Los nuevos embajadores de la agricultura familiar
Los nuevos embajadores de la agricultura familiar
Redacción EC

La canasta familiar, esa que engordamos con ahínco, siempre con los productos más frescos, los más sanos y los más cómodos, ha ido evolucionando desde que la gastronomía peruana despertó la admiración del mundo. 

En Lima, esta transformación es palpable cada domingo en un rincón de Magdalena, donde 60 pequeños agricultores no solo ofertan, sino que también educan con sus verduras, frutos y lácteos.

“La gente ya nos conoce, nos espera y siempre pide más. Nuestros productos, nos dicen, tienen mejor gusto que los de las tiendas”, observa Reynalda Valencia García, quien  a sus 70 años es la agricultura de mayor experiencia en las (FAM). 

Que sus casi 100 kilos de chirimoyas, paltas y lúcumas desaparezcan de los estantes, en menos de cuatro horas de venta, confirma la buena aceptación lograda entre el público. 

Las FAM, que el próximo 19 de mayo cumplen dos años en la cuadra 32 de la Av. Brasil, forman parte de las Cadenas Agroalimentarias Gastronómicas Inclusivas de la (Apega). A la fecha, reúnen a agricultores familiares de 15 regiones que, como Reinalda, son especialistas en cultivos sostenibles.

“La gente está empezando a revalorar lo nativo. Mis papas de pulpa morada (puka sonqo) son las más consumidas, luego de las amarillas”, comenta Victoriano Fernández Morales, de la comunidad de Monte Azul (Huánuco). 

Fernández, también presidente de la Asociación Nacional de Productores de Papa y derivados del Perú, es responsable de que buena parte de las 500 variedades de papa que siembran a más de 3.700 m.s.n.m. hayan debutado en los principales supermecados.

La razón es simple: en menos de un año en las FAM, atendiendo solo domingos, la demanda de este agricultor pasó de 90 a 260 kilos. “A mis caseras les digo cómo cocinar la papa, según su variedad. Jamás he tenido reclamos”, cuenta.

Para Luis Ginocchio Balcázar, coordinador del proyecto de Apega, la interacción entre los productores y el público resume el encanto de las FAM.

“El 70% de lo que comemos los limeños [4.200 toneladas diarias] viene de agricultores familiares. Al ponerlos en contacto con el público, no solo revelamos la historia detrás del producto. También les damos a los agricultores el reconocimiento que merecen”, afirma.

En su puesto de té, Estela Baltazar, natural de Urubamba (Cusco), encarna lo dicho por Ginocchio: de cada venta, al menos 15 minutos son para explicarle al cliente cómo aprovechar mejor su compra. Este, como podría imaginarse, se va contento, con algo más que alimento entre las manos.

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