Hace poco, mi vida cambió en más de un sentido. A los 28 años, me convertí en padre primerizo y, al mismo tiempo, tuve la fortuna de adquirir un departamento, luego de un sinnúmero de evaluaciones financieras complejas por ser un freelance más en la ciudad de Lima. Con una familia de tres unida y la ilusión de la casa propia, jamás imaginaría que la salud pudiese llegar a ser una fuente de incertidumbre en este nuevo camino.
Todo comenzó hace unos años, de manera súbita. Un día cualquiera, mientras trabajaba en casa, sentí un dolor punzante en el abdomen. Como cualquier persona ocupada, decidí ignorarlo, creyendo que pasaría en unas horas. Sin embargo, el malestar persistió y empeoró. Al caer la noche, la situación se volvió insoportable y me vi obligado a acudir a una clínica.
Una gastritis producto del mismo ejercicio primerizo de ser padre fue detectada por el doctor. Pero, lo que realmente me alarmó no fue el diagnóstico, sino el costo que implicaba curar la enfermedad. Al no tener seguro, me enfrentaba a una factura que superaba mis expectativas y mi presupuesto.
Con una deuda hipotecaria y los retos económicos de la paternidad, este escenario me llevó a cuestionar seriamente la importancia de tener un seguro de salud para quienes somos trabajadores independientes en el Perú; y es que, si bien, todo peruano goza de los beneficios del Sistema Integral de Salud (SIS), la demanda y falta de actualización dificultan que el acceso sea universal, o al menos lo fue para mí.
La falta de un seguro de salud no solo afecta en momentos de crisis, sino que también puede tener consecuencias a largo plazo, tanto financieras como emocionales, según especialistas.
Un sistema de salud para independientes
En el Perú, el acceso a un seguro de salud está garantizado para aquellos que trabajan en planilla, ya sea en el sector privado o público, a través del Seguro Integral de Salud (SIS) o el Seguro Social de Salud (EsSalud). Sin embargo, para los trabajadores independientes, el panorama es más incierto.
Según el más reciente estudio de la plataforma Alegra.com, software de contabilidad y facturación electrónica para mipymes y emprendedores; los freelancers representan el 14% de la población emprendedora en Perú.
Sobre este estudio, Adolfo Coll-Cárdenas, líder estratégico de Alegra.com en Perú indicó en una entrevista para Forbes Perú que, en este escenario, “los emprendedores independientes se encuentran ante uno de sus mayores desafíos: la gestión diaria de sus finanzas e ingresos, los cuales suelen ser volátiles”.
Teniendo en cuenta este escenario, la falta de acceso a un seguro de salud puede ser un desafío para las finanzas de esta población económica.
Aunque existen opciones como el Seguro Integral de Salud (SIS) para las personas de menores ingresos o en situaciones vulnerables, las trabas burocráticas y mala experiencia de atención en este sistema ha empujado a que más de uno se vea obligado a pagar servicios privados o a adquirir seguros particulares, que suelen tener primas elevadas, limitando su accesibilidad para muchos.
“Vengo trabajando como freelance desde que empezó la pandemia y hasta el momento no he tenido la necesidad de asistir a un hospital por salud. En caso de enfermarse, prefiero asistir a una clínica privada porque he tenido familiares que literalmente empeoraron su salud física e incluso mental al acudir a hospitales nacionales”, comenta José Luis, un joven arquitecto de 26 años.
Esto crea una disparidad significativa en el acceso a la atención médica entre quienes tienen empleos formales y quienes no.
El problema radica no solo en el costo, sino en la falta de información y conciencia sobre la importancia de contar con una cobertura de salud. Muchos independientes, al igual que yo, han tomado la decisión de prescindir de un seguro bajo la creencia de que pueden manejar los imprevistos médicos. Sin embargo, los imprevistos pueden salir mucho más caros de lo que uno espera, y ni imaginar los que vienen.
“Tampoco contrataría un seguro privado de salud. No me he enfermado en 4 años; por lo que prefiero estar así sin seguro. Ahorro más dinero y no invierto en vano”, finaliza José Luis.
“Si no me enfermo, estoy perdiendo dinero”
Las implicancias de no contar con un seguro de salud podrían ser devastadoras. Y es que por lo general se cree que el pagar por un seguro de salud puede resultar desfavorable en nuestra economía.
Esto es aclarado por Luis Castillo Estrada, economista especializado en Finanzas Corporativas y Riesgo Financiero por EADA Business School de Barcelona y CENTRUM de la PUCP, quien actualmente es Gerente de Precios de Transferencia en TPC Group.
“Un estudio sobre el acceso a medicamentos y equidad financiera en Latinoamérica realizado por el investigador Rafael Cortez de la Universidad del Pacífico señala que, en promedio, las familias peruanas destinan para compras de medicamentos S/1,500.00 al año. De dicho análisis se puede inferir que, aproximadamente las familias peruanas gastan S/3,750 anuales en servicios de salud, lo cual representa de manera mensual un importe de S/312.5″, explica el especialista.
Por otro lado, los gastos médicos inesperados, como cirugías o tratamientos prolongados, pueden superar con facilidad los ahorros de una persona o una familia, obligándose a endeudarse y afectar su estabilidad financiera durante años.
“El pagar por un seguro de salud como trabajador independiente debe verse como una inversión, no como un gasto. Si bien existe la percepción de que “si no me enfermo, estoy perdiendo dinero”, esta perspectiva no toma en cuenta que los costos imprevistos de una emergencia o enfermedad grave/crónica pueden ser financieramente devastadores sin la cobertura que provee un seguro. Un seguro de salud protege el bienestar financiero, brindando tranquilidad y evitando que el trabajador independiente deba recurrir a deudas o vender activos en momentos de crisis”, dice Castillo Estrada.
