Para los habitantes de las islas flotantes de los Uros, en el Lago Titicaca (Puno), el estado de emergencia para frenar la propagación del coronavirus es un duro golpe a su subsistencia diaria. Sin embargo, la mayoría de ellos han acatado las disposiciones del Gobierno, aunque algunos no tengan en claro las razones del aislamiento social obligatorio.
“Desde que no llegan turistas a nuestras islas, no tenemos ingresos. Al menos nos dejaban propinas, y con eso comprábamos nuestros alimentos y gas para cocinar”, dice Rodolfo Lujano Suaña, jefe de familia en la isla Chujllita Corazón.
En ese islote de totora, seis familias integradas por 28 personas –entre ellos 15 niños– preparan sus alimentos reunidos alrededor de un fogón. “Así nomás nos cocinamos para todos”, cuenta en idioma aimara la esposa de Rodolfo, mientras atiza el fuego y otras mujeres preparan los alimentos para la olla común. Las mismas circunstancias se repiten en otras islas.
“Ya no tenemos dinero para ir a la ciudad y comprar alimentos. Cazamos aves, buscamos sus huevos y pescamos ‘carachi’ (pez oriundo del Titicaca en proceso de extinción). De eso vivimos”, explica Jaime Quispe Vilca, presidente de la isla Kapi Nativo, hogar de 22 personas.
Ayuda policial
Este domingo, un grupo de agentes al mando del mayor PNP, Marcial Córdova Cori, jefe del Escuadrón de Emergencia 105, llevaron bolsas de víveres a los habitantes de las islas. El personal policial compró los artículos de primera necesidad luego de haber realizado una colecta y se trasladó a los Uros alquilando una lancha.
“Como policías conocemos las necesidades de nuestro pueblo de Puno. Este es un aporte desinteresado del personal policial”, dice Córdova a El Comercio.
El panorama en los casi cien islotes ya no muestra a ningún turista. Percy Vilca Coila, presidente de la isla Balsita Corazón, asegura que solo 25 están habitadas actualmente, mientras que los moradores de las restantes han vuelto a sus viviendas en tierra firme.
“Nosotros sí permanecemos en nuestras islas acatando las medidas emergencia. No vamos a la ciudad y cumplimos con el aislamiento obligatorio, salvo cuando tenemos alguna urgencia y salimos en nuestras lanchas”, refiere.
El personal de la PNP, al observar que varios de los habitantes de esas islas no usaban mascarillas, también les proporcionó estos implementos de bioseguridad para prevenir cualquier infección o propagación del COVID-19. Además, informaron sobre el nuevo coronavirus en idioma aimara.