La historia política del fujimorismo está ligada, entre muchas otras cosas, a los apellidos y a las familias. Miguel Torres recuerda que conoció a Alberto Fujimori cuando tenía 10 años. Su padre, Carlos Torres y Torres Lara, fue convocado para ser parte de su primer gabinete y, según cuenta, allí se dieron cuenta de que sus hijos iban al mismo colegio. “A Kenji, a Hiro, a Sachi, a Keiko, los conozco desde los años noventa. Luego desarrollamos esa amistad, esa unión para mantener la política que había sido trazada por nuestros padres”, comenta.
34 años después, Miguel Torres es vocero y subsecretario general de Fuerza Popular, además de uno de las personas más cercanas a Keiko Fujimori. En medio de la exequias de Alberto Fujimori, el dirigente naranja conversó con El Comercio sobre el legado de su líder histórico, su influencia sobre el partido mientras estuvo libre y el futuro de la agrupación tras su muerte. A pesar de las sentencias por homicido y corrupción que dejó el expresidente, indica que ellos no reconocen que haya cometido delitos, solo errores, y cree más bien que los antifujimoristas tiene ahora la “oportunidad de ser grandes seres humanos”.
-Para usted, ¿qué significa la figura de Alberto Fujimori?
Para mí, se me ha ido un héroe. Cuando somos niños imaginamos a nuestros héroes, leemos la vida de los héroes nacionales, los tomamos como inspiración. Pero yo tuve el lujo de conocer a un héroe en vida: Alberto Fujimori. Él nos permitió tener un país con futuro, nos salvó del terrorismo, de la quiebra económica, de ser parias en el mundo. Eso para mí es un héroe.
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-¿Y cómo concilia ese legado con sus sentencias, sus condenas por corrupción y los casos Barrios Altos y La Cantuta? Al margen de las opiniones, él tuvo estas cuatro condenas por hechos ligados a su gobierno
Yo creo que la justicia no hizo el papel que uno esperaría. Hemos podido observar una sentencia política, en la que usaron mecanismos que, como abogados, nos llamaron muchísimo la atención, como la autoría mediata. En una oportunidad, cuando todavía estaba en prisión, le pregunté al presidente: ¿si usted hubiera sabido que iba a terminar así, hubiera vuelto a transitar por todo lo que lo que tuvo que enfrentar? Su respuesta fue clarísima. Me dijo: lo que yo estoy teniendo que pagar, no tiene ni la más mínima comparación frente a todo lo que pudimos ayudar. Entonces, si me dices cómo compaginamos la idea de un gran líder con las sentencias, diría que permitamos que la historia y el tiempo nos haga ver las cosas desde una perspectiva mucho más amplia. Él fue un héroe no solo por las cosas que hizo, sino que fue un héroe por la libertad que tuvo que sacrificar tantos años.
-Me mencionaba la sentencia por autoría mediata [Caso Barrios Altos y La Cantuta], pero él también tuvo sentencias por corrupción en las que se acogió a la terminación anticipada…
Sí, en esa fórmula para acortar el proceso fue, seguramente, en más de oportunidad, fue asesorado para que lo haga simplemente para terminar con un show de procesos, que lo desgastaba. Seguramente también desanimado por no encontrar una justicia objetiva.
-Entonces, ¿él nunca admitió ni ustedes admiten que haya cometido un delito?
No. De hecho, no solo como amigo y como fujimorista, sino también como abogado, tengo claro que las sentencias de Alberto Fujimori fueron sentencias políticas; que los mecanismos, instrumentos y procesos utilizados para poder asignarle una responsabilidad penal son construcciones de índole política. Quizás a sus grandes adversarios los llenará de satisfacción, y a quienes vemos en don Alberto a una gran persona, lo vemos como un acto de heroísmo.
-¿Cómo fueron sus últimos meses, sus últimos días?