“Además, la cobertura de servicios preventivos y consultas periódicas asegura que los pequeños problemas de salud no se conviertan en complicaciones costosas a largo plazo”, añade.
Salud mental en riesgo
Además, la presión económica también viene acompañada de un impacto emocional. En mi caso, la incertidumbre de cómo iba a cubrir los gastos médicos se sumó a la preocupación por mi salud y el bienestar de mi familia. La ansiedad de saber que una enfermedad podría poner en riesgo no solo mi salud, sino también mi hogar y mi futuro financiero, es una carga que nadie debería tener que soportar.
“Los trámites y las largas colas para obtener una cita pueden afectar la salud de una persona. Definitivamente sí”, explica Cristina Quineche, psicóloga especialista en terapia cognitivo conductual, quien además resalta las diferencias que ha podido notar a lo largo de su carrera en pacientes que llegan de atención en el sistema de salud del Estado.
“También he tenido pacientes que trabajo de la mano con psiquiatría por temas de depresión y ansiedad severos y necesitan medicación y los mando a que vayan a un psiquiatra y algunos van al estado. Y lo que pasa es que, en el Estado, a veces, las medicinas no te las dan, se demoran porque las citas son una vez al mes y con suerte. He recibido pacientes luego de una intervención de otro colega del Estado y se quedan asombrados por el trato, la manera, el vínculo, el interés, el compromiso que puedo dar porque me cuentan que en el Estado han sentido esta atención muy fría, muy lejana e incluso te juzgan algunos colegas”, explica la especialista.
“Incluso se debe tener en cuenta que hay seguros de salud privados que no cubren consultas psicológicas. Debemos tener en cuenta que no es tan fácil acceder a especialistas de salud mental. Usualmente los costos son elevados en la parte privada; mientras que, en la parte pública es bastante complicado encontrarte con especialistas comprometidos. Tengo bastantes años atendiendo a pacientes y también acompañando a familias y de pronto siempre me han dicho los pacientes y las familias que en el sector público no encuentra gente comprometida. Los psicólogos o psiquiatras que los atienden en su mayoría no tienen ese compromiso”, demanda Cristina.
La falta de seguro también genera un ciclo de postergación en la atención médica. Ante el temor de los altos costos, muchos trabajadores independientes optan por evitar chequeos preventivos o demoran visitas al médico hasta que la situación es insostenible, lo cual agrava las condiciones de salud y eleva los costos finales.
“Sí he tenido la oportunidad de trabajar con personas independientes que manejan sus tiempos y sus ingresos pero siempre tienen temporadas inconsistentes entonces esto hace que su tratamiento no sea consistente porque obviamente la parte económica es lo que más los afecta o a veces el tiempo y esto hace que la persona no avance, tanto en la parte emocional y salud mental”, finaliza la psicóloga especialista en terapia cognitivo conductual.
Opciones y soluciones en el contexto actual
Frente a esta realidad, existen algunas soluciones disponibles por parte del Estado y las empresas privadas dirigidas a trabajadores independientes. Desde el lado público, en primera instancia se encuentra la cobertura del SIS, que, si bien tiene sus retos, un correcto registro puede ser oportuno en un momento de emergencia.
“En casos donde el acceso a un seguro de salud privado es inviable, la mejor recomendación económica es explorar alternativas públicas, como el Seguro Integral de Salud (SIS). Si bien no es tan completo como algunos seguros privados, ofrece cobertura básica para emergencias y enfermedades comunes. También es importante considerar planes de ahorro específicos para salud, donde se pueda apartar una pequeña cantidad mensual destinada a gastos médicos futuros. Por último, se recomienda mantener hábitos de vida saludables y realizar chequeos preventivos, lo cual permitirá reducir costos a mediano y largo plazo”, recomienda Luis Castillo Estrada.
Por otro lado, algunas aseguradoras han desarrollado planes de salud muy básicos para quienes desean una atención regular y no tan específica, destinadas a un público más diverso y no tanto a los trabajadores independientes. En otros países como Alemania, el asunto es otro.
“Un ejemplo relevante de seguro de salud que podría adaptarse en Perú es el modelo alemán de Seguro de Salud Independiente. En Alemania, existe un seguro específico para freelancers y trabajadores independientes que combina aportes del gobierno con primas accesibles, dependiendo de los ingresos. Este sistema podría implementarse en Perú para garantizar que los trabajadores independientes tengan acceso a una cobertura adecuada sin ser gravados por primas exorbitantes”, cuenta el economista.
“Un modelo así podría incluir contribuciones escalonadas según el nivel de ingresos del freelance y ofrecer una red de atención básica con la posibilidad de ampliar la cobertura según la capacidad económica del afiliado”, finaliza.
Mirando hacia atrás, no puedo evitar sentir que, en mi caso, la falta de previsión fue un error que casi me cuesta caro. Como muchos, subestimé la importancia de tener un respaldo en materia de salud, creyendo que con buena organización financiera podría enfrentar cualquier situación. Sin embargo, cuando la realidad golpea, uno se da cuenta de lo vulnerables que somos sin un seguro que nos respalde. Ya no se trata solo de protegerme a mí, sino de asegurar el bienestar de mi familia.
Ser freelance es una elección, y con esa elección vienen responsabilidades que van más allá del trabajo. La salud, como descubrí, no es algo que podamos dar por sentado. Si algo he aprendido es que, aunque a veces creamos que estamos ahorrando al no pagar un seguro, en realidad, estamos corriendo un riesgo que, cuando se materializa, puede costarnos al punto que el dinero ya no será suficiente.