Por Diego Chirinos Cané y María Alejandra Campos
La final del Mundial de Fútbol. Aquella cita marcada en todos los calendarios deportivos fue, durante meses, fijada como el potencial punto de partida de la contienda para la Alcaldía de Lima.
Mientras los niveles de intención de voto de los candidatos apenas rozaban el 10%, diversos analistas señalaban una y otra vez que el término del Mundial de Rusia era el “verdadero inicio” de la campaña.
Pero los 90 minutos finales del Mundial se fueron tan rápido como llegaron. Y más de un mes después, el despegue de la campaña y de la intención de voto de los candidatos siguen brillando por su ausencia. Y el motivo no estaba en Rusia.
“La prohibición de la reelección inmediata de gobernadores y alcaldes [aprobada en el 2015] rompe un patrón que en Lima funcionaba desde los años 90. Es el primer proceso en el cual a un alcalde se le restringe la reelección inmediata”, enfatiza el politólogo del Instituto de Estudios Peruanos Martín Tanaka.
—Candidato concentrado—
Las cifras son elocuentes si de mostrar el desinterés electoral se trata. A menos de dos meses de la elección metropolitana, los tres primeros candidatos –según la encuesta de El Comercio-Ipsos– concentran apenas 35% de la intención de voto. La cifra es mucho menor que el promedio registrado en los cuatro procesos electorales pasados [ver infografía].
“El peruano está acostumbrado a un discurso de oposición, al ‘antialgo’. El que busca reelegirse es por definición un candidato fuerte y su opositor también. Esto no se da en el actual proceso”, advierte el politólogo del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico Ignazio de Ferrari.
A falta de esas figuras definidas por antagonismo, el peso específico de cada candidato entra a tallar. Prueba de ello es que, aun cuando en el 2010 Luis Castañeda Lossio no tentó la reelección, dos meses antes de la contienda Lourdes Flores, Álex Kouri y Susana Villarán ya concentraban el 65% de la intención de voto.
“Eso tampoco se da ahora. Vemos muchos candidatos secundarios que, pudiendo incluso tener mejores propuestas, no superan el dígito de intención de voto”, sostiene el analista político y profesor de la PUCP Fernando Tuesta.
Para la elección del 7 de octubre, hay veinte candidatos, el mayor número de las últimas cinco contiendas.
—Baja proyección—
Todo lo antes descrito se suma a un contexto adverso para el proceso electoral. La atención hoy se centra en un eventual referéndum para llevar adelante una reforma judicial y política que, por lo menos, copará la agenda durante los próximos dos meses.
“Hay una relación de ida y vuelta. Hay muchos candidatos y por eso hay esta dispersión o desinterés. Al mismo tiempo, el que haya tantos candidatos es consecuencia de la crisis política terrible que vivimos. Parece que cualquiera puede aspirar a la alcaldía sin ideas de qué hacer con la ciudad”, agrega Tanaka.
La información histórica permite prever que la dispersión en la intención de voto irá reduciéndose conforme se acerque el día de la votación.
“Lo que muestra la investigación es que en todo proceso hay una coordinación involuntaria en los votantes. Miran las encuestas y deciden según la chance que tenga cada candidato”, detalla De Ferrari.
La fracción de votos blancos y viciados también se reduciría con el pasar de las semanas, según marca la tendencia de las últimas elecciones para Lima.
El rango promedio en el cual podría reducirse la cantidad de este tipo de voto oscila entre 9% y 13%. Es decir, no hay mucha más torta para repartir entre los candidatos.
“Es casi imposible tener a un ganador de la elección a la Alcaldía de Lima por un 40% de los votos. Incluso en el caso de Renzo Reggiardo es difícil pensar en un despunte que supere el 30%”, estima Tuesta.
A la espera del desenlace, la polémica generada hace unos días en torno al discurso xenófobo de Ricardo Belmont parece ser la primera señal de una campaña, hasta ahora, gris.