Puede que su nombre todavía no sea familiar para muchos, pero es más que seguro que en algún momento te hayas encontrado ‘scrolleando’ en tu ‘feed’ de TikTok o Instagram con un video en el que una joven cocinera les pregunta a los miembros de su producción qué cocinar: si chijaukay o tipakay y, tras recibir la primera opción como respuesta, procede a hacer la otra receta en una épica ‘trolleada’ que le dio su primer momento de fama en redes sociales.
En un entorno como el mundo digital en el que todo parece estar extremadamente cuidado para ser perfecto, su estilo natural y despreocupado le ha permitido hacerse de una comunidad de más de 150 mil seguidores en menos de cuatro meses. “Hay gente que piensa que es un personaje que me he creado para los videos, pero no. Cuando me conocen, se dan cuenta que en verdad soy así, que me divierto. Para mí la vida es diversión”, nos cuenta María José Vigil Checa, la chef detrás de Majo con Sabor, mientras esperamos el inicio de la sesión de fotos para esta nota.
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Y es esa búsqueda de diversión la que siempre la ha llevado a buen puerto, incluso en la realización del video que le abrió las puertas a la etapa actual que vive en su vida profesional. “El tipakay era un plato que, en realidad, no teníamos previsto hacer. La idea era preparar platos rápidos, tipo sánguches, como habíamos estado haciendo. Y alguien propuso hacer un chifita, pero no queríamos hacer chaufa porque se hace mucho. Viendo los insumos, teníamos para hacer otras cosas y yo quería hacer tipakay, porque a mí me encanta. Pero en las cámaras al elegir, dijeron todos chijaukay, porque les encanta lo salado, y yo les dije lo que les dije, porque, primero, sí quería hacer tipakay y, segundo, porque me faltaba un insumo para el chijaukay. Pero así salen las cosas cuando grabamos, de manera espontánea”, recuerda la cocinera de 24 años de edad.
“A veces me pasa que me olvido de poner ingredientes, como cuando hicimos la receta del ají pollero, y no pusimos el huacatay. No es que me dé igual lo que diga la gente, pero lo más importante es la diversión. Siempre les digo eso a los chicos de la producción: yo no quiero que esto se convierta en un trabajo, quiero que nos divirtamos, que nos matemos de risa”, explica.
- Esa espontaneidad se ha vuelto el sello de tus videos, como quien ve un detrás de cámaras…
Una de las cosas que le dije a la productora cuando empezamos a hacer los videos es ‘hagamos algo en lo que pueda ser yo, porque si tú me pones un speech, la jodimos’. Si tú me dices: “di A,B,C”... no la hago, no me da la memoria.
- Has evolucionado mucho en comparación a tus primeros videos, se te ve más suelta ante cámaras.
¡Sí, es muy loco! Justo hace poco estaba con Ernesto Noriega, de Ernesto Cocina, que es quien me invitó a hacer mi primer video y gracias al que conocí a la productora con la que trabajo ahora, y nos ponemos a ver el video que hicimos y, en verdad, la cara de ‘palteada’ que yo tenía, estaba asustada, se notaba que no quería estar en cámaras. La diferencia es abismal.
-¿Nunca habías hecho televisión o algo ante cámaras?
No, nada. Bueno, cuando tenía 10 o 12 años salí bailando en un concurso de bailes al estilo de la serie “Patito feo” (de Disney), era un concurso en Nicaragua, pero no ganamos obviamente, pero me acuerdo que bailamos en televisión. Y, bueno, en noviembre del 2023, hice un cásting, nunca lo voy a olvidar, porque era mi primera vez en la tele y yo temblaba hasta me dio diarrea por la ansiedad.
- ¿A qué crees que se debe esa comodidad con la que sales ahora?
Es eso: la comodidad que me hace sentir el equipo, el hacerme sentir que sí podía. A mí me costaba un montón, porque es un mundo nuevo: de estar encerrada en una cocina a que todo el mundo te pueda ver. Y no saber quién te va a ver, qué te van a comentar. En ese sentido, tenía miedo. Además, yo siempre he sido muy insegura. Pero, después de ese cásting que hice, sentí que me gustó y que quería estar en ese mundo. Sabía que tenía que quitarme los nervios o quedarme estancada. Y con mi productora hice clic, encajan bastante con mi forma de ser.
-¿Cómo reaccionaste cuando te hiciste viral?
No me la esperaba. Te cuento que yo estaba con dengue en ese tiempo. Estaba en Ecuador, estaba hecha miércoles. Me fui a dormir y al día siguiente vi mi teléfono y no podía ponerme al día con tantos mensajes. Me dije qué está pasando. Llamé a Henry, de mi productora, y me dijo: “Majo, te viralizaste”. Fue increíble, ese video llegó a tener más de 3 millones de vistas.
@majoconsabor Hoy en mi cocina les tengo una delicia: mi especialidad, Pollo Tipakay. ¡Una explosión de sabores que te transportará a otro nivel! 🍗✨ ¡Acompáñenme en este viaje culinario y déjense llevar por los sabores únicos de mi Pollo Tipakay! 🌶️ #PlatoDelDía #PolloTipakay #MajoconSabor #CocinaConSabor #peru #lima #restaurant #foodie #foodporn #food #nutritivo ♬ sonido original - majoconsabor
La vida antes del viral
- Cuéntame de tu infancia, creciste en Nicaragua.