Fueron meses muy bonitos. Gozó de su libertad, que significó poder ser -en su plenitud- padre, abuelo y líder del fujimorismo. Estaba muy emocionado de poder corroborar que el gran trabajo que hemos hecho en los noventas se mantenía, no obstante los problemas que hemos tenido que enfrentar en nuestro país. Lo veía como un papá admirado por lo que había hecho su hija, respecto de la formación de un partido político [...] En el último mes, estaba luchando con esta enfermedad, que muchas veces no avisa la agresividad con la que va a atacar [...] Dios nos dio la oportunidad de gozar a un Alberto Fujimori muy orgulloso de llegar a la casa que se construyó para él, Fuerza Popular. También a un Alberto Fujimori a quien los ojos le brillaban de ilusión porque iba a poder servir una vez más a la patria. Él estaba convencido de que lograba superar este obstáculo de la salud, que seguramente con la ayuda de todos nosotros lograba superar obstáculos legales, y que iba a poder volver a servir al Perú.
-¿Qué tan influyente fue en este tiempo en lo que se decidía en el partido y en la bancada?
Lo hemos escuchado como el gran consejero, la persona autorizada para dar una opinión, con conocimientos teóricos y muy prácticos, muy aterrizados. La opinión de don Alberto era completamente relevante y la primera en escucharlo era Keiko. Lo escuchaba mucho, conversaban mucho. Son una familia particular porque respiran política, comen política [...] Tuvo un rol familiar, pero también un rol político, donde su consejo era siempre escuchado y respetado.
-Trascendió que su opinión pesó, por ejemplo, para que Fuerza Popular apoye a Eduardo Salhauana como presidente de la Mesa Directiva…
Eso en realidad pasó por una consideración de prudencia con respecto a los procesos que se tienen y que, en más de una oportunidad, algún fiscal sostuvo descabelladamente que hubo una obstrucción a la justicia. Más que por consejos individuales, fue una decisión que se tomó para arrebatar discursos trasnochados.
-¿Pero ese fue en el que él los aconsejó en particular?
Él fue una de las personas que compartió las inquietudes al respecto, pero no fue quien tomó la decisión. Fue una decisión partidaria.
-¿No fue precipitado anunciarlo como candidato presidencial para el 2026? ¿No era más prudente ver cómo evolucionaba su salud?
No lo sé, porque nació de una conversación muy bonita entre entre hija y padre. No fue una conversación calculada, no fue una conversación que fue materia de una estrategia. Simplemente fue una una conversación a la que tenían que arribar dos personas que se habían convertido en los grandes líderes del fujimorismo y que, con el cariño familiar y la razonabilidad política, tomaron una decisión y decidieron compartirla. Creo que fue acertado, porque además permitió eliminar ese fantasma que, sobre todo, a los adversarios les encantaba alimentar: el divisionismo en el fujimorismo, algo que ya no se encontraba presente. Alberto Fujimori nos ha dejado siendo militante de Fuerza Popular, fundador del fujimorismo y siendo la persona que ha inspirado a este partido.
-Tras su muerte, ¿la señora Fujimori es la candidata natural para el 2026?
Me encantaría decirte que sí. El tema es que pasa primero por una decisión personal de Keiko. Ella todavía no ha tomado ninguna decisión. No lo hemos conversado siquiera, porque a nosotros nos llenaba de entusiasmo la posibilidad de que sea el presidente Fujimori. Keiko, me imagino, tendrá que meditarlo, tendrá que evaluarlo. Para nosotros los militantes, eso supondría lo que naturalmente desearíamos, añoraríamos; pero hay una primera decisión en el seno familiar que ella tiene que tomar y que nosotros, no solamente como amigos sino como militantes, tendremos que respetar.
-¿Alguna vez conversó con el expresidente sobre el futuro del partido más allá del apellido Fujimori? Fuerza Popular ya es un partido establecido, pero no se ha visto que haya surgido liderazgos o un posible candidato más allá de la familia
Don Alberto estaba orgullosísimo de lo que ha logrado su hija con el partido. Y sí: en algún momento conversábamos y decía que los líderes son importantes, pero una de las grandes labores, que se está desarrollando en Fuerza Popular, es la formación de valores [...] El fujimorismo es un partido todavía joven, pero conversábamos y decía que estaba claro que tenía que trascender en el tiempo. La trascendencia, evidentemente, pasa también por incluir a personas que no sean directamente de la familia.
-¿Hay fujimorismo más allá del apellido Fujimori?
