Cuando terminó la reunión más antipática de su gira, donde habló de más y le replicaron de más; María del Carmen Alva necesitaba relajarse. Parada en la puerta del Congreso de los Diputados de España, tuvo ganas de un almuerzo informal, una charla nimia, un vinito. Quería olvidar la discusión que se armó en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de Diputados español cuando Antón Gómez-Reino, de Unidas Podemos, bramó acusándola de meter inquina contra el gobierno de Pedro Castillo. Incluso, cuando ella le dijo, ‘ustedes son mis amigos’, este le replicó que no lo era y que se ahorrara la ligereza.
Gómez-Reino reconoció, declarando a TV Perú, que la reunión fue tirante, aunque no se extendió sobre los argumentos en disputa. Quien me los repite con lujo de detalles es Ernesto Bustamante, congresista de Fuerza Popular y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores. Es tajante en afirmar que Alva no dijo nada ‘antiperuano’ y que el hombre de Podemos sobreactuó.
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Alva ha rechazado de plano lo dicho por Noemí Villagrasa del PSOE a una fuente de “Hildebrandt en sus 13″, donde suelta frases como estas: “nos sentimos muy violentos con el tono que traía…nunca nos habíamos visto en una tesitura tal ni con países no democráticos”. La República complementó lo de Villagrasa con un relato en el que Alva había sido terriblemente anticastillista. El periódico español El Diario.es cita a tres asistentes anónimos que dicen que la peruana dijo que “el Ejecutivo quiere cerrar al Legislativo” y que el de Castillo es un “gobierno de terroristas” y de “incultos”. El jueves, a lo de Villagrasa, se sumó, en sesión de la comisión española, el diputado de la izquierda catalana, Gerardo Pisarello, que dijo que Alva fue a “presentar a Perú como un gobierno ilegítimo”.
Antes de ese día atolondrado, el viaje no había tenido sobresaltos. Se le sumó Alfredo Barnechea, cabeza en la plancha presidencial que no se llegó a presentar internas de AP y en la que ella era la primera vicepresidenta. Barnechea, quien reside por temporadas en Madrid, le organizó un encuentro con Pablo Casado, el joven presidente del Partido Popular que ha gobernado España en dos periodos presidenciales. También le facilitó otro encuentro, con el ex presidente Felipe González, del PSOE. O sea, Alva estuvo con líderes de los dos mayores partidos españoles de izquierda y derecha, antes de enredarse con diputados peleoneros e irse a almorzar con el extremo de VOX, pero eso se los cuento luego.
Don Aníbal al ruedo
Los detalles comprometedores estaban, según la premier Mirtha Vásquez dijo en RPP, en el informe de Eduardo Pérez del Solar, encargado de nuestra embajada en España, que acompañó a los congresistas en la reunión. Sin embargo, leo el documento que se filtró al portal Epicentro TV y no tiene suficiente combustible como para que el gobierno siga con el lío. Pérez del Solar describe una primera intervención serena de Alva, luego relata la participación agresiva de Gómez Reino y, al resumir la reacción, ahora sí, alterada, de Alva, la cita así: “Desde el primer día ha habido ministros muy controvertidos, refiriendo que incluso hubo un guerrillero de 87 años en el gabinete y que, sin embargo, se le dio el voto de confianza”. Luego, Pérez del Solar sigue glosando lo que, en su recuerdo y apuntes, dijo Alva: “Hay una sensación de paralización en el país, pero que la inestabilidad no viene del Congreso, sino de otros frentes como el primer ministro que se nombró inicialmente, los anuncios de estatización del gas y del cierre de algunas minas”.
Hay otro documento presentado por Epicentro TV, que es más elocuente, no tanto por lo que dice Pérez del Solar, sino porque nos enteramos de que fue traído a Lima e interrogado por Aníbal Torres, que el lunes 13 estaba encargado de la cancillería mientras el canciller Óscar Maúrtua se encontraba de viaje en Roma. Los encargos de cartera suelen ser formales y pasivos, pero interrogar a un diplomático sobre un asunto de impacto político, aún si contara con la venia del viajero, es una figura inusual, por decir lo menos. Ante las preguntas directas de Torres, Pérez del Solar contesta: “Me consta que la Sra. Alva y otros congresistas señalaron que había ministros que no cumplían con los requisitos para serlo. No me consta ninguna opinión sobre ‘autogolpe’. No me consta que haya llamado ‘terroristas’ al gobierno”. Finalmente, le reitera, a una pregunta de Torres, algo que también está en su informe, que no ha sido testigo de que Alva, “exigiese a sus pares ibéricos que emitan un pronunciamiento señalando que el Perú ha sido capturado por el comunismo y que Pedro Castillo es un presidente que no tiene legitimidad”.
