Esta semana, Perú Libre formalizó que le negará la confianza al Gabinete Ministerial de Mirtha Vásquez por supuestamente representar la ‘derechización’ del Gobierno. Por medio de un comunicado, la organización política liderada por Vladimir Cerrón anunció una recomposición de la bancada parlamentaria con “los militantes natos”, lo que implicaría dejar fuera a los legisladores más moderados, afines al magisterio o en desacuerdo con la postura impuesta por el partido. La inminente ruptura consolida al actual oficialismo como el más inestable y fallido de, al menos, las últimas dos décadas.
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El partido de gobierno ya acumulaba disonancias desde las primeras semanas de gestión del presidente Pedro Castillo. No obstante, el máximo choque se configuró con la reciente designación de Vásquez como jefa de la PCM, tras el despido del polémico Guido Bellido, quien era fiel al bloque ‘cerronista’.
Con 69 días en el cargo, Bellido es el primer ministro que más rápido fue retirado por renovación de Gabinete en 40 años y el segundo en dejar el puesto en menor tiempo dentro del arranque de un gobierno. Junto a él, se removió a otros cuatro titulares de sectores. Las bajas ministeriales se sumaron a la del excanciller Héctor Béjar, quien fue reemplazado en medio de cuestionamientos y una posible interpelación, tras solo 19 días liderando Torre Tagle.
En contraste, los cuatro gobiernos anteriores y popularmente elegidos no experimentaron crisis internas tan pronto [ver infografía]. Aunque Pedro Pablo Kuczynski terminó perdiendo a su bancada de 18 miembros, el primer alejamiento en Peruanos por el Kambio se dio a los 111 días, con la expulsión de su legislador Roberto Vieira. Además, la remoción de un ministro no se produjo hasta 123 días después de designarlo.
En tanto, el expresidente Ollanta Humala no perdió congresistas en Gana Perú hasta pasados los 467 días, con las renuncias de Verónika Mendoza, Rosa Mavila y Javier Diez Canseco. Asimismo, su primera baja ministerial fue por renovación parcial del Gabinete, a los 135 días. La diferencia notoria la impuso su predecesor Alan García: la bancada del Apra se mantuvo íntegra todo el período y el gobierno no cambió de ministro de Estado sino hasta los 211 días de gestión. Además, su primera renovación de Gabinete fue a los 809 días.
Alejandro Toledo, por su parte, retiró a sus entonces ministros de Defensa, Salud y Mujer a los 173 días, y el recambio de Gabinete se daría pasados los 340. Perú Posible se fraccionó con 15 renuncias a lo largo del período congresal, siendo Cecilia Tait la primera en alejarse a los 215 días.
Factor de origen
En diálogo con El Comercio, la politóloga Kathy Zegarra resaltó que, a diferencia de sus antecesores, Pedro Castillo inició en desventaja por no ser el líder natural del partido de gobierno. Con Vladimir Cerrón y su liderazgo más ideologizado de la marca partidaria, los bandos que se han abierto tienen sentido.
“Es importante destacar que los cuatro presidentes elegidos con anterioridad comparten una característica que Castillo no tiene, y es que el liderazgo del partido no es cuestionado. Eso no ocurre con Castillo, pues él, aunque está inscrito en Perú Libre, sigue siendo percibido por la cúpula como un invitado y, definitivamente, no puede competir frente a Vladimir Cerrón, quien tiene el espacio para reclamar la batuta a sus militantes”, dijo.
Omar Awapara, director de la carrera de Ciencias Políticas de la UPC, refirió que las rupturas en el oficialismo son más comunes en tanto más alianzas o invitaciones hubo para la carrera electoral hacia el gobierno. “Yo diría que es un poco más de lo mismo: partidos que llegan al poder con más alianzas electorales que alianzas interesadas en gobernar. Pero, en su caso, Castillo llega a la presidencia sin liderazgo ni militancia histórica en el partido que lo acoge. Eso, sumado a la particularidad de que Perú Libre tiene una línea ideológica muy fuerte entre su núcleo, en algún momento iba a dar pie a un quiebre”.
Awapara remarca que “Perú Libre ya dejó claro que cualquier giro o cambio a la dirección que buscaba su cúpula es leída como una traición” y, por tanto, hay mucho espacio para la disidencia.
El también politólogo Paolo Sosa remarcó que sí hay una distinción cualitativa de origen entre el actual Gobierno y los anteriores. Esto, porque existió una fórmula bicéfala, con un presidente elegido y un líder partidario por separado.
“En el caso de Perú Libre, se podría pensar que el cisma es más importante que el pudieron tener otros presidentes que sí lideraban a sus partidos. Incluso en el caso de Humala, que terminó perdiendo una cantidad considerable de congresistas, esto se produjo al principio con unos pocos disidentes. La situación de ahora es que Castillo estuvo lidiando con dos frentes: la amenaza que ya le significaba la oposición desde el Congreso y las movidas desleales y desestabilizadoras a la interna de su propio partido”, aseveró.
Nadie gana
Con la recomposición del Gabinete, Pedro Castillo parece haberse distanciado de las presiones de la facción ‘cerronista’. Más aún cuando designó a la congresista moderada de Perú Libre, Betssy Chávez, en la cartera de Trabajo, y ratificó a la vicepresidenta Dina Boluarte en el ministerio de Inclusión Social. Ambas habían sido blanco de críticas por parte de los militantes más radicales, incluido el propio Bellido.
A juicio de la politóloga Kathy Zegarra, podría abonar a la popularidad del mandatario. Sin embargo, advirtió que la eventual pérdida de una parte de su bancada en el Congreso lo dejaría expuesto a futuras crisis políticas.
“En el Congreso, los números importan. Si la bancada oficialista se reduce, las posibilidades de negociación también se reducen. Perder poder tan rápido en el Congreso y de manera tan conflictiva, como le ha pasado a este Gobierno, va a tener consecuencias”, expresó.
El politólogo Paolo Sosa indicó que es muy probable que la facción ‘cerronista’ haga las veces de nueva oposición. Es decir, en su postura de actor radical, se producirían coincidencias de votación con bancadas conservadoras y de derecha.
Agregó que, con estas movidas, Perú Libre está poniendo en juego sus aspiraciones en elecciones futuras y que, muy posiblemente, el escenario de apoyo a su radicalismo no sea tan grande como se lo imaginan.
“Yo apostaría a que hay una mitología entre los propios miembros de Perú Libre, que se han creído un poco la idea de que son un partido de masas; algo como el MAS [Movimiento al Socialismo, partido de Evo Morales, en Bolivia]. Entonces, ellos se atribuyen un conocimiento de lo que realmente quiere la gente, pero creo que hay mucha más desconexión que la que ellos están dispuestos a reconocer”, refirió.
Los especialistas coinciden en que el caso de Perú Libre es insólito, pues no se trata de una bancada protestando ante excesos del Gobierno, sino de un Gobierno defendiéndose de su propia bancada. Omar Awapara destacó que lo que probablemente le pese más a Perú Libre en términos políticos sea renunciar al poder que pudieron haber conservado.
“Lo que quede de esa bancada será un grupo muy alejado de la posibilidad de ser parte del Gobierno o de la coalición. Y ahí también cabría un cálculo más individualista de cuánto pierde y cuánto realmente gana cada ‘cerronista’ al mantener su fidelidad siendo minoría”, comentó.