A partir del caso de su colega candidato Alejandro Aguinaga, el exjefe del Instituto Nacional de Salud (INS) Ernesto Bustamante, candidato de Fuerza Popular (FP) al Congreso por Lima, da su perspectiva sobre el ‘Vacunagate’. Dice que no justifica al médico y resalta el trasfondo ético en la trama de vacunaciones secretas.
—FP ha señalado que indagará la vacunación a Alejandro Aguinaga. ¿En qué consiste el proceso?
Es un tema del Comité Ejecutivo Nacional y del propio doctor Aguinaga, que tiene que explicar la naturaleza de su papel de consultor. Imagino que [la investigación] es bastante expeditiva. Se está realizando.
— ¿A qué busca arribar este proceso interno?
A aclarar cuál es el papel que hubo y aclarar también cuál es el papel que tendrá el doctor Aguinaga en su calidad de candidato en un futuro. Esa es la idea a mi entender.
—¿Aguinaga debería seguir en carrera?
Eso va a depender de su papel. Es un médico especialista. En todo proyecto de investigación existen especialistas de diferentes campos que son contratados como consultor. La especialidad del doctor Aguinaga es gastroenterología y es posible que hayan solicitado un especialista en esa rama de la medicina. No es lo mismo haber vacunado al presidente de la República, el primer funcionario del Estado, que al doctor Aguinaga, que no es funcionario del Estado.
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—Pero entre los consultores está el dueño de un chifa, un nuncio apostólico...
Hace años que es un privado. Es perfectamente plausible lo que él declarara. Hay que investigar si corresponde a la verdad. Si es así, el partido se va a pronunciar. No sé si él estaba al tanto del origen de esas vacunas y que había otras personas no merecedoras de la vacuna en el grupo.
— Él no lo reveló hasta que se dio este escándalo…
No sé por qué. Nadie reveló que ha sido vacunado. Quizá él lo consideró una parte de protocolo mismo. Quizá para él fue una sorpresa el enterarse que había personas políticamente involucradas o con capacidad de decisión vinculante. No es un especialista en ética religiosa ni tampoco un cocinero de un chifa, es un médico con especialidad con muchos años de experiencias en estudios clínicos.
—¿Un consultor está en primera línea como un neumólogo o un intensivista?
Depende de su papel. Si uno de los síntomas de un paciente de COVID-19 es la diarrea, llaman a un gastroenterólogo. Y él lo es. Y es una persona vulnerable por su edad. Definitivamente, él sí estaría en primera línea, en vigilar los casos de complicación que sean de su especialidad. No es un funcionario público, no es Vizcarra ni Mazzetti.
—Entiendo que cree justificado que él se haya vacunado.
No estoy justificando nada. Estoy explicando lo que conozco del tema, la justificación la tiene que dar el propio doctor Aguinaga. La resolución del tema, desde el punto de vista político, la va a dar el partido.
—¿Y por qué se vacunó la esposa de Aguinaga?
No lo sé. Parece que la política es que se vacuna a los entornos familiares. Es una política cuestionable, en verdad. Pero aparentemente esa sería la razón. No es una consultora del proyecto. No fue solamente a su esposa, a las esposas de muchas personas se les aplicó las vacunas.
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—¿Es usual que se vacune a los consultores?
A nadie. En los estudios de evaluación de vacunas no es usual que se le ponga la vacuna de estudio a los miembros del estudio, a los investigadores. Se les pone las vacunas candidato y vacuna placebo a los sujetos de estudio, pero no a las personas que realizan el estudio. Eso no es usual. Pero en este caso especial, sucede que el proyecto se elaboró así y se está aplicando a varios. Esa es mi explicación, pero no mi justificación.
—Pero si les ofrecen la vacuna, está el tema ético.
Ese tema ético es personalísimo, le corresponde al señor Aguinaga contestar. Lo no ético está en que se ha utilizado el estudio clínico como pantalla para poder repartir vacunas dentro del concepto de gestión comercial que está haciendo la misma empresa [Sinopharm] tratando de vender su vacuna. La empresa hizo dos cosas en Perú: un estudio clínico para saber si la vacuna funciona o no. Paralelamente, también hubo un lote de vacunas que se repartió a una serie de funcionarios que tenían capacidad de decisión sobre la compra de esas vacunas, y eso ya es gestión comercial, es como regalar muestras gratis de un bien muy valioso. Y eso es incorrecto. El doctor Aguinaga no es funcionario público y menos aún está vinculado a este Gobierno, ¿qué capacidad de decisión podría tener? En el caso específico del doctor Aguinaga, explico, no justifico
—¿Se ha mezclado la negociación comercial con el ensayo clínico?
Creo que sí. Es claro que la razón por la que se ha estado repartiendo esto es la misma razón por la que las compañías farmacéuticas reparten muestras médicas. No reparten muestras médicas porque son buena gente, lo hacen porque quieren promover la venta de su producto. El director del proyecto [Germán Málaga] es el que cometió el error al aplicar las vacunas. La pantalla es que, además de vacunar a la gente del proyecto, que de por sí no es usual, se haya estado vacunando a gente fuera de proyecto, como es el chofer de la ministra o los propios familiares del doctor Málaga.
—¿Dónde está el principal problema del ‘Vacunagate’?