Nací en Managua, Nicaragua y viví allá hasta los 12 años. Luego vine al Perú, a vivir a Piura. Mi papá es de Nicaragua y mi mamá es peruana, de Piura. Así que de niños, veníamos constantemente, cada Navidad. Mi hermano también nació allá en Nicaragua. En Piura viví 6 años.
- ¿Has sentido desarraigo por haber vivido en diferentes lugares?
A mí me costó mucho cuando nos mudamos a Piura, porque en Nicaragua nosotros vivimos en el campo. Si me molestaba con mi mamá, me agarraba una fruta y me quedaba todo el día en el campo, tenía mi espacio. Cuando llegamos a Piura, fuimos a un departamento de tres cuartos. Para mí fue algo que me mató, me volví súper rebelde, me costó mucho adaptarme, ¡un montón! Además, me hicieron bullying en el colegio. En Nicaragua, en mi colegio no tenía uniformes y todo estaba muy enfocado en el deporte y en lo artístico, en Piura me pusieron en un colegio solo de mujeres del Opus Dei. Para mí fue muy fuerte. Además, yo quería estar en el grupo de mi prima, que estaba en el mismo año y en el mismo salón, pero como que pasó lo contrario, me sacaba del grupo y me hacía bullying, porque ella era la primera de la clase, la perfecta, y yo era la que no estudiaba, la que hacía el desastre. Me sentí bastante feo en el colegio. Ya luego de la secundaria, vinimos a Lima.
- ¿Y en Lima qué te hace decidirte dedicarte a la cocina?
Yo me fui a Colombia por tres meses, estuve de mochilera viajando, porque no sabía qué hacer con mi vida. Te seré sincera, a mí no me gusta estudiar, no se me daba. Entonces viajaba y un día mi mamá me dijo bueno: “Ok, tú quieres viajar, pero gastas mucho en comida, aprende a cocinar”. Así que me metí a estudiar cocina, entré a D’Gallia pensando “bueno, un mes a ver qué pasa”, y a la semana ya estaba haciendo prácticas en una cocina y me enamoré de la gastronomía. Y no dejé de trabajar. Hice prácticas durante 2 años y nunca paré.
- No eras la niña que hacía postres. Encontraste tu vocación en el camino.
Sí, nunca me había gustado la cocina. A mi abuela sí. Mi familia por parte de padre era muy machista, y mi abuela me decía “métete a la cocina”, pero yo lo odiaba, yo prefería irme al campo, yo era la rebelde de la familia. Que de grande me encantara la cocina, era algo que no me imaginaba. Aunque un chamán predijo mi futuro…
- ¿Cómo así?
Mi mamá siempre ha sido muy hippie y en el 2014 me llevó de viaje a Huaraz con una tía que quería ir a ver a un chamán para que le hiciera una limpia. Pero cuando llegamos, el chamán solo me hablaba a mí y él me decía: “Vas a ser chef” y yo estaba muy molesta, pensaba “calla, miércoles, no sabes lo que hablas”. Incluso, cuando nos fuimos, nos dio unas hojas y en la mía decía “María José va a ser chef”. Yo me había olvidado de eso, pero mi mamá me mostró el papel y me parece increíble.
- ¿En qué restaurantes trabajaste?
Mis primeras prácticas las hice en un restaurante de comida nikkei, en Kaikan del Óvalo Gutiérrez, luego estuve en El Merlín de Cabo Blanco, estuve allí unos seis meses en su local de Lince. Cuando abrieron en Calí, Colombia, estuve allí unos 8 meses. Pero falleció mi tío y regresé a Lima, justo poco tiempo antes de la pandemia de COVID-19.
- Siempre has estado metida en el mundo de la comida marina…
¡Me encantan los pescados y mariscos! Curiosamente, mi familia es vegetariana y cuando era chiquita no comíamos carne en casa, salvo cuando íbamos a la casa de mi abuela, era como un premio para mi hermano y para mí. Cuando comía carne roja, me costaba muchísimo digerirla, pero cuando era estudiante de gastronomía, un chef me dijo ‘tú no vas a ser nadie, si no comes esto’ y era un trozo de hamburguesa. Y bueno ahora sí ya como carnes (risas).
La vida fuera de cámaras
- ¿Qué piensan tus papás de esta etapa tuya?
Les gusta pero a la vez no les gusta, porque tienen temor de lo que trae la exposición. Cuando comencé con las redes sociales fue porque en los restaurantes en los que trabajo son todos japoneses serios, y yo era la que decía vamos a hacer más cosas y ponía la cara. En ese momento yo le decía de broma a mi mamá “algún día me verás en la tele” y hace poco cuando mi mamá me vio en “El gran chef: famosos”, se emocionó mucho, era la persona más orgullosa del planeta. Me llamó casi llorando, diciéndome que estaba feliz y muy orgullosa. A mi papá también le encanta lo que me está pasando, aunque él es más figureti (risas).
