“Tú sigues haciendo tu vida normal sin saber que alguien ha usado tu nombre para sacar una tarjeta con toda la facilidad del mundo, y el banco se lo ha permitido”. Así comienza el testimonio de Delsy Loyola, quien, de casualidad, descubrió que tenía una deuda de más de S/8.000 por una tarjeta de crédito que ella nunca había solicitado.
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El uso de tarjetas de crédito fantasmas es solo una de las diversas modalidades de estafa que surgieron durante la pandemia y han afectado la vida de cientos de personas que se pusieron en contacto con El Comercio y #PasaEnLaCalle en el último año.
Hasta el momento la modalidad que más se ha reportado es la de comunicaciones fraudulentas o ‘phishing’. A través de esta, los delincuentes crean correos o páginas webs falsas mediante las cuales obtienen información de la víctima, como contraseñas y datos sensibles, explica Dilmar Villena, director legal de Hiperderecho.
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Este es el caso del robo de fondos de la AFP y la trampa del correo de Serpost. Ambas formas fueron reportadas en el 2021 y consisten en enviar correos electrónicos para obtener datos y luego vaciar las cuentas bancarias mediante aplicaciones móviles.
“Estas son comunicaciones fraudulentas. Al usuario se le invita a ingresar a un sitio web de una compañía porque se ganó un premio o fue multado. Lo que hacen [los ciberdelincuentes] es inculcarle a la víctima un tipo de urgencia para que esta ingrese sin leer; es decir, por las emociones y no por la razón. Se le da como un castigo a la víctima si no ingresa”, explicó Martina López, investigadora de seguridad informática de ESET Latam.
En Latinoamérica, las comunicaciones fraudulentas, correos electrónicos específicamente, se han triplicado en el 2020, 2021 y 2022, en comparación con el 2019, según ESET Latam.
Otra modalidad de estafa es la del comercio electrónico. Ya sea vendedor o comprador, al momento de recibir el bien o el pago, se ven engañados debido a que la cuenta o el usuario con el que trataban dejó de existir o nunca cumplió con lo acordado.
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Villena agrega que, durante la pandemia, otra estafa muy reportada es la referida a la suplantación de identidad: cuando se crean perfiles falsos con fines delictivos. Por ejemplo, el uso de nombres de agencias de viaje. En el caso de las tarjetas de crédito fantasmas y el del acceso al chip del celular, no se crea una identidad falsa, sino que se usurpa la identidad de una persona real.
Impunidad
La mayoría de las víctimas declararon que sus casos quedaron impunes y la justicia no llegó. López explica que “una de las cosas perjudiciales es el anonimato. Esta es de las mayores causas de estas estafas y acciones cibernéticas”.
Además, Villena indica que lo difícil de estos delitos es lo referido al proceso de investigación. “Muchas veces, en la medida en que se suelen suplantar identidades o se utilizan perfiles falsos, el poder identificar a la persona que comete el delito se torna complicado. Asimismo, ya que son delitos que se pueden realizar a distancia, se debe contar con un aparato judicial que sea capaz de dar cobertura investigativa a gran escala”, sostiene.
En esa línea, muchas de las estafas digitales se hacen desde otros países, como el caso de los brokers fraudulentos. Esto impide que la policía tenga un accionar y detenga a los delincuentes porque no tiene jurisdicción, como por ejemplo en el caso de la estafa de brokers.
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Desde los últimos años, y más aún por la pandemia, muchos servicios públicos y privados migraron al ambito digital. Sin embargo, eso no ha venido en conjunto con políticas educativas en alfabetización y seguridad digital, explica Villena de Hiperderecho.
“Estás políticas deberían incluirse desde ya en las currículas educativas en niveles de educación básica y secundaria. Asimismo, el Estado (desde Gobiernos Locales también) debería impulsar el brindar cursos y capacitaciones gratuitas hacia adultos y adultos mayores para que no sean víctimas de estos delitos y puedan tomar las precauciones necesarias frente a situaciones de riesgo”, sostiene.