Habrá fujimorismo, siempre con la figura de los Fujimori, en donde puedan participar personas con otros nombres, con otros apellidos, pero siempre con los mismos valores.
-¿Y cuáles son esos valores?
Primero, entender la democracia no como un mero acto electoral, sino como la oportunidad de la la oportunidad de generar que las personas tengan acceso a la satisfacción de sus necesidades [...] Conceptos de lealtad, de disciplina, de fortaleza y de...no te voy a decir de mano dura, pero sí de mano firme para tomar las decisiones que se necesitan. Sin temor, con compromiso y siempre pensando en la población.
-Volvamos al 2016. Se percibió el distanciamiento entre Keiko, Kenji y Alberto Fujimori. Usted era parte de la bancada, una persona muy cercana a la señora Fujimori. ¿Se equivocaron en lo que respecta a su relación con su hermano y con su papá?
Hubo un gran problema de comunicación, de entendimiento. Todos buscaban lo mismo, yo soy testigo excepcional de eso: la libertad del presidente Fujimori. Keiko lo visualizaba desde una perspectiva distinta a la de Kenji. Quizás empezó a haber mucho ruido entre ellos, quizás algunas voces no permitían que este diálogo entre hermanos pudiera terminar de entenderse. Para quienes estábamos cerca fue un momento difícil, porque corroborábamos que los dos querían exactamente lo mismo, pero tenían un pensamiento, un camino distinto para lograrlo. Sí, qué duda cabe de que hubo un distanciamiento, se cortó la comunicación, hubo un resentimiento, pero gracias a Dios han tenido una segunda oportunidad. No todos tienen una segunda oportunidad de recomponer la familia.
-¿Cargar con el legado del expresidente Fujimori también va a ser cargar con sus pasivos? El antifujimorismo es una fuerza que ha definido las últimas tres elecciones
Creo que negar los errores sería una equivocación, creo que tenemos que asumirlos, tenemos que saber llevarlos y tenemos que ser lo suficientemente inteligentes para haber aprendido de ellos. En algún momento, Keiko hacía referencia a una ‘mochila pesada’. Sí, la mochila pesada te la pones al hombro y continúas.
-No reconocen que él cometió delitos, ¿qué errores sí admiten?
El peor error que, lastimosamente, el presidente Fujimori cometió fue entregar tanta confianza a una persona tan oscura, tan maquiavélica, y con tan pocos valores como Vladimiro Montesinos.
-¿Un error pero no un delito?
No. La confianza en una persona y que esa persona te defraude y te engañe, no es un delito. Es un error, sí, pero todos, como humanos, cometemos este tipo de errores.
-¿Ven como algo posible algún tipo de reconciliación con quienes se consideran antifujimoristas?
Como partido nos toca tomar posiciones y eso implica que habrá gente que no estará de acuerdo con nosotros. No aspiramos a que todos sean felices con el fujimorismo, a lo que aspiramos es que a la familia completa del fujimorismo le dé orgullo esta casa construida bajo los ideales de Alberto Fujimor y con el esfuerzo de Keiko Fujimori.
-Pero existe lo que podríamos llamar una suerte de antifujimorismo ‘histórico’, en rechazo a los hechos cometidos durante el gobierno del expresidente…
Yo a ellos, a los antifujimoristas, les diría que tienen la oportunidad de ser grandes seres humanos, de mirar hacia el futuro, de tener como agenda principal al país. Y que se den cuenta de que si quieren hacer política, se animen a formar un partido, en el que no solo tengan un discurso anti una persona o anti un grupo de personas, sino un partido que proponga soluciones.
-¿Y qué le diría a quienes reclaman que Fujimori murió sin responder por todos los delitos por los que se le procesaba? A las partes agraviadas, por ejemplo, en el juicio del Caso Pativilca…
Que oro mucho por ellos, que oramos mucho por ellos, porque sentimos que hay quienes han utilizado al fujimorismo, a Alberto Fujimori, como una forma de excusa para poder hacer justicia respecto de sus familiares. Rezo por ello, porque puedan, en algún momento, conocer la verdad y saber que el ingeniero Fujimori tenía una función de defensa, de gran ser humano, y que todo lo hacía en beneficio del país.