MILAGROS LEIVA GÁLVEZ
¿Es posible realmente hacer una comisión de la verdad? Se lo pregunto como filósofo y ex presidente de la CVR Diez años después hay dos bandos, unos que agradecen la memoria histórica, los testimonios; y otros que aseguran que no es cierto lo que se dice en el informe final. ¿Cuál es la verdad al final del camino? Que no hay un final del camino, que la verdad tardará en aparecer y que nunca aparecerá toda. La Comisión de la Verdad no tuvo la pretensión de decir hasta el último detalle de lo que había ocurrido en 20 años de terror. Ni tampoco de trabajar de modo tan exhaustivo que no hubiera luego otras declaraciones, otros elementos que la completaran y perfeccionaran, en algunos casos la cuestionaran. Si de algo estábamos seguros los doce comisionados es que nuestro trabajo podía ser mejorado. Obramos de manera honesta.
Los críticos más severos dicen que hubo un sesgo izquierdista en los comisionados. No. Le pueden preguntar a Beatriz Alva, que fue viceministra en el régimen de Fujimori. Si leen el informe, van a ver cómo nosotros decimos que la izquierda peruana no supo deslindar temprano con Sendero, y reinstaurada la democracia jugó en dos tableros.
Miembros de las Fuerzas Armadas deslegitiman el informe de la CVR porque dicen que los comisionados quisieron encontrar culpables militares para meterlos presos. El propio comisionado Luis Arias Graziani dijo que había fisuras metodológicas, que vio un sesgo antimilitar. Es una pena que el general haga esas declaraciones después de haber trabajado dos años juntos, de habernos entendido perfectamente. Nunca nos señaló esas críticas. El día anterior a la entrega del informe me dio una carta, decía que suscribía todo el informe salvo dos puntos: para él las Fuerzas Armadas no habían cometido violaciones de los derechos humanos de forma sistemática en ciertos lugares, sino simples excesos. Segundo: no estaba de acuerdo con que se reparara a las víctimas. Fue lo único.
¿No dijo que hay sesgo antimilitar? No, en absoluto. La única vez que hablé con él para que aclarara algo y no se volvió a tocar el tema, fue cuando alguien me pregunto si él había estado comprometido en el Plan Cóndor porque había estado en la época de Morales Bermúdez, me dijo que no y le creí. Esa es la única vez que hemos tenido, si quieres, una discrepancia. Digo además lo siguiente. Conclusión 39: la CVR señala que las fuerzas policiales tenían el deber de enfrentar a los grupos subversivos que vulneraban los derechos fundamentales de los ciudadanos y reconoce la esforzada y sacrificada labor que sus miembros realizaron durante los años de violencia. Asimismo rinde su más sentido homenaje a más de un millar de valerosos miembros de las fuerzas del orden que perdieron la vida o quedaron discapacitados en cumplimiento de su deber. Sobre las Fuerzas Armadas, la CVR reconoce la esforzada y sacrificada labor que los miembros realizaron durante las acciones de violencia y rinde su más sentido homenaje a los valerosos agentes militares que perdieron la vida o quedaron discapacitados en conflictos.
Pero más adelante dice que en algunos lugares aplicaron una violación sistemática de los derechos. En un primer lugar fue de represión indiscriminada contra la población considerada sospechosa de pertenecer a Sendero. Luego afinaron eso. Hemos hablado con militares ‘off the record’. Ellos estaban preparados para una guerra exterior, jamás pensaron que entrarían a combatir dentro del país. Al principio no entienden a Sendero y se equivocan de estrategia. Que en paz descanse el general Clemente Noel, pero conversando con la gente de la comisión él decía que pensaba que Sendero era un movimiento sostenido por Fidel Castro. Hubo una estrategia equivocada a través de la admisión de que podían morir inocentes para así acabar con Sendero, estaba permitida la ejecución extrajudicial, cosa que adelantó el ‘Gaucho’ Cisneros. ¿Recuerdas?: “No llamen al Ejército porque si para matar a tres terroristas tenemos que matar a 15 inocentes lo vamos a hacer”. Esa estrategia del daño colateral en el fondo puso éticamente a las Fuerzas Armadas como Sendero: matar gente inocente. En ningún momento decimos que honramos a los valerosos luchadores de Sendero que perdieron la vida en defensa de una causa que ellos creían noble o justa. Decimos que ellos no deben de entrar en la política, que solo ejercieron violencia y muerte, que son genocidas. Eso no decimos de las Fuerzas Armadas.
El fujimorismo detesta a la CVR. Porque Alberto Fujimori está preso.
Entre otras cosas porque dicen que ustedes igualan a Guzmán con Fujimori. No. Para nada, Guzmán es Abimael Guzmán y Alberto Fujimori es Alberto Fujimori. Yo no los equiparo. Lo que sí digo es que Guzmán es una persona indeseable, un monstruo y debe pagar por sus crímenes, aunque él no haya cometido un asesinato personalmente, que se sepa, mando matar. En el caso de Fujimori la situación es clara, que se sepa no mató a nadie, sin embargo estuvo al tanto de una serie de acciones, no paramilitares sino dentro de las propias Fuerzas Armadas para hacer ejecuciones extrajudiciales y matar inocentes simplemente con tal de que cayeran terroristas, mira el Caso Barrios Altos. Colina no actuó al margen del conocimiento de Fujimori.
