Mercedes Portilla tenía 40 años y murió intentando rescatar a sus animales de un incendio forestal en el distrito de Lucre, en Aymaraes, Apurímac. Beder Alarcón, de 20 años, falleció cuando el cambio en la orientación viento llevó hacia él el fuego de pastizales en distrito de Inkawasi, La Convención, Cusco. En Ayacucho, ovejas, vacas y cabras aparecieron carbonizadas junto a los cultivos que son el sostén de familias de varias comunidades. Tragedias que en menos de una semana se han repetido en la sierra peruana.
Hasta ayer, al menos siete regiones del país soportaban en simultáneo incendios forestales en la temporada más alta de emergencias de este tipo de los últimos años. Las quemas sin control y las condiciones climatológicas derivadas de un cambio climático que suele parecernos lejano se han traducido en muerte de cuatro personas en los últimos días, la de cientos de animales y la destrucción de miles de hectáreas de cultivos y áreas verdes.
Según el COEN (Centro de Operaciones de Emergencia Nacional), en lo que va del año van más de 1.300 incendios, mientras que el año pasado se llegó a 800 hasta diciembre. Han muerto en total 15 personas de enero a noviembre.
Solo en Cusco, donde en este momento los bomberos atienden al menos cinco incendios, casi se han duplicado los eventos de este tipo respecto al año pasado. El comandante José Arellano, jefe de los bomberos de la región, informa que todos los días reciben entre 2 y 3 alertas de fuego, pero solo pueden atender aquellas donde hay más personas en riesgo. Son 15 compañías en Cusco con unos 500 bomberos activos. Si la cantidad de personal es insuficiente, las condiciones de difícil acceso hacen aún más complicada la atención. Llegar a las zonas altas que se incendian les toma de 3 a 4 horas en auto más otras 2 horas a pie.
“Hemos batido récord de incendios forestales. Hasta el lunes eran 596 solo en Cusco mientras que el año pasado casi llegamos a 400 pero a diciembre. El fin de semana hemos tenido hasta 12 incendios al mismo tiempo y eso merma la capacidad de respuesta”, explica.
En Apurímac, la situación es igual de preocupante. “No tenemos ni el mínimo indispensable para la atención incendios forestales, estamos exponiéndonos”, dice a El Comercio el brigadier Juan Carlos Baca Ayquipa, comandante de Apurímac. Solo en esta región han muerto 3 personas en los últimos días mientras los bomberos atienden el fuego con ramas por la falta de equipos batefuegos. El martes, se solicitó con el gobierno regional el envío de helicópteros contra incendios que ayuden a sofocar los que se desarrollan en Andahuaylas y Challhuanca. Hasta el cierre de esta nota, no llegaba el equipo prometido.
A la muerte de personas y animales se suma daños en la salud con la inhalación del humo trasladado por el viento a las zonas pobladas, conjuntivitis, quemaduras o alergias. “También se afecta la parte económica porque con los incendios forestales se cierra Machupicchu, los aviones no pueden aterrizar, la agricultura pierde, la ganadería también”, explica el comandante José Arellano.
Quemas y sequías
Son tres elementos principales los que han hecho de este año el escenario propicio para incendios forestales: ausencia de lluvias, fuertes vientos y quemas descontroladas. Solo el último uno es acción directa e inmediata del ser humano, pero es, precisamente, el desencadenante.
Romina Liza, analista de Monitoreo de Recursos Forestales de la Dirección General de Información y Ordenamiento Forestal y de Fauna Silvestre de SERFOR, sostiene que realizan constantes capacitaciones a la población para detener esta práctica, pero los esfuerzos no son suficientes. “Lamentablemente la actividad ancestral de la ‘roza y quema’ es un tema cultural y en ese sentido es muy difícil eliminar. Las autoridades locales deben llegar a los agricultores para exigir que en esta época no realicen quemas”, señala.
Mientras tanto dependemos de condiciones climatológicas que son poco esperanzadoras. Eduardo Malca Valverde, Coordinador del COEN, indica que el fenómeno La Niña en el Pacífico central ha causado, por tercer año consecutivo, deficiencia de lluvias. Lo peor es que Senamhi prevee que esta sequía se mantenga hasta enero en la sierra norte occidental, sierra central occidental y sierra sur oriental. “Con estas condiciones, los incendios se propagan fácilmente y son más difíciles de controlar”, indica.
¿Es culpa del cambio climático? Liza sostiene que sí: “En años anteriores para noviembre ya se estaban finalizando la temporada de incendios forestales, sin embargo hemos visto un incremento este mes. Ya no se puede predecir el inicio y el fin de la temporada. Antes era julio a noviembre, pero este año iniciaron a fines de abril y lo más probable es que continúe a principios de enero.”
La evolución del áreas dañada por los incendios es notoria también. De acuerdo con información satelital, entre el 2017 y 2018 hubo un promedio de 150 mil hectáreas afectadas y para 2019 subió la extensión a 250 mil. En el 2020 se llegó a 537 mil porque, explica Liza, se redujo la supervisión y fiscalización debido la pandemia. Pese a que las restricciones de movilidad se levantaron, los incendios siguen creciendo. “Solo en el 2021 disminuyó la cifra porque la mayoría de áreas no estaban revegetadas aún (ese año hubo 191 mil). Este año las estadísticas indican que se podría llegar a una cifra similar al 2020. Estamos en un año muy crítico”, dice.
Cinco días después de que iniciaron los incendios en el Santuario Nacional de Ampay, en Abancay, ayer finalmente fueron sofocados. Jaime Valenzuela, jefe de esta reserva, indicó que afortunadamente hubo daños solo en ecosistemas aledaños. “De no controlarlos hubiera afectado al bosque de Intimpas [”árbol del sol” en quechua, especia protegida oriunda del país]”, dijo a El Comercio.
Además de los guardaparques bomberos forestales del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), 30 voluntarios del serenazgo de Abancay, el ISP La Salle, grupos ambientalistas Eco Energía, Red Interquorum y 12 trabajadores de la Municipalidad de Tamburco participaron en las acciones de control.
Solo en la provincia de Abancay, se han registrado más de 8 incendios forestales en lo que va del presente mes, dos de los cuales han afectado esta área natural protegida