La crisis política que ahora vive el Gobierno Regional de Ayacucho se entiende mejor desde sus entrañas. Alicia Pacheco, actual secretaria general del Sindicato de Trabajadores, ha laborado para esta entidad desde 1988 –cuando se llamaba Organismo de Desarrollo de Ayacucho (ORDE)– y ha visto pasar frente a sus ojos a todas las autoridades que han intentado conducir esta región.
Ella reconoce dos momentos críticos en la historia de esta institución: la época de los despidos de trabajadores durante el gobierno de Alberto Fujimori, y la crisis actual, generada en junio cuando el ex gobernador Wilfredo Oscorima fue sentenciado a cinco años de cárcel y huyó.
Desde su cargo como representante de los trabajadores, Pacheco denunció varias irregularidades en estos últimos años. Y se lo dijo a Oscorima: “Presidente, algún día va a tener problemas por lo que está ocurriendo”.
Fue una de las pocas personas que se atrevieron a encararlo. El gobernador nunca la maltrató ni la amenazó, pero los hostigamientos comenzaron. Un día llamaron por teléfono a Pacheco: “Pide lo que quieras, Oscorima te lo dará, él lo pagará”. Poco después, otra llamada: “Sabemos que tienes hijos…”. Hubo varios intentos por asustarla.
El tercer aviso la preocupó más porque ocurrió en el local donde ella trabaja. En la pared de un baño del gobierno regional, alguien escribió su nombre junto a la hoz y el martillo, insinuando que estaba involucrada con Sendero Luminoso; en Ayacucho una acusación así despierta demasiadas sensibilidades.
“Lo que hay en Ayacucho ahora es un total desgobierno”, opina Pacheco. Esto lo dijo el jueves, minutos después de la frustrada elección del nuevo gobernador regional. La escena ocurrida aquel día durante la sesión del Consejo Regional de Ayacucho resume el caos administrativo que vive esta región.
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