En una anodina oficina del centro de Londres, la investigadora Melanie Smith examina con atención la cuenta de Twitter de una británica de 17 años que se escapó para unirse a los militantes de Estado Islámico.
"Lo que estamos viendo aquí es cuando anunció la muerte de su marido", explicó Smith señalando un mensaje de hace unos meses que dice: "Que Alá acepte a mi marido".
En la misma cuenta hay videos de propaganda y artículos de prensa, sobre todo en la época del atentado islamista contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo en París, en enero.
"Vimos que difundía fotos de los dibujantes que habían sido asesinados y otros mensajes que celebraban los atentados", dijo Smith.
La cuenta es una de las varias que usa Salma Halane, una escolar de la ciudad norteña de Manchester que se escapó para unirse al grupo con su hermana gemela Zahra en julio de 2014.
Las gemelas forman parte de un grupo de 550 mujeres occidentales que se han unido a estos militantes islamistas que ya controlan grandes extensiones de territorio en Siria e Irak.
Smith y su colega Erin Saltman, del Instituto para el Diálogo Estratégico de Londres, han elaborado el perfil de 108 de estas mujeres a partir de sus cuentas en las redes sociales, en un proyecto innovador para entender más sobre estas reclutas femeninas.
"Es más o menos mi vida ahora, es un poco una obsesión", dijo Smith, una rubia menuda que acaba de cumplir 23 años, una edad similar a la de muchas de las mujeres que estudia.
Las dos académicas no interactúan con las mujeres, simplemente las observan.
"¡Somos mironas!", se ríe Saltman, de 30 años, experta en radicalización y extremismo violento.
Decapitaciones y niños muertos
Sin embargo consultar durante horas cuentas de Twitter, Facebook, Ask.fm y tumblr puede pasar factura.
"Estás todo el rato viendo imágenes muy inquietantes, de todo, desde decapitaciones a niños muertos. No es fácil", dijo Saltman.
Algunos investigadores pueden convertirse en blancos. "Personalmente he recibido un par de amenazas de muerte en Twitter," dijo Saltman.
Smith comenzó a trabajar en la base de datos hace un año, archivando mensajes de las mujeres que han dejado sus vidas occidentales para convertirse en esposas de combatientes para poblar el nuevo "califato".
Una de las muchachas que observan tiene sólo 14 años. "Siento compasión por las más jóvenes", explica, un sentimiento que a veces se desvanece a medida que se radicalizan.
"No siento mucha lástima. Pero me interesa saber lo que les llevó a tomar esa decisión", agregó.
La investigación, llevada a cabo conjuntamente con el Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización del Kings College de Londres, es necesariamente limitada porque se centra en las cuentas en inglés.
Un estudio reciente de Estados Unidos identificó al menos 46.000 cuentas de Twitter de los partidarios del grupo, tres cuartas partes de ellas en árabe.
La información desafía la noción de las ingenuas "novias yihadistas", porque algunas mujeres están tan ideológicamente comprometidas como los hombres.
Leyendo entre líneas
Aunque no pueden pelear, las mujeres utilizan el libre acceso a los medios sociales para difundir propaganda islamista y animar a los nuevos reclutas.
"Sabemos que lo que estamos viendo es propaganda, no la realidad. Leemos mucho entre líneas", dijo Saltman.
Menciones de abortos involuntarios, el dolor de dejar a las familias en casa o el abandono que sienten algunas viudas se deslizan entre la glorificación a los combatientes.
Las mujeres saben que están siendo vigiladas. Si los investigadores las leen, sería absurdo pensar que los servicios de seguridad no lo hacen.
"Muestran una perspectiva íntima de su vida, pero es también una perspectiva muy consciente", explicó Saltman.
(Fuente: AFP)
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