“Hemos estado atentos a responder las demandas, como es su derecho también de otras regiones, y hemos descuidado –asumo así– la atención a la región de Puno y la macro sur”, expresó el viernes el presidente Pedro Castillo desde la localidad puneña de Huancané. Durante el quinto Consejo de Ministros descentralizado que celebró su gobierno, el jefe del Estado remarcó que esta desatención al interior del país se debía a las constantes confrontaciones políticas, pero aseguró que con el Congreso ya está “volteada la página”.
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Puno es la región donde Castillo obtuvo más del 89% de votos en la segunda vuelta de junio del 2021. Pero el bastión electoral del ahora mandatario no se ha mantenido contento. Solo en la macrorregión del sur –que comprende Puno, Arequipa, Apurímac, Cusco, Moquegua y Tacna–, la desaprobación hacia Castillo Terrones llegó a un pico de 50%, según la última encuesta de El Comercio-Ipsos. El rechazo ha crecido en 29 puntos, pues, en agosto del 2021, era solo de 21%.
La desaprobación se replica en el centro, es decir, en Ayacucho, Huánuco, Ica, Junín, Pasco y Huancavelica. En agosto, era de 39%, pero ahora alcanza el 67%, subiendo 28 puntos. Cabe mencionar que en departamentos tanto del sur como del centro se focalizan las protestas por el alza de precios de los combustibles y fertilizantes. Entre las manifestaciones, además, se vienen reportando cinco fallecidos. Tres de las víctimas perecieron en Junín, una en Ica y otra en Huánuco.
Pérdida de confianza
Para el analista político huancaíno Rober Villalva, la caída de la popularidad del presidente en las regiones donde tuvo bolsones electorales es un correlato de la baja progresiva en su credibilidad [ver gráfico].
“Se puede estar percibiendo un alejamiento, porque el estilo de comunicación ya no se valora tanto. En campaña electoral, fue efectivo el discurso polarizador, pero en gobierno las demandas se complejizan y las decisiones impactan en toda la ciudadanía. El incremento del costo de vida ha sido un disparador, sin duda, pero el descontento ya estaba tocando la puerta desde antes. Si el elector está retirando su confianza, el presidente tendría que buscar recuperarla con planes acertados y acciones concretas. Sin embargo, no es lo que se está viendo”, explicó.
Villalva añadió que, en situaciones de crisis como la actual, el objetivo fundamental de un gobierno debería ser reducir la incertidumbre de la ciudadanía. No obstante, los exabruptos continúan y las respuestas de fondo son tardías o escasas. “Las protestas en regiones son la nueva puesta a prueba del gobierno y este viene fallando. Un ejemplo de esa falta de acción es lo que ocurrió en Huancayo. El primer día de paralización, solo un sector de transportistas de carga era el que participaba de la protesta. Luego, se fueron sumando los transportistas urbanos, los agricultores, y la sociedad civil. La crisis fue mal comprendida y mal gestionada”, afirmó.
El politólogo puneño Paulo Vilca coincide en que el Gobierno ha demostrado deficiencias de gestión. No obstante, Vilca advierte que otro elemento central para esa desaprobación es el deterioro general de la relación entre la ciudadanía y la clase política.
“Además, el capital político que construyó Castillo hacia la segunda vuelta siempre fue muy endeble. Creo que eso también explica el rápido desencanto de la gente frente a su gobierno. El contexto, por su parte, es dramático: alta polarización, decisiones desacertadas del gobierno, precarización alarmante del aparato público y, como cereza, las condiciones económicas a nivel mundial que impactan también en el país. Que Castillo caiga en popularidad tan profundamente es lógico por esta mezcla de factores”, recordó.
En paralelo a los recientes estallidos sociales, el Ejecutivo ha intensificado sus sesiones descentralizadas de Consejo de Ministros. De los 5 que a la fecha se han encabezado, 4 corresponden a este año. Con respecto al jefe del Gabinete Ministerial, Aníbal Torres, la desaprobación en el sur es de 38% y en el centro, de 51%.
¿Límite u oxígeno?
Los especialistas coincidieron en señalar que el debilitamiento del gobierno en las regiones puede llevar a dos escenarios: una escalada de protestas que empuje a crisis mayores o una dinámica en donde la población presione al Ejecutivo constantemente y este ceda con medidas efectistas.
Vilca expresó que pese a todo, aún no se ha llegado a un límite de insostenibilidad. “Creo que algo que le da cierto oxígeno al presidente es que la gente tiene muy presente que las desilusiones no distan mucho de lo que ya han vivido en otros gobiernos. Es un gobierno que tiene escasas virtudes. No solo ha tomado malas decisiones, sino que no muestra una especial línea de apego a la integridad y a la ética. La gente percibe eso, pero tampoco olvida que casi todos los últimos presidentes han acabado investigados, procesados o hasta presos”, anotó.
El politólogo agregó que, paradójicamente, las limitaciones de gestión de Pedro Castillo le pueden funcionar como un escudo. “De alguna manera, sus propias limitaciones le sirven de ventaja porque la percepción de un sector de la ciudadanía que aún le da cierto beneficio de la duda termina depositando la responsabilidad de los traspiés a su entorno político y técnico. Es por ello que las críticas muchas veces se terminan focalizando en quienes lo rodean: sus asesores o sus ministros”, expresó Vilca.
Para Villalva, la población será el actor que finalmente dibuje un desenlace. “Tenemos un Congreso con altos niveles de desaprobación también y lo que se oye en regiones son también pedidos de cierre del Congreso. Eso no podemos ignorarlo. Las autoridades regionales, igualmente, están desacreditadas porque el rechazo a la clase política es bastante uniforme. Eso explica por qué los movimientos y protestas que ahora ocurren no tienen líderes políticos. Si la escalada de estallidos sociales continúa, el reclamo no será solamente por la salida de este gobierno, sino por la salida de todos”, afirmó.
El sur es la única zona del país donde la aprobación del presidente supera los 40 puntos (la cifra era de 44% hasta marzo). Lo mismo ocurre con la popularidad del Gabinete Torres, que llegó a un 45% en ese mismo mes.
La macrorregión que más rechaza a Castillo es la del norte, donde alcanza un 27% de aprobación y un 63% de desaprobación.
En todo el país, la desaprobación general hacia el gobierno es de 66%, un aumento de 21 puntos frente al 45% que se registró en agosto del 2021.
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