“¡Está con el alemán, está con el alemán!”, gritaban desesperados los hombres del Gobierno tras escuchar la intervención del premier Aníbal Torres. Y la verdad es que se equivocaban, pues Hitler, como se sabe, era austriaco. Pero la idea se entendía.
Lo que ocurrió durante el Consejo de Ministros celebrado este jueves en Huancayo fue que el jefe del Gabinete hizo una desconcertante exaltación de la figura del ‘Führer’ como supuesto artífice de una conversión de Alemania en “la primera potencia económica del mundo”, gracias a que habría “llenado” el país de autopistas y aeropuertos. La veracidad del aserto, desde luego, fue impugnada de inmediato por personas con un conocimiento mayor que el suyo sobre la materia, pero, en realidad, no era ahí que radicaba el problema. El campo minado en el que se había internado el ministro Torres tenía que ver, más bien, con el elogio implícito que había lanzado a uno de los más grandes asesinos que recuerde la historia: una ofensa a la memoria de las víctimas del nazismo. Y las embajadas de Israel y Alemania se lo hicieron saber rápidamente.
El presidente del Consejo de Ministros, sin embargo, trató de forcejear un poco antes de pedir unas engañosas disculpas.
–Intermedio Karaoke–
Su primera reacción, en efecto, fue tratar de echarles la culpa de su despropósito a las carencias del sistema educativo peruano. “Si tuviéramos una educación de calidad en el Perú, seríamos plenamente conscientes de que no hay ser humano absolutamente bueno ni malo”, sentenció inicialmente, en un intento por presentar a Hitler como un muchachón al que había que saber encontrarle las virtudes. El problema, no obstante, es que ni el embajador de Israel ni el de Alemania habían estudiado por estos lares, así que la percepción que compartían sobre el tirano en cuestión como el instaurador de un régimen de “muerte y terror” o un “dictador fascista y genocida” no podía ser ignorada con la soplada de pluma que el ministro había ensayado.
El premier visitó entonces el viejo tópico del malentendido. “Mencioné el caso de la infraestructura construida en la Alemania nazi a título de ejemplo, pero no hay que malentender las cosas: no es que esté tomando a la Alemania de aquella época o a Hitler como ejemplo a seguir”, balbuceó. Un bonito trabalenguas en el que el uso contradictorio de la palabra “ejemplo” termina liquidándolo. ¿Cómo así lo que se menciona a título de ejemplo no debe ser tomado como ejemplo? No se pierda las contorsiones semánticas que el ministro tendrá que improvisar si es que procura explicarlo…
Derrotado por la inconsistencia de sus argumentos, Torres tuvo que simular por último unas excusas. “Al embajador de Israel, si él cree que lo he ofendido, le pido disculpas”, señaló: una fórmula en la que aquello de “si él cree que lo he ofendido” sirve para neutralizar cualquier asomo de arrepentimiento o humildad que alguien pudiera haber detectado en sus palabras. Vamos, la sensación final que dejó la cháchara desplegada por el premier a lo largo de esa jornada fue la de que él efectivamente está con el alemán. O, bueno, con el austriaco.
Hay que decir, sin embargo, que no fue él la única autoridad gubernamental que sembró inquietud en la ciudadanía con su intervención durante el Consejo de Ministros en Huancayo. La vicepresidente y ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Dina Boluarte, puso también de su parte, pues en cierto momento chapó micro para atacar una muliza (que no tuvo cómo defenderse) que hablaba sobre la ausencia de justicia en la tierra y pedía clemencia al cielo, mientras los confundidos asistentes al evento –que se desarrollaba en un coliseo– se preguntaban si la sesión había entrado en una especie de intermedio Karaoke.
No menos extravagante, por otra parte, fue el paseíllo que acometió alrededor de la mesa central la titular de Trabajo y Promoción del Empleo, Betssy Chávez, a fin de prodigarles a algunos de sus compañeros de Gabinete abrazos que le prestaron a la reunión una atmósfera ‘teletubbie’. Como se ve, aquello fue un concilio de alunados.
En algún rincón de las instalaciones locales del G2, el “Gallo” Zamora debe de estar dándose de cabezazos contra la pared.
–La nave de los necios–
Lo más impresionante de todo es que esta función de la feria de fenómenos en que se ha convertido recientemente el Ejecutivo se produjo solo dos días después del desaguisado de la orden de “inamovilidad social” que nadie obedeció. Como si no hubieran tenido suficiente con el sopapo que recibieron de parte de los limeños el martes, en el Gobierno se esmeraron por demostrar el jueves que la nave del Estado de la que alguna vez habló Arquíloco se ha transformado en la nave de los necios que El Bosco inmortalizó en su pintura.
Así las cosas, los ciudadanos tenemos que darnos por notificados de que esto está por irse a pique y empezar a considerar todas las opciones disponibles. Como, por ejemplo, la de pedir asilo. Ya sea para nosotros mismos o para alguno de los tocados timoneles de esta barca sin brújula ni sextante.
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