Definición de gastos hormiga: Son aquellos gastos diarios, de poca cuantía, aparentemente imperceptibles y fuera de nuestro planeamiento, que hacemos de manera casi inconsciente. ¿Te has puesto pensar a cuánto ascienden los tuyos? Y si vamos más lejos ¿Has calculado lo que hubieras podido comprar si no tuvieras esos “inocentes derroches”?
A más tecnología, más gastos hormiga
Los gastos hormiga han cambiado con el tiempo. Ya no se trata solo de gastar en un café, o en una “golosina barata”. “Tradicionalmente, eran pagos que hacíamos al paso, por ejemplo, antes de pagar en un supermercado se nos cruzaba el chocolate o el cable nuevo para el teléfono”, nos dice Andrés Uribe, director de Finanzas, Inversiones y Tesorería de MAPFRE, en entrevista con El Comercio.
“Hoy se nos cruzan las cyberofertas donde el precio de la camisa es ‘demasiado bueno para dejarlo pasar’. El marketing digital se centra en buscar ofrecer lo que hemos buscado o hemos comprado antes, y nos lo ofrecen de tal manera que sentimos que si no se toma acción inmediata perderemos una oportunidad, o en su defecto que ‘nos lo merecemos hoy’. Hoy más que nunca es indispensable generar un presupuesto que nos ayude a controlar nuestro gasto. No todo lo que parece oro lo es”, explica el especialista.
Sobre este punto, German Manrique, gerente de microfinanzas de Equifax - Infocorp, nos indica que “existen elementos que han contribuido a un acelerado incremento dentro de la interoperabilidad de billeteras digitales del gasto hormiga y que se caracterizan por 2 componentes que ha hecho que se eleve los niveles de sobreendeudamiento y afecte la capacidad de pago y liquidez: El bajo valor del gasto hormiga que percibimos como insignificantes y la frecuencia del mismo”.
“Actualmente el 10% de transacciones en la economía peruana se realiza por pagos digitales con más de 18 millones de usuarios y 480 millones de transacciones minoristas mensuales para el 2024 en un promedio de S/.750. El uso cada vez mayor en comercios físicos y digitales aumenta la oferta de los pagos digitales simplificando considerablemente los procesos, facilitando su uso y brindando rapidez a las transferencias bancarias aunado a las promociones comerciales han modificado los hábitos de pago del consumidor peruano a una mejor experiencia de mayor propensión al gasto”, explica.
Otros gastos que nos succionan el bolsillo
Así como los gastos hormiga, existen otros despilfarros que hacemos sin darnos cuenta. Estos son los llamados gastos fantasma o vampiro, que a diferencia de los gastos hormiga, que no son planificados; los fantasma se planifican pero terminamos por no usarlos como por ejemplo los servicios de streaming, el gimnasio, etc.
“El gasto fantasma es aquel vinculado al desperdicio o al desaprovechamiento. Uno clásico es dejar la luz prendida, dejar un artefacto enchufado (tu cargador, por ejemplo), la puerta del refrigerador abierta o tal vez echarse una ducha más larga de la necesaria. Debemos de pagar por el consumo de electricidad y el agua, pero si somos cautos podemos minimizar el gasto. Es útil saber cuánto es lo que se requiere y cuánto es un lujo no programado. Estudios en los EEUU indican que se desperdicia hasta el 35% de la energía en un hogar”, explica Uribe.
¿He podido comprarme un auto o un depa?
Se dice que la suma de muchos de estos gastos hormiga, incluso nos permitirían comprar un auto y hasta dar la inicial de un departamento. ¿Esto es cierto?
“Existe ese ejemplo de que si ahorramos la misma proporción monetaria por un periodo prolongado podemos adquirir un bien de valor, y estamos en lo correcto, Sin embargo no siempre se tiene esa disciplina y planificación para llevarlo a cabo de manera diligente, ya que en los últimos 10 años han nacido necesidades que comprometen, según estimaciones, el 5% más de la renta mensual percibida, debido a tecnologías de interoperabilidad de transacciones, ecommerce, tiendas virtuales, la expansión retail, mayor deseo psicológico de compras, ofertas comerciales agresivas y uso de líneas de TC del sistema financiero han comprometido la distribución de gasto del peruano promedio”, sostiene Manrique.