Fujimori está preso por Barrios Altos, La Cantuta y otros delitos, pero en el terreno de la autoría mediata sus seguidores se preguntan qué pasó con Alan y el Frontón o el mismo Belaunde, porque como dice la CVR las peores violaciones de las Fuerzas Armadas fueron durante su gobierno. La Comisión de la Verdad no exonera investigaciones ulteriores a Alan, para eventualmente enjuiciarlo, para establecer su participación directa e indirecta en violación de derechos humanos. Nosotros no pudimos llegar a probarlo, lo que sí sucedió en el caso de Fujimori. De Alan García y de Fernando Belaunde decimos que los consideramos responsables políticos y morales. En el caso de Fujimori decimos políticos, morales y penales porque sí había pruebas. Si llegara a aparecer como, alguna vez se dijo, un casete en donde Alan estuviera diciéndole a Mantilla “me develas el Frontón cueste lo que cueste”, se vería en problemas. No encontramos eso.
A García lo entrevistaron. Sí. Dijo que lamentaba todas las cosas que habían ocurrido y que él no sabía lo que se estaba dando porque en ese momento había la reunión de la Internacional Socialista, que en esa época no había celulares y que no pudieron conectarse con él.
¿Usted le cree? No es que le crea o no, lo único que te digo es que me parece poco caballero que declare zona intangible El Frontón treinta días después de la masacre y que se entierren a los muertos de forma clandestina en diversos cementerios de la ciudad, sin análisis, sin nada. El señor Giampietri dice que esta fue la comisión de la mentira; que diga si es verdad o no que los muertos de El Frontón fueron enterrados clandestinamente.
Han surgido críticas sobre ciertas omisiones. Hace poco un grupo de ronderos dijo que monseñor Cipriani y la Iglesia Católica sí ayudaron en Ayacucho. Los mismos comisionados hemos aclarado que el Informe es perfectible. Lo cierto es que no tuvimos la oportunidad de hablar con alguna autoridad eclesiástica del Perú. No se ha dicho en el Informe que monseñor Cipriani haya tenido una actitud beligerante contra la comunidad ayacuchana, lo que quisimos decir es que faltó una voz fuerte de la Iglesia y de todos los partidos políticos para detener lo que sucedía en Ayacucho y Huancavelica por citar dos de las provincias más golpeadas.
¿Qué aprendió del país mientras duró su trabajo en la CVR? Que el Perú es bello, hermoso, que hay gente buena, a la cual ni si quiera tomamos en cuenta.
¿Los muertos siempre hablan? Creo que sí, puede tardar, pero sí. La verdad de alguna manera se muestra y coloca la cosas en su lugar. El paso del tiempo finalmente es el que escribe la historia, el que confirma las historias.
¿Hay algún relato que recuerde con intensidad diez años después? Hubo un campesino, en Ayacucho, que apenas hablaba el castellano y que entendía a la Comisión de la Verdad como una persona. Luego de contar sus penas, cómo le mataron a su esposa, terminó diciendo: “señor Comisión de la Verdad, ojalá que algún día yo llegue a ser peruano”. Eso nos quitó el piso a todos, fue doloroso. Estamos tan fraccionados, tan divididos. Deberíamos sentarnos y entendernos, compartir. El problema es que no tenemos líderes, después de todo lo que nos ha pasado es increíble. Debe ser, como dicen, que Dios es peruano.
LO QUE PASÓ ES TERRIBLE; PERO NO DEBE SER OLVIDADO
Ustedes los comisionados entrevistaron a Abimael Guzmán. Recuerdo haber escuchado que el cabecilla de Sendero no se arrepiente de nada, menos de Lucanamarca. Estuve presente en varias sesiones, no en todas. La impresión que tuve de Guzmán es que era un hombre viejo con la Yparraguirre al lado, con cara de no matar ni una mosca, ceremonioso y protocolar. Ya no era el ‘presidente Gonzalo’, era el doctor Guzmán y lo que había ocurrido a mi modo de ver –ojo, no soy psicólogo– es que para haber hecho todo lo que hizo tenía problemas psiquiátricos.
No tiene dudas. Lo que hubo en él es una especie de esquizofrenia, escisión de la personalidad. Cuando empezó lo que llamó la guerra popular, dejó de ser Abimael Guzmán para convertirse en el ‘camarada Gonzalo’, el ‘presidente Gonzalo’ y la ‘cuarta espada’. Hablaba en términos apocalípticos, como hablan los profetas. Cuando pierde y es encarcelado, desaparece el ‘presidente Gonzalo’ y queda Guzmán, el arequipeño que estudio Filosofía, de vez en cuando asomaba la cara del monstruo. Yo le hice una pregunta que no supo contestar.
¿Qué le preguntó? Usted dice que su lucha o ha luchado durante su vida para salvar al hombre, ¿pero cómo pudo hacer eso matando hombres, no es una contradicción? Le cambió la cara, me daba sus explicaciones. Entraba al rollo del materialismo. Decía que la materia esta en evolución y que por beneficio y para la estructuración y consolidación de la sociedad, no importa que murieran los hombres. Una falta de coherencia muy grande porque sin hombres no hay sociedad.
Llama la atención que los jóvenes hoy no sepan quién es Abimael Guzmán. No hay memoria. Cuando entregamos el informe le dimos al Estado algo de herencia que debía cumplir, una herencia dura si quieren, pero necesaria. Lo que pasó es terrible y nos dice muchas cosas de nuestro país, pero no tiene que ser olvidado. Debemos recordar para que no se repita. La primera de nuestras recomendaciones fue enseñar a nuestros jóvenes a que rechacen todo dogmatismo. No hay esas verdades absolutas que Guzmán señalaba. Los jóvenes deben saber que la mejor forma de vivir es en tolerancia de respeto los unos de los otros, en democracia, en eso que se llama Estado de derecho.