A tres semanas de las elecciones generales, el ambiente político continúa enrarecido y no precisamente por las decisiones del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y la campaña de los distintos candidatos. Lamentablemente, las señales vienen desde el Ejecutivo y el presidente de la República, que lejos de garantizar el proceso, echan sombras sobre este.
“Es preocupante que el presidente de la República no guarde neutralidad en el proceso electoral”, fue la sentencia del presidente del JNE, Francisco Távara. Y al magistrado no le falta razón, incluso invocó al mandatario a que “contribuya a crear el ambiente más idóneo” para llevar a cabo el proceso electoral.
Y lo de Távara no son suposiciones, percepciones o un análisis político. El jefe del ente electoral tiene sobradas razones para llamar la atención a Humala Tasso.
En un hecho insólito en democracia, el jefe del Estado suscribió un acta del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Nacionalista Peruano (PNP), en el que expresa su “preocupación por la falta de ponderación que ha exhibido el Jurado Nacional de Elecciones y los jurados electorales especiales en una serie de actos resolutivos contradictorios, lo que habría redundado negativamente en la necesaria transparencia de las elecciones generales 2016”.
La firma de este documento va más allá de una simple toma de posición o transgresión del más elemental sentido de neutralidad. Con esto, el presidente Humala está yendo contra lo que establece la Constitución.
El artículo 118 de la Carta Magna es irrefutable: “Corresponde al presidente de la República cumplir y hacer cumplir las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones”.
Es decir, Humala Tasso está violando flagrantemente la Constitución, pues el acta partidaria pone en tela de juicio las decisiones autónomas del ente electoral, calificándolas de contradictorias y faltas de concordancia.
Pero el acta del PNP no es un hecho aislado y más bien pareciera que es parte de toda una estrategia, pues solo así se podría explicar –por ejemplo– el tuit de Nadine Heredia que compara el actual proceso con lo vivido en el 2000. “Como en la peor época, el fujimorismo pretende imponerse con la ayuda de instituciones parcializadas”. Y por si fuera poco, el congresista Fredy Otárola, presidente de la Comisión de Constitución del Congreso, no se sonroja al afirmar: “vamos a trabajar para que no gane Keiko Fujimori ni Alan García”. ¿A quién se refiere con “vamos”? ¿Al partido, al Ejecutivo? Es evidente que Otárola actúa obedeciendo directivas.
Está claro que estas no son rabietas de “la jefa” o la intolerancia de un mandatario con pocos modales democráticos, lo que queda en evidencia es el afán de la pareja presidencial de poner piedras y echar sombras sobre un proceso electoral que con todos sus defectos y dificultades debe llegar a buen término en los plazos establecidos, y al que ellos deben respetar y saludar a quien resulte vencedor de la contienda. Esa es la única manera de que nos demuestren que aún les queda un poco de vergüenza y respeto a la decisión soberana de las mayorías.
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— Política El Comercio (@Politica_ECpe) 21 de marzo de 2016