La falta de solidez del sistema de partidos políticos llega a tener un impacto en cómo, posteriormente, el Estado es capaz de arribar al manejo de un conflicto social que pone en zozobra. A esta y otras conclusiones llega Maritza Paredes, experta en conflictos ambientales y socióloga de la Pontifica Universidad Católica del Perú (PUCP), frente a la coyuntura que vivimos.
En breve comunicación con El Comercio, Paredes también da una pincelada al impacto que ha tenido la pandemia del coronavirus (COVID-19) en el manejo de los conflictos. Según el último reporte de la Defensoría del Pueblo, hay 197, de los cuales 73% se encuentran activos. El gobierno nacional sigue siendo el mayor solicitado.
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—¿Cómo consideras que viene siendo el manejo de los conflictos sociales en la gestión del presidente Francisco Sagasti?
En general, el manejo de conflictos en el gobierno de Sagasti no ha sido una prioridad y claramente la apuesta ha sido por evitarlos lo más posible. Pero eso es algo que es inevitable. Una de las cosas que venimos viendo, justamente por el reporte de la Defensoría [sobre conflictos sociales], es que los conflictos han empezado a elevarse desde el 2019. Y si bien antes estábamos acostumbrados fundamentalmente a conflictos relacionados con la minería o alguno que otro caso de naturaleza extractiva, ahora en realidad lo está a un conjunto de demandas que la población siente que no están siendo atendidos por el Estado. Ahora, quiero decir una cosa adicional, no es un problema con Sagasti solamente.
—¿A qué te refieres?
El hecho de que no tengamos partidos políticos, de que lo que tenemos son estos vehículos políticos que llevan candidatos de corto plazo, que aparecen y desaparecen, tiene una consecuencia muy grande en cómo el Estado es capaz de dialogar con los actores sociales. Si no tienes políticos con cierta articulación a nivel regional o nacional que de alguna manera sean capaces de conectar al Estado con los actores sociales, es imposible para cualquier Estado (ya sea el de Sagasti o anteriormente el de Martín Vizcarra) poder hacerlo. Vizcarra tenía esa habilidad de poder hablar, tenía la experiencia del Gobierno Regional de Moquegua. Era una persona que está acostumbrada a bajar y dialogar. Sagasti tiene mucho menos. Fue una buena opción elegir a Eduardo Vega en [el Ministerio de] Justicia. Pero, en general, el Estado cuenta con muy poca capacidad organizacional para liderar con estos conflictos. La creación de la unidad de conflictos [en la PCM] ha servido para avanzar en algunas gestiones de información, identificación, pero al final los conflictos se manejan y se resuelven políticamente. Y para eso necesitas tener cuadros que permitan hacerlo.
—Comprendo el punto de que no es un problema de Sagasti. Sin embargo, la prioridad que le da un presidente a los conflictos ayuda a que posteriormente no se genere una crisis como la que actualmente se vive. No se le ha visto, por ejemplo, viajando a las regiones que tienen conflictos fuertes...
Claramente no es un prioridad. Pero difícilmente pedirle [eso] a un gobierno en este contexto de pandemia también es complejo. Tienen que atender muchas cosas. Y tiene un equipo muy técnico, poco político. Hay funcionarios que han estado tratando de manejar el asunto a nivel local. Pero tú puedes manejar bien un grupo más o menos acortado y limitado de conflictos con las capacidades que tienes. Sin embargo, cuando tienes muchos más, no importa si has mejorado tu capacidad, simplemente te desborda. Creo que es lo que está pasando ahora. [...] Y en el contexto de pandemia que tenemos, los conflictos crecen más rápido de lo que eres capaz de organizarte para resolverlos. Entonces hay una situación de desborde. Los conflictos están allí, le puedes dar una importancia, pero estamos como en una olla de presión en donde la pandemia de alguna manera está generando mucha desconfianza.
—La situación de los transportistas, un sector clave, es algo que se venía gestando hace tiempo Y sí, el gobierno quizás en algunos conflictos sociales no ha podido poner todo el foco de atención precisamente por el COVID-19. Pero este caso en específico sí estaba relacionado. ¿Qué faltó, desde ambas partes, para evitar llegar a esta crisis?