Esta facilidad de gasto puede verse sobre todo, según Manrique, en jóvenes de la generación Millennials y Z que, tempranamente inician su experiencia bancaria y de gastos con una fuerte sensibilidad comercial y conexión íntima a sus decisiones económicas. “Para consumidores de mayor madurez generacional (X,Baby boomers) es menos complejo estos comportamientos ya que los criterios de manutención en la familia hacen que se autorregulen los gastos hormiga pero con participación mínima igual”.
Hagamos cálculos y sumemos gastos
Si de tratar de hacer cálculos, Uribe sostiene que si sumamos pequeños gastos a lo largo de mucho tiempo se puede llegar a altas sumas de dinero. “Tomando de referencia los gastos fantasmas, si no controlas tu uso energético y gastas, por ejemplo, s/100 en energía al mes, y, adicionalmente, te das un gusto de s/1.50 al día, en 15 años hubieses podido ahorrar más de s/ 27 mil soles, que te puede alcanzar para un auto o la inicial de un departamento”.
¿Y si hacemos un cálculo basándonos en las “inofensivas tazas de café que nos tomamos en la cafetería del trabajo? Uribe hace cuentas: “Si te tomas un café y un antojo por s/7.50 al día estarías gastando s/225 al mes. Si ese monto lo ahorras ya sea a través de un plan de ahorros o similares, en 10 años obtendrías más de s/41mil y en 15 años casi s/78mil. ¿Nada mal no?
¿Qué hacer ante este problema?
“Ciertamente todo parte de la autorreflexión de que es un problema que afecta; y si la respuesta está más relacionada con una emoción que con una necesidad real, es una señal de que comprobarlo y resolverlo se hace más complejo”, señala Manrique.
De poder identificarlo, explica el especialista, el ejercicio es iniciar con algún gasto que se puede suprimir de manera gradual contra un objetivo de recompensa que sea capaz de reconvertir ese comportamiento. Ejercicios como:
- Iniciar con un gasto hormiga mensual aplicando prácticas de mitigación.
- Motivarse con la compra de una alcancía.
- Tener más lectura de buena educación financiera.
- Si gasto en un café en un establecimiento, puedo llevar una bebida de casa más saludable.
- Revisar las conexiones del hogar que consumen más energía en KW.
- Desconectar los artículos electrodomésticos que consumen más KW en horas pico.
- Uso de bombillas ecoeficientes en el hogar.
En ese sentido, Uribe recomienda concientizarnos de nuestros gastos y de nuestros ingresos. “La mejor manera de hacer eso es mediante un presupuesto mensual donde detallemos cuanto ganamos y cuanto queremos gastar. No te dejes llevar por los impulsos, habla con tu familia y busca su apoyo. Siempre podemos llegar más lejos en equipo”, señala.
¿Por qué gastamos?
Llegado a este punto, cabe la pregunta ¿Por qué gastamos por gastar? Ana Lorena Elguera Pajares, directora de la carrera de Psicología de la Universidad San Ignacio de Loyola, nos responde que “este impulso surge no solo de una necesidad operativa, sino de una necesidad psicológica de ‘tener todo en el momento en que lo queremos’. Esta ‘necesidad’ puede trabajarse en psicoterapia, donde se aprenden estrategias y técnicas para manejar mejor nuestros gastos”.
En ese sentido, la especialista recomienda enfocarse en estrategias que nos permitan disminuir estos gastos, como generar un autodiálogo que calme nuestra ‘necesidad’ de hacer compras sin sentido, cambiar rutinas para centrar nuestra atención en otras actividades y establecer un horario que nos permita organizar mejor nuestras tareas diarias, evitando así invertir tiempo innecesariamente”.