Pierina Denegri Davies

Cuando hablamos de Ayacucho, hablamos de su gastronomía deliciosa, su historia inolvidable y sus paisajes hermosos -entre otras cosas importantes-. Desde hace un par de años, un restaurante en Quinua, parte de la provincia, se ha posicionado como uno de los puntos fijos a visitar si se viaja. Apostando por conocer más de nuestro país y sus propuestas nuevas, visitó Límacos, un conocido restaurante que se volvió viral en redes gracias a su arquitectura y apuesta por dar a conocer la cocina local, con un toque contemporáneo.

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La atención al público comenzó en 2021, pero el proceso de construcción data de 2019. “Fue un esfuerzo en conjunto con colaboradores, entre artesanos de la localidad y voluntarios de otros países, sobre todo para la construcción y ver el concepto de la arquitectura orgánica. Eso sin duda es una pasión mía, la arquitectura es algo que me gusta mucho y quise plasmarlo en este espacio”, comenta Max Limaco.

Él es hijo de don Máximo Limaco, reconocido artesano de Quinua por su trabajo con cerámica e imaginería ayacuchana. Precisamente, el restaurante comparte una entrada con el espacio de trabajo de este artista. “La idea era crear el restaurante y que los visitantes puedan tener una experiencia completa en la que disfruten de buena comida, una atención de calidad y puedan conocer más sobre la artesanía local de la mano de mi padre”, agrega Max.

Sin duda alguna, el estilo del local es lo que llama la atención de los visitantes. Proponen acogedoras construcciones que asemejan pequeñas cabañas, cúpulas o alguna forma orgánica. Así, en cada espacio se aprovecha el cemento, fierros, fibra de vidrio y madera de eucalipto. “La arquitectura es orgánica y sostenible, en la que buscamos una armonía con la naturaleza, sin perder de vista el diseño de interiores con toques artesanales”, explica el creador del restaurante.

El éxito del local fue tal que sin siquiera haber terminado la construcción por completo, los visitantes ya se acercaban curiosos, para saber de qué se trataba. Poco a poco, más personas fueron llegando, apostaron por probar su carta y distintos creadores de contenido en redes sociales comenzaron a compartir la propuesta de Límacos, que se fue dando a conocer con más fuerza.

Antes, según nos explicaron durante nuestra visita, la oferta gastronómica era reducida. Usualmente, si se buscaba algún bocado, se optaba por alguno de los puestos de comida que se encuentran en la salida del santuario histórico de la Pampa de Ayacucho. Por eso, cuando surge Límacos y cada vez lo visitan más personas, Max explica que aparece el compromiso también por elevar la carta que ofrecen y crear una experiencia memorable.

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“El foco no estaba en la gastronomía desde un comienzo, porque yo no soy cocinero. Fue gracias al trabajo del equipo de cocina, chefs colaboradores y demás invitados que hemos mejorado nuestra carta, cambiado un poco la propuesta, afinando detalles y creando presentaciones más llamativas”, señala Límaco.

El sueño en este restaurante es dar a conocer lo mejor de la gastronomía ayacuchana, logrando capturar la esencia de cada receta clásica y elevando su presentación, dándole el toque Límacos. Aquí se busca celebrar lo clásico, pero con un giro más contemporáneo. “Incluso, gracias a la colaboración que tuvimos con el chef Felipe Garzón (de Pregón de las Once), hemos conocido más sobre la importancia de buscar buenos proveedores, viajar, inspirarnos y así creamos en conjunto unos postres interesantes”, admite Max.

Lo que probamos

La carta de Límacos es reducida y con proprósito, en la que presentan una variedad entre platos típicos ayacuchanos y otras opciones diferentes. Entre las entradas resaltamos el Qapchi con papas nativas, un descubrimiento en nuestro viaje a Ayacucho que disfrutamos en distintas versiones. La versión de este restaurante se presenta con papas nativas, huevito de codorniz y la espesa salsa a base de queso.

Uno de los platos más pedidos es el Cuy Crispy. Esta proteína se empaniza de manera perfecta con hojuelas de quinua y se fríe en su punto. La carne resulta tierna, suave y muy sabrosa. Se sirve con trozos de papas, granos de choclo y qapchi. Nuestro fondo favorito fue el Puca Picante, al estilo de Límacos. El clásico guiso a base de ají panca con maní se prepara con papas de la zona y se sirve con una porción de tallarines y chicharrón de cerdo. Si gusta, puede cambiarlo por cuy. Si bien la presentación es llamativa, el saborcito casero no se pierde y la sazón estuvo en su punto.

Cuentan con una carta de bebidas, en la que podemos encontrar desde calientitos de pisco hasta cocteles autor. Probamos el Humo Punch, una bebida a base de vodka, zumo de maracuyá, muña, aguaje y jarabe. El sabor es refrescante, dulce sin ser empalagoso y perfecto para acompañar la comida.

Los postres son, de alguna manera, la sección mejor lograda de la carta y un punto importante e la visita. El Muyuchi, un clásico postre helado local a base de leche y ajonjolí, se sirve en una base de bizcocho de tres leches. Se corona con kiwicha tostado, miel de airampo y el complemento es una porción de dulces de balay, para picar distintas presentaciones.

Nuestro favorito fue El Carnaval, que consiste en una base de chocolate ayacuchano, tocto acaramelado, helado de poroto y de chocolate y ponche de cerveza. Se sirve con unas delicadas serpentinas de caramelo y viene en un hermoso retablo. La combinación de sabores, texturas y temperaturas nos conquistó por completo.

Límacos es un restaurante con un potencial enorme, de esos que dan esperanza. Se nota la pasión de quienes lo crearon, de quienes cocinan y de quienes atienden al público que viene de diferentes partes del mundo- Aquí, se deleitan con una gastronomía sabrosa y un arte que se nota en cada pared, mesa o lámpara creada especialmente para este espacio.

Datos:

Límacos se encuentra en San Martín 108, Distrito de Quinua, Ayacucho. Atienden de martes a domingos, desde el mediodía hasta las 4:30 p.m. Se recomienda realizar reservas. Para conocer más, puede visitar el perfil de Instagram @limacos.quinua.