Mario Ghibellini retoma su faceta literaria con el libro de ficción “La canción del Capitán Garfio” (Ed. Alfaguara), pero sin alejarse de su papel de conductor de televisión, columnista y analista. En esta entrevista, se muestra escéptico respecto de una salida inteligente al entrampamiento y la crisis política.
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— Cuando la presidenta cumplió diez días en el cargo, usted comentó: “Boluarte ha demostrado en estos días que es posible hacer mucho en poco tiempo desde la presidencia. Que lo que se hace sea un acierto es ya un negocio distinto”. Se van a cumplir cien días: ¿sigue ella mereciendo el premio al esfuerzo?
Ha sido un proceso a través del cual ella se ha convencido de una serie de cosas de las que no estaba convencida originalmente. Para empezar, de que Pedro Castillo es su enemigo, porque empezó diciendo que estaba muy consternada y que lo iría a visitar; el discurso fue cambiando y ahora, por boca de Alberto Otárola, dice que es el principal responsable de todo lo que estamos viviendo. Estaba caminando sobre huevos la señora.
— Releo una columna suya reciente: “La experiencia enseña que la señora Boluarte tiene veleidades chimoltrufias, y así como dice una cosa, puede decir otra”. ¿Qué porcentaje de la crisis actual proviene de esa indefinición suya?
No sé cómo cuantificarlo, pero algo, de todas maneras. Si ella hubiese dicho de frente: “La idea es adelantar elecciones para el 2024, mientras tanto haremos esto y lo otro”, y si hubiese sido clara en su deslinde con Castillo, creo que nos habríamos ahorrado problemas. La viada con la que vino la reacción se nutrió un poco de sus contradicciones, era ‘la toma de Dina’.
— ¿Ya se superó la crisis? El Congreso lo máximo a lo que ha llegado es a invitar al ministro del Interior. ¿Pero la calle todavía puede presionar?
La calle ha cedido porque la gente tiene que seguir viviendo. Pero no es que amainó y estamos todos tranquilos. La crisis puede volver a encresparse si, por ejemplo, los congresistas, o la mayoría de ellos, siguen comportándose como se comportan, con los bufetes y los viajes y las alfombras.
— Si por esos azares del destino la presidenta se quedara hasta el 2026, ¿qué debería hacer como meta mínima?
Si Dina Boluarte se queda hasta el 2026, tiene que hacer cosas de naturaleza económica, como destrabar los proyectos mineros. Sus tareas principales deberían ser la recuperación económica y la lucha contra la inseguridad, que se ha desatado.
— ¿Cómo imagina los siguientes cien días de este gobierno?
Hemos entrado en una especie de período que se parece al del castillo de “La bella durmiente”, donde todo se ha quedado suspendido, el fuego sigue ardiendo en la chimenea, los perros están dormidos, todo en el palacio y en los alrededores se detiene... hasta que venga el príncipe o la bruja...
— O un adelanto de elecciones...
Pero, ¿las nuevas elecciones para elegir a quién?
— Políticos de izquierda, y alguno que otro antisistema, ya han empezado a moverse electoralmente. En la derecha parecen estar como alertargados.
Sí, hay un pasmo, y además hay diferencias importantes. Creo que si las elecciones se adelantaran, Keiko Fujimori no postularía, le costaría mucho desdecirse; López Aliaga tampoco, porque ha dicho que va a terminar su período municipal, y también le costaría mucho. Sin embargo, siguen todos peleándose. Aprender es un verbo con el que están reñidos.
— En el sur ya podemos intuir el sentido de los votos.
Habrá que ver el efecto Castillo. Puedes engañar a un poco de gente por un poco de tiempo, pero no puedes engañar a toda la gente todo el tiempo, creo que era Lincoln quien decía algo así. Esto es la dimensión desconocida, todo es posible. También hay gente que empieza a pensar que este escenario ya lo conocemos, que hemos encontrado un cierto equilibrio, que lo que hace falta es que la señora Boluarte haga cosas acertadas y que mejor nos mantengamos así hasta el 2026.
— ¿Alguna vez pensó que quizá Pedro Castillo se quedaría hasta el final de su mandato?
No, el deterioro institucional era mayor, y además todos los días se destapaba podredumbre. Una cosa es lo que creo y otra cosa es lo que quiero: creo que es una posibilidad que Boluarte se quede, es una posibilidad cierta; lo que quiero es una solución casi mágica, que se adelanten elecciones al 2024, con suficiente tiempo para hacer las reformas, pero otra vez, no distingo ninguna opción para el Ejecutivo y el Legislativo que me haga pensar que las cosas van a ser mejores. Me sitúo en una perplejidad en la que evalúo qué vale más la pena: que se vayan estos congresistas y vengan otros, o que se respete lo que dice la Constitución y así la gente escarmiente con el sentido de su voto y lleguemos hasta el final. Oscilo entre esas dos posiciones, por el momento.
Faceta de escritor
— Acaba de publicar un libro, “La canción del Capitán Garfio”, luego de un largo silencio literario.
Empecé a escribirlo hace 30 años, pero lo abandonaba, luego lo retomaba. No es culpa del periodismo, la culpa es mía, tenía otras cosas que hacer. La pandemia, el hecho de tener que estar encerrado, me permitió terminarlo.
— ¿Trabajar en prensa diaria y ‘nutrirse’ de la noticia permanentemente se compensa escribiendo ficción?
Estar en el lugar en el que te enteras de las miserias cotidianas es desgastante. La ficción me gratifica y me compensa. Siempre hice periodismo, esas responsabilidades van consumiendo la mayor parte de tu tiempo y te conviertes en un escritor bisiesto. No he abandonado la escritura, pero sí dejé de escribir literatura durante períodos largos.