Hemos visto miles de veces el mismo juego de gato y ratón, con suspenso, acción y mucha intuición del policía.
Los malos también deben ser inteligentes porque tienen que sembrar pistas falsas y burlar a una fuerza que los excede.
Esos son los ingredientes universales del género policial. Aquí no tendrían que ser distintos pero sí pueden insertarse en una tradición, con hitos y referentes locales. Por ejemplo, “Comando Alfa”, la miniserie que estrenó el lunes la productora Imizu (Frecuencia Latina, 10 p.m.), se cuelga de la dramaturgia del grupo policial de élite, bastante socorrida desde la fama real del GEIN y, alimentada, en la ficción, por el éxito de “La Gran Sangre”.
Pero, a pesar de insertarse cómodamente en el policial local, los ‘Alfa’, padecen ciertas indefiniciones de tono. El realismo de los casos (el primero se basa en el descuartizador de la maleta), con inevitables toques sangrientos, no concuerda con la ligereza de las intervenciones del comando. El bautizo de la novata Stephanie Orúe, con lucha incluida, no provoca ni un moretón. A la acción, con arma blanca o pistola, le falta contundencia.
Miguel Iza es un buen actor ajeno al prototipo del galán. Destaco esa apuesta a contracorriente. En cambio, Karina Jordán repite a la sexy tomba que ya vimos en “La Fuerza Fénix”. Karen Dejo, en una disforzada sensualidad similar a la que Stephanie se ve obligada a trasmitir, se empareja con el detective Lucho Cáceres.
Lucho siempre cumple, pero la mezcla de detectives y policías en el mismo caso, confunde. Más convincentes fueron, en el primer capítulo, el asesino ‘post mórtem’ y su novio.