Salgado: "Si Keiko sale más, la criticarán por cada palabra"
Salgado: "Si Keiko sale más, la criticarán por cada palabra"
Enrique Pasquel

Debido a las reformas que se implementaron durante los 90, el fujimorismo es, en el imaginario de la mayoría de peruanos, un partido que tiene una agenda liberal económica. Es decir, que cree en la apertura comercial, en menos regulación y, en general, en la necesidad de un Estado pequeño y que se abstenga de intervenir en el mercado. Y eso se piensa a pesar de que varios de sus principales líderes claramente se han desmarcado de esta posición en los últimos tiempos.

En las pasadas elecciones, por ejemplo, declaraba que su partido era “de centro amplio”. Y Luz Salgado, dando un paso más allá, definía a Fuerza Popular como un “partido de centroizquierda”. Dónde se encuentra parado realmente el partido naranja en estos temas no es cuestión baladí. Ya que ellos manejan el Congreso, entender su posición frente a los mercados nos puede ayudar a avizorar hacia dónde empujará el Parlamento la economía peruana en los años venideros.

Y para esto, vale la pena hacerle caso a la frase que reza “por sus actos los conoceréis”: hay que echarle un ojo a los proyectos de ley en temas económicos que el fujimorismo ha presentado desde el cambio de gobierno. Les hago un resumen de lo que buscan sus proyectos más saltantes a la fecha: 1) Crear nuevos beneficios tributarios para la industria atunera, para la Amazonía, para quienes compren a mypes y para quienes hagan negocios en zonas altoandinas. 2) Aumentar los costos laborales y volver más estricta la contratación de trabajadores para las empresas agrícolas. 3) Establecer sanciones penales para el “acaparamiento” comercial que busque obtener “lucro indebido”. 4) Constituir un nuevo registro estatal (como si faltaran registros innecesarios), esta vez para que las empresas de telecomunicaciones y sus usuarios tengan que realizar el trámite de registrar todas las características individuales de sus teléfonos móviles, bajo pena de dar de baja sus equipos. 5) Fundar una nueva burocracia encargada de observar y planificar el cultivo y la producción de los frutales amazónicos. 6) Restituir la controversial, impredecible y enorme capacidad de poner multas por temas ambientales del OEFA (que el mismo gobierno de Humala que la creó terminó limitando por los desincentivos que generaba para la inversión privada).

Ahora, quien haya seguido las propuestas de la bancada naranja durante el pasado gobierno se habría dado cuenta de que su gusto por el intervencionismo estatal no es cosa reciente. En esa época, por ejemplo, los fujimoristas plantearon que se regule el precio de los medicamentos, que se refuerce el poder de los sindicatos, que se intervenga en los precios del transporte interprovincial, que se subsidie a los agricultores endeudados, o que se restrinja los medios que tienen los colegios privados para exigir el pago a los deudores morosos, entre otras varias coloradas iniciativas.

¿Qué significa esto a efectos de los intentos que hoy despliega el Gobierno para tratar de reanimar a la inversión privada? Pues, que mientras que parte del Ejecutivo saca su escoba para tratar de barrer las regulaciones innecesarias o las leyes que limitan a las empresas, desde el Legislativo le irán lanzando cada vez más normas que ensucien el piso que acaba de limpiar. Y, así, lo más probable es que durante los próximos cuatro años y medio, sin hacer mucho alboroto al respecto, los señores naranja terminen jalando la economía hacia una dirección que hará que sus colegas del Frente Amplio esbocen una alegre e inesperada sonrisa.

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