La gaseosa que suele consumir, la avenida que recorre para ir al trabajo o el instituto al que va para estudiar inglés, puede que todos ellos –pese a ya ser parte del día a día limeño– encuentren sus orígenes en Gran Bretaña. Al respecto, el historiador Mauricio Novoa ha presentado el libro “Perú & Gran Bretaña: una historia en común”.
“A diferencia de otras migraciones, la británica se convirtió en una relación política”, explica.
— Principalmente la primera gran oleada que llegó entre 1821 y 1824, ¿cierto?
Así es. Gran Bretaña jugó un rol fundamental en la independencia del Perú. Buena parte de la oficialidad del ejército de San Martín es británico, el caso de Miller es emblemático: era un veterano de las guerras peninsulares que sirvió bajo el mando de Wellington, peleó contra los ejércitos napoleónicos y cruzó los Andes junto a San Martín. El almirante Guise fue otro. Además, recuerda que parte de las demandas criollas a la Corona española era tratar de liberar el comercio y fue una de las primeras medidas que dio San Martín. Así que muy pronto llegaron las casas comerciales británicas. Hubo una relación causa efecto entre la primera y la segunda oleada.
— Otros textos indican que pese a no ser la comunidad más grande, tenían los negocios más importantes...
De hecho, según el censo de 1877 que encontré era como la cuarta. Pese a eso, ha sido tremendamente influyente, sobre todo en el comercio y el desarrollo de la industria naviera. En el Huáscar había un componente de escoceses que trabajaban en la sala de máquinas, por ejemplo. La mayoría de escoceses que venían eran de la cuenca del río Clyde, una zona especializada en industria naval. Fue una migración bastante capacitada, que trajo consigo modernización y transferencia tecnológica. La industria textil y los ferrocarriles también fueron desarrollados por británicos.
— Parece que han estado en todas las primeras piedras de nuestra república.
Yo diría que la impronta británica terminó siendo parte de la vida cotidiana. La Inca Kola fue creada por un inglés que vino desde York, el fútbol llegó con el Lima Cricket and Football Club y el Sport Boys Association. Según Aldo Panfichi, hasta 1921 era básicamente un deporte británico pero para el centenario ya era muy popular. Quizá ese fue el regalo más duradero de los británicos al Perú. Sin dejar de lado a héroes como Guise, que fundó la Marina; Miller, sin quien no se podría pensar en las batallas de Junín y Ayacucho; el héroe de la batalla de Zarumilla fue John Hoyle; el primer héroe de la aviación peruana, Jorge Chávez, es bisnieto de Guise y nieto de Dartnell, un cónsul británico en el Perú.
— Además de los clubes…
Claro, el Lima Cricket, el Polo, el Phoenix Club, incluso instituciones aparentemente muy locales como el Club Central de Trujillo que durante 50 años tuvo como presidentes a descendientes de John Hoyle. El Club de Arequipa fue fundado por muchos ingleses. Hay un dicho de que donde hay tres ingleses se funda un club [risas]. Otro caso es el de la Asociación Cultural Peruano Británica, fundada en 1948. Lo mismo con la compañía de bomberos Victoria y la bomba Salvadora Callao.
— ¿El libro busca hacer justicia a esa memoria?
Exactamente. Creo que la misma idea de libertad hizo que los británicos vieran natural todo lo que hicieron.
— Y que nosotros lo olvidáramos...
Cuando Baquedano toma Lima, una delegación de marinos extranjeros fue a hablar con él. En ella estaban Petit Thouars, el almirante italiano Sabrano y el británico J.M. Sterling. Tanto el francés como el italiano tenían un solo buque, mientras que los británicos tenían siete. Entonces, quienes evitaron el incendio de Lima fueron en realidad los británicos, por poder naval. Sin embargo, no hay una calle dedicada a Sterling.
— Además de los británicos ha enfocado su trabajo en los héroes. Cuánto los necesitamos hoy en día, ¿no?
La heroicidad parte por hacer mejor tu vida cotidiana y tu ámbito directo de actuación. No es querer cambiar el mundo, sino hacer un mejor trabajo y estar dispuesto a no sacrificar ciertos principios por circunstancias o conveniencias. Grau enfrentó Angamos como un día más, se preparó con la misma pulcritud de todos sus combates. Nadie se levanta pensando que será héroe ese día. Eso es lo más interesante.
— ¿El momento que vivimos –donde un político es más recordado por los cargos en su contra que por sus obras– se compara con otro en nuestra historia?
Han existido momentos en donde las cosas se pudieron cambiar a pesar de que la lógica decía que no. Pienso en los dos gobiernos tras la Guerra con Chile, ambos controvertidos, pero el Perú pudo dejar de existir después de esa guerra. La gente se unió en torno a las ideas de Cáceres y de Piérola que terminaron provocando un ‘boom’ económico diez años después. Soy un convencido de que si los peruanos nos unimos en torno a ciertas cosas, podemos lograr mucho. Pero eso depende de dejar de lado algunas peleas inútiles. Hay un nivel de politización desproporcionado a los desafíos que tenemos como país, todo está politizado. Un país no se puede desarrollar si la obra pública está politizada.
— Ver hacia el futuro.
En el Hall de los Pasos Perdidos hay un cuadro de Gonzales Gamarra donde están retratados todos los miembros del Congreso Constituyente de 1822. Su único propósito fue sentar las bases de la República y tras ello la mayoría dejó de hacer política. Hoy en día los legisladores se basan en la popularidad mediática, por eso muchas reformas necesarias pero impopulares no se hacen. Tras el último referéndum, sin la variable de la reelección y a tres años del bicentenario, hay una oportunidad histórica de legarnos una serie de reformas que sirva a la siguiente generación, como el Congreso de 1822.
— Se está hablando muy poco del bicentenario.
Uno tiende a pensar en el bicentenario como en el centenario, pero los bicentenarios de nuestros vecinos no han sido así. Hay celebraciones más atomizadas. Creo que tendremos muchos bicentenarios. Desde el lado del Estado, el Ministerio de Cultura está haciendo una labor muy eficiente, pese a las limitaciones que tiene, pero al mismo tiempo debería tocarle la puerta al Ministerio de Economía para que esos fondos se robustezcan.
Mauricio Novoa
Historiador
Tengo 46 años, estudié Derecho en la Universidad de Lima y luego Relaciones Internacionales e Historia y Economía en Cambridge. Estoy casado y tengo cuatro hijas. Fui parte de los primeros Tumis, en 1997, la selección peruana de rugby.