El principal problema está en que el Perú ha perdido la oportunidad de tener una batería de diferentes proveedores de vacuna. Que en vez de tener en este momento 10 o 20 millones de dosis en stock y que nuestro problema sea la velocidad de vacunación, nuestro problema es que no tenemos suficientes vacunas. Esperaría que muy pronto hagamos trato con todos los que podamos, nos debe sobrar vacunas antes que faltar. La pantalla ha sido: vamos a aplicar esto a miembros del estudio. Lo ideal hubiese sido que a nadie se le ponga vacunas, porque si se está probando la vacuna, cómo se van a poner aquello que se está probando. Lo que estuvo mal es que el lote fuera mayor que el necesario para entregar a los investigadores y se repartiera como si fuera pan con mantequilla, incluyendo a políticos que sí tenían capacidad de decisión comercial sobre la vacuna.
—¿Qué de diferente hubiese hecho un gobierno de Fuerza Popular?
Qué de diferente hubiese hecho yo, que he sido jefe del INS (Instituto Nacional de Salud). Y esto es regulado por el INS. De ninguna manera hubiese aceptado que la vacuna que se está probando fuese administrada ni si quiera a los investigadores. A nadie. En todo caso, hubiesen mandado vacunas para las 30 personas que trabajan ahí, 30 o 40, no son más, no son 3.200 dosis como las que han mandado. Hay 1.200 que aparentemente han sido enviadas a la embajada de China. El cuestionamiento a los que sí participaron en el proyecto no debe confundirse con el cuestionamiento que se le hace a los que no tienen nada que ver con el proyecto.
—Volviendo al caso de Aguinaga y otros consultores. ¿Si se evidencia que lo han sido, se justificaría?
Si se evidencia que no fue consultor, habría mentido. Pero pienso que sí fue consultor, porque es un distinguido médico de muchos años de experiencia, tiene la especialidad de gastroenterología. Y los problemas gastroenterológicos son una complicación posible de COVID-19. Ni si quiera la consultoría ética del nuncio apostólico la considero tan lógica. En el caso de la doctora Patricia García, diría que tiene lógica porque es especialista en salud pública. El doctor Gotuzzo es especialista en infectología y estamos hablando de un virus. Son consultorías que veo como plausibles. A mí no me parece que debieron recibir vacuna. Si se demuestra que Aguinaga no fue parte del proyecto y fue una mentira, cae en la condición del dueño del chifa.
—Y está el hecho de si era urgente y necesario.
Uno tiene que ser solidario. También lo pudo haber hecho un joven de 22 años. Un chico de quinto o sexto año de universidad en la Cayetano ya sabe de ética. Lo lógico es decir: disculpe, doctor, muchas gracias, quisiera optar por no vacunarme, porque no soy vulnerable. A menos que el médico le diga: te vacunas ahora o te vas del proyecto.
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—¿Aguinaga pudo ser solidario?
Eso habría que preguntarle a él. A lo mejor, él se sintió vulnerable. Porque la naturaleza de su trabajo es literalmente verle las heces a los pacientes. ¿Qué cosa haces ahí? Lamentas no haberte vacunado antes o te mueres. En ese caso, el dilema ético es menos fuerte que si tienes 20 años.
— ¿Usted se hubiera vacunado?
No me puedo poner en el lugar de Aguinaga. Es muy fácil decir sí o no. Yo también participo en un proyecto COVID-19, no manejo pacientes, manejo las muestras de los pacientes. Pero no estoy vacunado ni he buscado la vacuna. Y soy una persona vulnerable por mi edad. Si hubiera querido la vacuna, tengo amigos en la Cayetano. No lo he hecho, jamás lo pensé. No soy parte de ese proyecto.
— ¿Aguinaga debió comunicar al partido que fue vacunado?
Quizá fue un error de él desde el punto de vista político. Quizá no previó que fue algo que le podría haber causado un problema, lo consideró parte de su trabajo. Ese es un tema personal. Y esa evaluación política es la que se va a sopesar. Por un lado, el aspecto de la veracidad de la aseveración del doctor Aguinaga respecto a que fue un consultor necesario y real en el proyecto. Y por otro, el tema político respecto a si se cometió una falta con el partido al no haber comunicado. Si hubiese sido de los vacunados de favor, ahí sí chau en el momento. Hay que tener cuidado, no manchar honras me refiero a los profesionales que han sido parte del proyecto.
— ¿Los gobiernos regionales deberían de poder comprar vacunas?
Pienso que sí, dentro de los marcos de las regulaciones nacionales. Vacunas que sean aprobadas por comités de ética, el comité nacional de vacunas y que tenga registro sanitario de Digemid. Aliviaría mucho. Lo que los peruanos necesitan es estar vacunados, aquí no se trata de decir yo soy el dueño de la pelota.
— Pero si se ha generado este escándalo con el gobierno nacional, ¿qué confianza hay con los regionales?
Eso se soluciona comprando suficiente cantidad. Si hubiera 20 millones de vacunas en este momento, espera tu turno. Si te dicen que no hay vacunas, en estos momentos los mismos médicos están que se matan en los hospitales porque no hay vacunas. Habría que ver los pros y contras. El beneficio es que la gente se va a vacunar. Y cuando uno descubra corrupción, hay que castigar con todo el peso de la ley.
— ¿Y en el caso de los privados, que puedan adquirir vacunas y comercializarlas?
Comercializarlas, no me parece. Las pueden comprar al Estado. El Estado debería tener en almacén 20 a 25 millones de vacunas y que su problema sea, como lo es, no poder distribuir rápido. Hay muchas empresas que podrían tocar la puerta, asimismo asociaciones civiles. Si hay suficiente volumen, ya no hay mercado negro. Cuando hay escasez, especialmente la creada por el propio Estado, ese es el peligro.
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