La coprofagia es una situación desagradable para todos, sin duda. Pero, más allá de la incomodidad, este trastorno nos indica que puede haber diferentes problemas de salud en nuestra mascota. Lo primero que debemos saber es que es más común en cachorros que en perros adultos, y sus causas están ligadas a alteraciones como insuficiencia pancreática, infecciones intestinales o el síndrome de mala absorción, por ejemplo.
También puede deberse a problemas de comportamiento, como el querer llamar la atención o por desear imitar a su amo cuando se agacha para recoger sus excrementos. Cuando hay más de dos canes en casa, la mascota sumisa podría llegar a comer las heces de la dominante.
Otro factor que puede desencadenar la coprofagia es la ansiedad al limitarle sus tiempos de paseos o no respetar sus horarios de comida. Por último, la llegada de una nueva mascota al hogar podría causar esta clase de reacciones.
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La coprofagia, además de ser un problema para los dueños, es perjudicial para la salud de la mascota. Sobre todo si consumen excrementos de otro perro que podría estar contagiado de parvovirus o hepatitis. Además, las heces que están mucho tiempo sin retirarse pueden infestarse de larvas de mosca, bacterias u hongos.
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¿Cuál debe ser el tratamiento?
Lo primero que debe hacerse es descartar que la condición se produce por un problema de salud. Si es por comportamiento, hay algunos consejos que pueden ayudar a evitar la mala costumbre. Por ejemplo, echar una salsa o especia en las heces para que si las prueba tengan un sabor desagradable. Otra alternativa es darle órdenes con voz suave cuando el perro está a punto de comer sus excrementos para distraerlo y recoger sus heces sin que se de cuenta.
Lo más recomendable siempre será recurrir inmediatamente al veterinario para un diagnóstico completo.