Milton sabe cuánta luz necesitan las astromelias para florecer perfectas. Es consciente del abono que requerirán los claveles y cuánta agua tendrá que echarle a sus alelíes para que den flores brillantes. Una vida de experiencia le permite saber cómo renovar la tierra antes de plantar los girasoles y qué cuidados tener con sus gladiolos. Algunas de las cientos de variedades que cada año florecen sin problemas y engalanan el valle tarmeño.
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Como parte de la campaña Peruanos que Suman de El Comercio y el BCP llegamos a La Perla de los Andes para conocer al hombre detrás de la fundación de la primera asociación de floricultores de la ciudad, quien hoy sueña con llevar estos coloridos productos a los exigentes mercados internacionales.
Al igual que sus padres y sus abuelos, Milton Manturano ha dedicado su vida al campo, específicamente al cultivo y comercio de flores, en una ciudad que se aprecia de tener tan buen clima y ser tan fértil que en sus tierras puede crecer casi cualquier especie.
A sus 48 años, este floricultor tarmeño mira con orgullo la casa que construyó gracias a su trabajo y, sobre todo, cómo sus dos hijos se han convertido en profesionales.
Además, es el hombre detrás de la primera asociación de floricultores de Tarma.
“En el 2015 inició ese sueño que luego se llamó Asociación Perla de los Andes o Aspaflora. Comenzamos siendo 240 asociados, después de la pandemia el número bajó a 140 y con la reactivación económica estamos recuperando miembros. Yo fui presidente hasta el año pasado, cuando otro compañero fue electo al cargo, pero yo me mantengo como miembro de la asociación”, comenta Milton sentado sobre su campo.
Al frente de Aspaflora no solo consiguió que los comercios locales siempre estén abastecidos con las mejores flores sino también impulsó un colorido festival que se ha consolidado en los últimos años y proyecta a volverse una tradición.
“En el 2019, aún durante mi gestión, realicé una pasantía en Colombia. Ahí coincidí con el festival de las flores en Medellín. Vi todo lo que había y me pregunté por qué nosotros no teníamos algo así, si somos la ciudad de las flores. Así que a mi regresó preparé una carta y se la envié al Ministerio de Agricultura para que lo decrete a nivel nacional. Acá en Tarma lo llamamos Quriwayta, que significa la flor de oro”, recuerda el floricultor.
En noviembre de este año se celebrará el cuarto Quriwayta, una fiesta en la que los coloridos carros alegóricos de cada sector recorren la ciudad disputando la corona del productor de las mejores flores.
La celebración, nos revela Milton, fue fijada en dicha fecha para que los productores aprovechen los saldos de las ventas por el día de todos los santos y, en lugar de tirarlas u ofertarlas, se disputen un reconocimiento.
Con la mirada fija sobre sus brillantes girasoles, Milton nos cuenta sus nuevos sueños.
“Quiero que Tarma exporte sus flores. Somos una tierra que ha sido bendecida por Dios para crecer distintas variedades de flores. Por eso he formado una nueva asociación llamada la Unión de Floricultores Agrarios Tarma”, cuenta el emprendedor.
“Estoy trabajando con chicos de las universidades tarmeñas, sobre todo busco a los hijos de los floricultores que ahora son profesionales, para que junto a ellos consigamos este sueño”, agrega.
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