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Indagué con fuentes del gobierno, preguntando si la PCM o la presidencia pensaban seguir con la causa contra Alva, a pesar que la moción que presentó Guillermo Bermejo tuvo una sonora derrota con apenas 20 votos a favor, y me dijeron: “No hay una decisión tomada”. También quise indagar con fuentes del PSOE, en España, el partido responsable del incidente, por albergar en sus filas a Villagrasa y manejar la comisión donde ocurrió el incidente. Le escribí a Pau Marí-Klose, el presidente de esa comisión, y me contestó con un seco “no voy a dar declaraciones”.
El mismo jueves en el que aquí se debatió la moción de censura contra Alva y esta obtuvo un triunfo; la Comisión de Asuntos Exteriores de los diputados españoles, aprobó, por el contrario, con 19 votos a favor y 14 en contra, una moción “en defensa de la voluntad y la institucionalidad democrática en Perú” que, en líneas gruesas y sin mayor consecuencia, respalda al gobierno de Castillo. Mientras Bermejo se quedaba casi solo y, de pica, renunciaba a su bancada; su causa ganaba, indirecta y líricamente, en España.
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Dime con quién almuerzas…
Pero volvamos al almuerzo, que es un detalle fundamental, no porque se me ocurra, sino porque parece que lo fue para que Noemí Villagrasa, la carbonera en esta historia, se animara a hablar y echara a rodar la bola. En su relato, difundido en un audio, dice, con la gravedad de quien tipifica un delito, que Alva se fue “a almorzar con la extrema derecha”, o sea, con VOX. Pérez del Solar también destaca ese hecho en su informe.
Dado que almorzar con VOX es motivo de escándalo en el socialismo y de alerta diplomática, quise averiguar porqué Alva, Bustamante y Soto se fueron con el diputado Víctor González de Vox. Ciertamente, la presidenta del Congreso, militante de un partido de centro como AP, hubiera maridado mejor su almuerzo con socialistas del PSOE o con los derechistas del Partido Popular, que ha gobernado España por tanto tiempo y a cuyos líderes ya se los había presentado Barnechea. Es más, según refiere Pérez del Solar en su informe, la acciopopulista contó al empezar su intervención en la comisión, que su abuelo materno fue un español militante del PSOE.
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¿Por qué, pues, con Vox? Le pregunté a Bustamante y a una persona allegada de Alva y esta fue la explicación: La reunión duró alrededor de hora y media y todos salieron a las 3pm. cansados y hambrientos. No tenían nada planificado. Notaron que un diputado hablaba con Marí-Klose, el presidente de la comisión, insinuándole que invite a almorzar a los peruanos para compensarlos por el mal rato, pero este no se pronunció. De pronto, González, el de Vox, que había apoyado a Alva en la reunión, dijo a los peruanos que los invitaba a almorzar a un restaurante que quedaba a unos pasos, El Barril de las Cortes.
‘¿Si Pau Marí-Klose los hubiera invitado se iban con él?’, pregunto a Bustamante. “Por supuesto”, me responde, y agrega, “y si nos hubiese invitado este Antón, también íbamos, porque hubiera sido la ocasión para que se disculpe”. Hay que decir que González los conocía, aunque superficialmente, pues había estado en Perú, con otro colega de VOX, en septiembre pasado. Bustamante lo había recibido y departido con él, pero, me subraya que no era su amigo ni coordinaron el almuerzo.
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Lecciones y moralejas de política exterior: No hablar de más ante comisiones donde están los polos de la política del país anfitrión, que en España están confrontados como en muchas partes. Si al final se presenta la ocasión de socializar, no irse a comer con los extremos. Y, a la hora de la cuenta, evitar el dispendio, pues los ojos fiscalizadores están puestos en una representación nacional que compite en desaprobación con el Poder Ejecutivo. En este caso, el almuerzo lo pagó el de VOX; pero el portal El Foco encontró algunas facturas llamativas de un viaje previo a Roma en el que participó Alva y hay una cuenta de desayuno, sin detalle de consumo, que asciende, según el cambio calculado por el portal, a S/478.
Indagué en el entorno de Alva, porque no había una respuesta ante esta denuncia de gastos lícitos pero llamativos y, ciertamente, muy plurales pues hay congresistas de todos los colores incluidos en los viajes. No tenían una respuesta precisa para el desayuno romano, salvo especular que probablemente su presidenta invitó a alguien que la ayudó en su función; pero me dijeron que en ese viaje ella devolvió viáticos –el monto asignado no necesariamente se gasta en su totalidad- por alrededor del 25% y en el caso de España, por alrededor de 50%. Además, me dijeron que, como los viajeros son de todas las bancadas, la próxima semana el oficial mayor Hugo Rovira, informará sobre la política administrativa de gastos y viáticos en el Congreso, que es la misma en todo el sector público.