El gremio de transportistas es fuerte y, como estamos viendo, tiene la capacidad de paralizar el país. Creo que no hubo suficiente capacidad de entender (y ahí es manejo político) de qué cosas puedes ofrecer para realmente tranquilizar los ánimos. Y, como dices, ya tiene bastante tiempo, pero no salía a la luz. Los conflictos mientras más se extienden se tiene esta sensación de que el Estado te pasea. Si estás empezando las negociaciones y no te apuras, no logras realmente llegar a un acuerdo lo más rápido posible y empezar a demostrar que tienes disposición a hacer algo (en muchos casos porque no puedes) es muy fácil que rápidamente el nivel de conflictividad se acelere. Eso es lo que ha pasado aquí. No se ha logrado llegar a negociar con ellos, en parte también por intransigencia. Pero eso es parte de la desconfianza.
—Según el último reporte de la Defensoría, hay 197 conflictos existentes a nivel nacional, de los cuales el 73% está activo. ¿Qué tanto ha dificultado la pandemia el manejo de los conflictos?
Vuelvo a lo que te mencioné anteriormente. Puedes saber nadar, pero si te lanzan a una cascada gigante, no importa cuánto hayas aprendido, no vas a poder asumir. Hay varios problemas, uno de ellos es que el Perú más o menos tiene algunas herramientas para poder manejar conflicto, pero en el contexto en el que estamos ahora [de pandemia] son demasiados [los problemas]. Además de eso, te ponen una mochila más pesada, con la distancia [social], las cuarentenas, la menor capacidad para viajar e instalar mesas de diálogo.
—Hay una proliferación en los problemas, por el contexto de la pandemia, y estos generan a su vez conflictos…
Claro, pero generan más conflictos de los que tú estabas preparado para poder atender. Ese es el tema. Hay un problema de rebase. Y, además, ahora tienes menos recursos porque tienes a mucha gente trabajando desde casa, el tema del distanciamiento social. Y claramente esto no es necesariamente un tipo de instrumento para poder bajar los ánimos. Si algo es importante en la resolución de conflictos es la confianza. Y ello implica mirarse cara a cara, a los ojos, y ver que de alguna manera estamos pudiendo dialogar y ponernos de acuerdo. La pandemia obviamente está dificultando muchísimo instalar mesas de diálogo para poder resolver los conflictos, y también está haciendo mucho más lento [el tema de] la prevención, porque llegan con más tardanza las noticias que tienen que ver con los conflictos. Y creo que una tercera cosa tiene que ver con que los gobiernos se van cuajando para resolver estas cosas. Y este gobierno es nuevo. Las personas que acaban de entrar tienen menos de un año en la posición, la gente no los conoce.
—¿Y cuál es la receta mágica? ¿Cuáles considerarías que son los tres factores importantes para evitar que un conflicto llegue a una situación de nivel extremo, como la toma de vías y enfrentamientos?
Primero, prevención. Este asunto de tener información. El Estado tiene que tener información de focos en donde está escalando o puede surgir un conflicto importante. Y ese es un problema porque la Defensoría del Pueblo ha estado cumpliendo su papel, pero cada vez le cuesta más en este contexto, y también la PCM. Segundo, es bien importante la policía. Ya cuando la situación está así, una de las cosas que se ha demostrado en los últimos años es que la policía no está capacitada, no entiende cómo manejar estas situaciones. Somos un país en donde rápidamente se salen de las manos las situaciones de conflictividad cara a cara con los medios del orden. Es muy importante su capacitación, porque la legitimidad de la policía da orden en el momento de actuar. Y lo tercero son los circuitos de respuesta. Nosotros carecemos de eso hace mucho tiempo, gente muy útil con esta capacidad de ir a por el diálogo. Cada vez es más difícil [hallarlas] y esto debería estar institucionalizado. El Estado tiene que estar preparado. Y, en términos más concretos, el Estado lo que necesita ahora es dar confianza.
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