La SBS ha establecido, a partir de este año, una lista fija de comisiones que pueden cobrar las entidades financieras por sus servicios. Además, ha dispuesto que la creación de nuevas comisiones debe ser informada a la SBS con 45 días de anticipación y tiene que ser debidamente sustentada, pues la superintendencia puede prohibir aquellos cobros que considere injustificados.
La SBS, aparentemente, no termina de entender que cuando una empresa brinda un servicio es natural que cobre a cambio un precio que le permita cubrir sus costos y obtener una utilidad. Y tampoco entiende que, cuando le prohíbe a una institución financiera cobrar una comisión, se presenta lo que podríamos llamar el efecto subibaja: si el Estado trae abajo por decreto una comisión bancaria, para poder seguir prestando el servicio la institución tendrá que subir otro de los cobros que realiza al cliente. De lo contrario, no le será negocio brindar el servicio.
De esto, no falta evidencia. El año pasado, por ejemplo, la ONG Contribuyentes por Respeto informó que cuando en el 2012 la SBS eliminó la comisión por mantenimiento de tarjetas de crédito, muchos bancos trasladaron el costo a comisiones que sí estaban permitidas o incrementaron sus tasas de interés al crédito por consumo, para así poder seguir financiando la prestación de este servicio. Esto, además, tuvo el inconveniente de que el precio hoy lo pagan todos los clientes y no solo quienes reciben el servicio.
Alguien, sin embargo, podría pensar que hay algunas comisiones que sí son injustas. Pero lo cierto es que lo que puede ser un cobro justo según una persona puede no serlo según otra. Por eso, sería más conveniente permitir que cada consumidor haga su propio juicio de valor y escoja la institución financiera que le parezca que cobra lo justo, en vez de que esta decisión esté en manos de algún funcionario público que termine sometiendo a todos al efecto subibaja.
La reelección de un problema
El presidente regional de Cajamarca anunció sus intenciones de tentar la reelección. Una declaración que debe saberle a chiste de mal gusto a muchos cajamarquinos, quienes han sufrido la desastrosa gestión del señor Santos.
Veamos los hechos. Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), la economía de Cajamarca entró en recesión en enero del 2012 debido al descenso de la actividad económica. Increíblemente, mientras el Perú creció poco más del 5% el año pasado, Cajamarca habría decrecido aproximadamente en ese mismo porcentaje. Según el IPE, la contracción de la economía se explicaría en parte por el impacto que tuvo el conflicto que promovió el señor Santos contra el proyecto Conga. Además del clima antinegocios que generó y que paralizó la región, no es poca cosa que dicho conflicto haya evitado que ingresara al país una inversión de US$4.800 millones, que se causasen pérdidas de S/.600 millones, y que costara 100 mil puestos de trabajo.
El presidente regional no solo ha impedido la inversión en Cajamarca. Además, su manejo de la inversión pública ha sido claramente mediocre. A pesar de declararse un abanderado del sector agrario y de la protección del medio ambiente, el año pasado el presidente regional ejecutó menos del 40% de los recursos para proyectos de inversión con los que contaba para la ‘gestión sostenible de recursos naturales y biodiversidad biológica’, el 51% de los disponibles para ‘manejo eficiente de recusos forestales y fauna silvestre’, y solo gastó el 35% del presupuesto destinado para la gestión del medio ambiente. Finalmente, pese a las carencias educativas existentes en su región, el presidente regional no llegó ni al 43% de ejecución de los recursos para proyectos de inversión destinados a incrementar el acceso a la educación básica regular.
Los hechos son elocuentes. Cualquier candidato serio la tiene fácil en Cajamarca.