Ya sin problemas económicos, deben simplemente cuidar a C.H.U.E.C.O. y guardar su secreto hasta el fin de los tiempos. Y en 13 episodios de media hora de duración, veremos cómo los integrantes de la familia se nos van presentando poco a poco. De los cinco (incluyendo a Amanda), tenemos solo a un actor argentino (Juan/Darío Barassi). Pero las diferencias aquí son lo de menos, porque se percibe una armonía casi siempre convincente de principio a fin.
Juan es un padre que se sabe solo, que no oculta las dificultades que le significan ser padre soltero, y que tampoco teme evidenciar sus debilidades ante sus hijos. Delfina (Maryel Abrego) es una adolescente de nobles sentimientos que sueña ser músico, y que hace travesuras sin dejar de lado la culpa por fallarle a su padre. Pasa cuando se escapa para ir a tocar con bandita Los Desquiciados. En tercer lugar, está Martín (Santiago Torres), otro adolescente que ama el fútbol tanto como los videojuegos. Él parece ser el hermano más relajado de los tres. Se emociona cuando encuentra ideas de negocios y exige tiempo para estudiar, pese a que se la pasa con la Play Station. Y el hermano menor de la familia es Vicente (Pato Alvarado Loza), un infante que rompe el molde en la casa de los Gustozzi y destaca por su astucia y buen criterio para sugerir salidas a los problemas.
Pero nada en esta familia podría estar completo sin Amanda. El personaje de la ama de llaves es interpretado por Consuelo Duval, la famosa actriz mexicana que dio la vuelta al mundo gracias a su rol de Federica en “La Familia P-Luche”, el formato de Televisa donde todos parecían carecer de un tornillo, excepto la hija, Bibi. En esta serie –donde Duval compartía roles con Eugenio Derbez en el rol de Ludovico P-Luche--, lo políticamente correcto muchas veces no tenía lugar. Y la citada actriz vivía poniendo contra las cuerdas a su despistado y flojo marido.
Retomando. Solo porque tenemos a una familia que recibe la inesperada ‘visita’ de un extraño (con un poder inimaginable) a casa, suponer que hay una inspiración entre una serie y otra tiene sentido. Pero también lo tendría si comparamos “ALF” con “Mi familia es un Dibujo”, la telenovela de Telefe que irrumpió en toda Latinoamérica a mediados de los noventa. Peor aún si vamos más atrás, ¿acaso “ALF” no tiene una ligera inspiración en “E.T.”, el éxito global que dirigió Steven Spielberg en 1982? Así probablemente podríamos encontrar muchos otros ejemplos en televisión, cine, cómics y dibujos animados en general, donde la aparición de un personaje ‘externo’ con cualidades cercanas a las nuestras nos remontan a la creación de Fusco. (Dato 100% spoiler, Amanda habla y gesticula como Federica P-Luche. ¿Y eso qué sería?).
Tal vez mucho mejor que buscar presuntos plagios, copias o inspiraciones, sea analizar a fondo cada uno de los trece episodios de “C.H.U.E.C.O.”. La sitcom de Disney Plus es entretenida. Muestra lo bien que pueden congeniar actores de diversas latitudes en un guion congruente. También estamos frente a un producto arriesgado, muchas veces alejado de los estereotipos (incluso hay un personaje gay que se descubre a sí mismo y todos reaccionan con apertura). Darío Barassi da vida al padre que muchos quisiéramos. Consuelo Duval es renegona, pero a la vez te ofrece un plato de comida caliente cuando lo necesitas. Los niños irradian nobleza y están absolutamente alejados de los males que aquejan nuestra sociedad. Esto último, sin embargo, no los hace indefensos ante el peligro: el viejo socio del tío Giancarlo quiere apropiarse de C.H.U.E.C.O.
Aunque hemos enumerado una serie de aciertos, la sitcom creada por Fernando Barbosa tampoco es perfecta. Si asumimos que habrá una segunda temporada, recurrir a otros 13 episodios tal vez sea mucho. En esta primera entrega el nivel de los capítulos no resulta siempre homogéneo. Si claramente destacan los tres primeros y el último, el octavo y el noveno son notoriamente ligeros y afectan en parte el balance final. En la misma línea, tal vez el rol de Amanda deba ganar algo más de peso en el futuro, evitando dejarla solo como alguien que busca poner en vereda al a ratos ingobernable simio. Luego, personajes secundarios como los competidores de cartas, los ‘raptores’, o incluso la profesora de escuela que pretende a Juan, terminan dejando una sensación de deuda si de elenco hablamos. Nada que no pueda trabajarse con mayor dedicación a futuro.
C.H.U.E.C.O./ DISNEY+
Director: Daniel Casablanca, Kida Kawer
Elenco: Darío Barassi, Consuelo Duval, Agustín Aristarán, Maryel Abrego, Santiago Torres
Sinopsis: La historia se centra en un padre de tres hijos que hereda una fortuna a la que puede acceder con la condición de hacerse cargo de un chimpancé llamado Chueco y de que guarde su secreto.
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