- ¿Sientes un cambio muy drástico en tu vida a partir de tu éxito en redes sociales?
Sí ha dado un giro muy grande y muy inesperado. No esperaba que me llamen para la tele o para reportajes. Pero esta exposición, esta fama, si se puede decir así, te cambia para bien y para mal. Creo que para bien, a mí me ha dado cierta fuerza, me ha dado seguridad en mí misma. Aunque yo soy muy espontánea y tal, siempre he sido muy insegura, siempre he hecho lo que hacían los otros por temor a no encajar, no tenía personalidad. Ahora si no quiero, no lo hago y eso puede chocarle a algunos. Entonces, en ese aspecto sí ha cambiado mucho mi vida. Ahora tengo más personalidad y tomo mis propias decisiones.
- Además de tu trabajo como creadora de contenidos, tienes varios restaurantes. ¿Cómo eres como jefa? ¿Muy exigente?
Cero. Creo que una de las cosas que aprendí de Giancarlo (Tamashiro, mi socio en Kyoto) es una forma de jefatura solidaria. Giancarlo es un jefe que, por ejemplo, si tú te cortaste cocinando, te va a decir: “anda, lávate y cúrate, yo me quedo cocinando en tu lugar”. Al verlo, me doy cuenta que en realidad un buen jefe tiene que ser un líder. En nuestra cocina, no somos los jefes, somos compañeros todos. Obviamente hay respeto, pero salimos a comer, a jugar fútbol, somos una familia.
-¿Y para ustedes es difícil trabajar juntos siendo también pareja?
Te soy honesta, lo que más nos ha unido ha sido el trabajo en muchos aspectos. Hay mucha gente que dice que trabajar con tu pareja es lo peor que puedes hacer, pero en nuestro caso no es así. Además del amor, el trabajo nos une. En muchos momentos que hemos tenido problemas, el trabajo nos ha unido. Por ejemplo, hemos discutido, vamos a trabajar, trabajamos y se nos olvida lo que pasó y todo fluyó.
- Él es muy perfil bajo en tus redes.
Él siempre ha sido perfil bajo, no tienes idea. Él no trata de demostrar qué tiene o qué hace. Nunca movió mucho sus redes sociales, y ahora está con alguien que mueve sus redes al 100%. Somos súper distintos en ese aspecto. Él es de estar súper en su mundo, 100% en su trabajo, y yo soy un poco más relajada: de trabajar también, pero de vivir la vida también.
-¿ Les hace mucho el comentario de la diferencia de edad?
Uf, desde el día 1. Por eso en un video, como broma dije ‘ahora sí les voy a enseñar a mi verdadero papá’ y puse a mi papá (risas).
- ¿Cómo se conocieron?
Su mejor amigo es gemelo de mi mejor amigo. Lo conocí en la época en la que yo trabajaba en Koji y él tenía Bento Box y otros locales. Allí lo conocí, empezamos a salir, y en la pandemia lo empecé a ayudar con Bento, me metí a la cocina a apoyar y allí me quedé dos años. Luego me empecé a meter en el lado administrativo. Luego yo me fui a Cala y luego salió el proyecto de Kyoto juntos.
Un futuro con mucho contenido
- ¿Sientes que estás descuidando tus restaurantes por tu faceta de creadora de contenidos?
No, gracias a Dios tenemos un gran equipo. Es cierto que ya no voy al restaurante como antes, porque sé que si no le dedico mi 100% a Majo con sabor, no vamos a lograr el objetivo que tenemos para fin de año, pero el equipo está allí, prestándole atención a cada detalle más que nunca.
-¿Cuál es tu plan con Majo con sabor?
Estoy enfocada 100% en el mundo de Majo con sabor, en hacer contenido que muestre que la cocina también puede ser divertida y que lo difícil puede ser fácil.
-Es cierto que últimamente las películas, series y realities muestran lo duro que puede ser una cocina.
Es culpa de Gordon Ramsay (risas).
-Y tus videos son el lado positivo.
Yo siempre digo que el ingrediente secreto es el entusiasmo. Si tú le pones alegría, todo va a salir mejor.
-Además, valoras el error en tus videos.
Porque en realidad nada es perfecto. Siendo muy honestos, en las redes todos y todas son perfectos hasta que “Magaly TeVe” te muestra lo contrario (risas). Yo siempre destaco que en la realidad no somos perfectos, todos tenemos errores. A mí se me olvidan las recetas, a veces hasta me olvido de postear o me olvido los ingredientes. Como en la receta en la que no pusimos el huacatay. En realidad, sí lo pusimos, solo que no se grabó (risas). Pero así es la vida, no todo siempre va a salir bien, pero hay que sacarle lo mejor hasta a eso.
Kyoto, el restaurante de comida nikkei de Majo Vigil, se ubica en el Centro Comercial Plaza Norte y en el Centro Comercial El Polo. En TikTok e Instagram, la pueden seguir como Majo con sabor. Actualmente, se encuentra trabajando en nuevas colaboraciones de contenido con talentos nacionales y extranjeros.
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