En “Las mil y una noches” no entran en el detalle, pero la verdad es que hay genios y genios. Están por un lado aquellos que, como el de Aladino, pueden hacer realidad las apetencias más afiebradas de quienes los invocan; y por otro, los que no pueden cumplir ni sus propios deseos. No todos, además, viven su encierro en lámparas exóticas o relucientes ánforas de cristal. Algunos acaban, más bien, embutidos en toscos recipientes de vidrio y envueltos en restos de sustancias pegajosas que hacen de su espera por la libertad una experiencia ingrata.
Esta semana, en cualquier caso, hemos visto a un auténtico genio en acción. Y ya dirán ustedes a qué categoría pertenece.
—The little ‘merme’—
Nos referimos, por supuesto, al presidente del Congreso, Luis Galarreta, y a su antológica intervención: “Vamos a aprobar una ley para que se saque la publicidad de algunos medios mermeleros”.
No vamos a detenernos aquí a explicar por qué responder de esa manera a la pregunta de un periodista sobre televisores y frigobares en camino a ser adquiridos por el Parlamento constituye un desatino. Ya muchos comentaristas lo han hecho con solvencia durante los últimos días. Nos interesa, en cambio, analizar la reacción al respecto –o más bien la ausencia de ella– de parte de sus compañeros de bancada en Fuerza Popular.
“Preferiría, con todo el respeto a la prensa, que él aclare eso”, ha dicho, por ejemplo, el vicepresidente del Legislativo, Mario Mantilla. Y el vocero de la bancada, Daniel Salaverry, ha recitado algo semejante (“Le corresponderá a él salir y dar las explicaciones del caso”, fueron sus palabras exactas). Por su parte, el presidente de la Comisión de Transportes y Comunicaciones, Roy Ventura, ha musitado: “Creo que lo ha dicho en un momento de calentura”. Mientras que Milagros Salazar, lejos del espíritu de auxilio que caracteriza a las enfermeras, ha apuntado: “Él en su momento dará una explicación y se rectificará si corresponde”.
La pregunta, entonces, es: ¿por qué los parlamentarios de Fuerza Popular, usualmente proclives a sacar la blindada en defensa de cualquiera de sus colegas en aprietos, no parecen ahora dispuestos a hacerlo? Pues, en esta pequeña columna tenemos una teoría.
Ocurre que internarse en el espinoso asunto de los medios ‘mermeleados’ –esto es, pagados por lo bajo para que favorezcan a una opción política o denigren a su competencia– no parece una buena idea para representante alguno del fujimorismo. Galarreta, claro, se estaba refiriendo solo a la pequeña ‘merme’. A la que supone un discreto desembolso aquí para obtener un amable titular allá. Pero la pequeña evoca siempre a la grande, y todos recordamos que, cuando estuvo en el gobierno, el fujimorismo llevó la ‘mermelada’ a su manifestación platónica: creó medios que, en buena cuenta, eran tarros vacíos a la espera de la confitura en cuestión. Nos referimos, desde luego, al caso de los ‘periódicos chicha’ por el que el mismísimo Alberto Fujimori fue llevado a juicio. Y también a los fajos de dinero del Estado con los que Montesinos compró la línea periodística de varios canales. ¡Eso es ‘mermelada’!
Y como desde entonces los herederos políticos del ingeniero se la han pasado tratando de limpiarse del cuerpo los residuos melosos que dejó aquel trasiego, a los que habitan hoy el Congreso no ha de haberles hecho gracia que el genio de ocasión traiga el tema de regreso en una coyuntura tan desventajosa.
El silencio que ha guardado Galarreta sobre este asunto hasta el momento sugiere precisamente que ya se dio cuenta de que nadie en su bancada va a frotar la botella para liberarlo de la torpeza en la que ha quedado atrapado y está tragando saliva.