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Pitucos en el baño
No hay que ser científico social ni escritor costumbrista, para haber previsto, cuando empezó el quinquenio, que el contraste entre un campesino serrano en Palacio de Gobierno y una limeña blanca con pelo pintado de rubio, María del Carmen Alba; iba a ser caricaturizado y rentabilizado políticamente por el oficialismo. La polarización entre Lima y las regiones, clases, razas e ideologías, es tal; que el contraste entre los personajes que encarnan los dos poderes se iba a imponer, de cualquier forma, como una narrativa por encima de la voluntad y los méritos de estos.
Le pregunté a un dirigente de AP si cuando la bancada escogió a Alva como su candidata para presidir la mesa directiva, pensaron en ese detalle. Me dijo que no y que a los congresistas que pudieron oponerse, entre ellos, los de la facción de Yonhy Lescano; les preocupaba más asegurarse de que el portavoz fuese de los suyos pues no tenían mucha fé en ganar la mesa. En efecto, el portavoz fue el puneño Carlos Zevallos, que contrató a Lescano de asesor, y hoy está apartado de la bancada. En realidad, ni los lescanistas ni los otros estaban seguros de que Alva se impondría en la mesa directiva, pero lo logró y ella misma estuvo en el cubileteo con algunos de los aliados, en especial con APP.
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Una vez elegida, la vimos ponerle la banda a Castillo y el contraste saltó a la vista para la propia contrastada. Probablemente esa sea una de las razones por las que suele reivindicar sus raíces cajamarquinas. La entrevisté en ese entonces y me contó que en su primera conversación con Castillo, entre la cordialidad y el protocolo, hablaron en extenso de Cajamarca y el presidente le dijo que conoció en Chota a unos posibles familiares suyos.
Ni la cordialidad ni el principio de colaboración entre poderes primó en los siguientes encuentros. Hubo, por el contrario, el 12 de agosto, un confuso incidente, quizá uno de los tantos malentendidos de la nueva normalidad, que echó leña al fuego: el presidente le acercó el brazo para un aparente saludo con los codos y ella le hizo un pare con la mano, como rechazando el acercamiento. Las redes hirvieron con críticas y bromas sobre el supuesto desdén de una pituca limeña al humilde campesino. Ella salió a aclarar que su rechazo con la mano no era al choque de codos sino a la invitación que le hizo Castillo para que hablara ante la prensa. Pero la narrativa del contraste era tan poderosa que ya no importaba lo que dijeran los contrastados.
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El lunes nos enteramos de que Castillo había exportado su narrativa del contraste a México. Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el presidente mexicano, en una de sus acostumbradas y largas disertaciones, usó al Perú como ejemplo de democracias asediadas. Contó que Castillo le pidió ayuda y consejos y se victimizó, ante él, diciéndole, entre otras cosas: “Me quieren quitar el sombrero, que yo no entre a Palacio o a la cámara de diputados con sombrero”. AMLO siguió su relato apenas hilvanado: “Los pitucos…tiempo que yo no escuchaba ese término… es como los ‘fifís’, el equivalente. ‘Paso y se tapan la nariz’ [citando a Castillo]. Le dije, ‘de eso no te preocupes, té eres un dirigente surgido del pueblo”.
AMLO invocó el cuento seminal de todos los presidentes que dieron el brinco de la representación más humilde a la cúpula del poder, el del mexicano Benito Juárez en el sXIX. Y lo remató con esta anécdota: “Las pitucas de su tiempo, cuando iban al baño, decían ‘voy al Juárez’”. López Obrador no tenía en mente a María del Carmen Alva, pero, si le daban el apunte de quién y cómo era ella, quizá lo hubiera incorporado al cuento con frescura y cero diplomacia. La misma exportación narrativa está presente en el diputado catalán Pisarello cuando comparó a Alva con Jeanine Añez, la sucesora de Evo Morales. Ciertamente, Añez, hoy encarcelada, es polo opuesto de Morales en dramático sentido. Alva ni siquiera votó por la moción de vacancia, pero se la percibe muy cercana a las bancadas que sí lo hicieron, para comezón de varios acciopopulistas.
El gobierno tiene muchos escándalos y conflictos que ventilar, entre ellos, una denuncia del procurador Daniel Soria contra el presidente ante la fiscal de la nación, por tráfico de influencias y patrocinio ilegal. Es difícil prever si todo ello les dará tiempo o motivos para volver a confrontar a uno de sus blancos favoritos.
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