Solo le basta al abogado de Candy Montgomery verla meditar en silencio durante varios minutos, casi sin mover una ceja, para darse cuenta de que algo raro le ocurre. ¿Qué te pasa?, le pregunta. La madre de familia responde –fiel a su estilo—a bocajarro: para mantener la compostura en un momento tan difícil (todos parecen creerla culpable de haber masacrado con un machete a su vecina Betty Gore) precisa de medicamentos.
Don Crowder, sin embargo, es tajante: la impresión que Candy, la acusada Candy, debe dar en pleno juicio es de absoluta normalidad. No pasiva, no adormilada, sino lo más real posible. Por eso le llama la atención y le advierte las consecuencias de su decisión. Esto, por supuesto, será clave en el epílogo del sexto y penúltimo episodio de “Amor y muerte”, la exitosa miniserie de HBO Max basada en la muerte de Betty Gore ocurrida el 13 de junio de 1980 en Texas.
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Pero los calmantes que toma el personaje interpretado por Elizabeth Olsen no son el único ingrediente de este episodio 6 (de solo 45 minutos de duración). Desde el título, tenemos en claro que en ‘pueblo chico, infierno grande’, por ende, donde solo debería haber acusada, abogados y juez, aparece un nutrido elenco de secundarios, como miembros del jurado, periodistas, fotógrafos, policías y hasta chismosos. Todos quieren ‘meter su cuchara’ en el caso, aunque muy probablemente pocos conocen a las dos involucradas.
Aunque no hay muchas pancartas ni tampoco sobrevuelan tomates, la presión que recae sobre Candy Montgomery es muy alta. Ella está segura de su verdad: mató en defensa propia. Pero que esa tesis se generalice en la sala judicial requiere de la participación de un elemento clave en la segunda parte de esta miniserie: el abogado, vecino y compañero de la iglesia metodista Don Crowder. Es él quien, demostrando una destreza inusitada, coloca a los testigos adecuados en la silla junto al juez y lanza cada una de las preguntas debidas en pos de declarar no culpable a Candy.
Especialistas en criminalística, expertos en investigación y otros personajes serán interrogados con temas clave: ¿puede una mujer que planeaba un asesinato haber cometido tantos errores que la dejen en evidencia? ¿La escena del crimen luce como propia de uno planeado con suma anticipación? Las respuestas caen por sí solas y todo queda mucho más claro cuando un reportero que cubre desde los exteriores de la sala judicial, afirma que la atención ya no está hacia quién mató sino en el porqué de sus motivaciones.
Pero abstrayéndonos de este detalle técnico, “Amor y muerte” nos presenta –tal vez de forma algo ligera—los otros pequeños mundos que van derrumbándose en medio de este circo judicial. El propio Pat, esposo de Candy, que no ha podido superar completamente descubrir que le fueron infiel de forma repetida, se siente maniatado no solo porque ni su mujer ni su vecino Don le cuentan detalles del proceso judicial. Peor aún: no lo dejan entrar a la sala (que el juez cambió por una más grande para ganar notoriedad pública). Así pues, se frustra y lo evidencia en varios de los diálogos con su esposa dentro del comedor familiar.
En un segundo lugar aparece el ya muy venido a menos viudo Allan Gore. Derrotado en todos los aspectos, el personaje interpretado por Jesse Plemons solo atina a decir la verdad en el punzante interrogatorio que le realiza Don Crowder. Admite el affaire con la acusada, pero no tiene reparos en decir que se trató solo de algo carnal, es decir, que no se llegó a desarrollar un sentimiento mayor que hubiera podido generar en Candy el deseo de matar a su ‘rival’ Betty. En esa línea, cada una de las siguientes respuestas generan dos cosas: la impresión (o tal vez confirmación) de que la acusada sí actuó en defensa propia y, por último, la furia de su suegro, el cual no duda en increparle su actitud ante el jurado. “Hoy la ayudaste”, sentencia.
“No me quedaba otra”, parece decir Allan, exhausto. Ya en este sexto episodio no aparecen ni si quiera sus hijos. Esa soledad, pero principalmente sus causas, no parecen ser debidamente explotadas por la miniserie de HBO Max. Por ello cuando lo vemos comiendo un sándwich afuera de la sala judicial, este solo se lamenta que por su impulso sexual ahora está enfrentando el peor momento de su vida. Por si fuera poco, sus hijas no tendrán una madre al lado.
Pero no todo es castigo para Allan. También hay espacio para la catarsis. En algún momento él admite que su matrimonio no era perfecto. Y que su esposa tenía serios problemas emocionales. Tantos que él temía en algún momento se suicide y, por ende, no dejaba de llamarla antes de cada viaje. Esto, seguramente, terminaría en las mentes de los integrantes del honorable jurado.
También hay algunos actores secundarios que sufren las consecuencias de su cercanía. Un gran ejemplo puede ser Sherry Cleckler, la mejor amiga de Candy, quien es encarada por desconocidos en público. Todos parecen exigirle que confiese si acaso fue cómplice del “asesinato” de Betty Gore. La dama pelirroja contiene su frustración, pero en el fondo no puede ocultar su incomodidad por el injusto hostigamiento. “Basta de tonterías, es en serio”, reacciona.
Volviendo a lo que pasa en el tribunal, “Amor y muerte” nos muestra el conflicto permanente entre el polémico juez Tom Ryan (Bruce McGill) y Don, el abogado de la acusada. El defensor de nuestra protagonista está convencido de que este magistrado busca notoriedad. Y no desperdicia oportunidad para refregárselo, como cuando le dice que cambió la sede del juicio para traer más “público”, o como cuando le increpa por haber convocado a una sesión de fotos con la prensa en su oficina privada. En sí, la miniserie de HBO Max desnuda el morbo hasta de los personajes más inesperados.
En este punto, la decisión del fiscal de terminar su turno genera un imprevisto para Don: no quiere que Candy declare hoy bajo los efectos de la medicina. El juez, listo para ‘vengarse’ del atrevido letrado, no parece dispuesto a ceder.
A un episodio del final de la serie “Amor y muerte”, es momento de ensayar algunas conclusiones preliminares. Estamos ante una cuidada y a la vez muy bien documentada recreación del antes, durante y después del crimen de Betty Gore. Los reflectores están sobre la ‘culpable’, pero en el transcurrir de los episodios hemos podido apreciar una serie de personajes secundarios que pintan lo que debía ser un juicio serio y solemne, como una exposición del morbo y los flashes. Esa es la principal virtud de esta creación de David E. Kelley.
AMOR Y MUERTE/ HBO MAX
Creador: David E. Kelley
Elenco: Elizabeth Olsen, Jesse Plemons, Patrick Fugit, Lily Rabe, Keir Gilchrist, Elizabeth Marvel, Tom Pelphrey, Krysten Ritter
Sinopsis: La miniserie cuenta la impresionante historia real de Candy Montgomery (Elizabeth Olsen), una ama de casa texana de los años 80 acusada de asesinato. Aunque tenía una familia amorosa, una casa perfecta y presencia activa en la iglesia, Candy no podía superar la monotonía suburbana. Luego de un acalorado encuentro con Allan Gore (Jesse Plemons), su compañero de iglesia, Candy enciende la chispa que le faltaba a su vida. Disfrutaron su amorío planeado con astucia hasta que sus respectivas parejas, Pat (Patrick Fugit) y Betty (Lily Rabe) descubren el secreto y una de ellas decide resolverlo con un hacha.
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