Que el gobierno o, más concretamente, la señora Heredia y su esposo necesitan un candidato presidencial con posibilidades reales de ganar las próximas elecciones es evidente. No solo lo necesitan para satisfacer la fantasía de que todavía tienen el suficiente poder como para definir situaciones políticas en el país, sino, sobre todo, porque los flancos que van a dejar expuestos al abandonar Palacio prometen ser un festín para cualquier sucesor rencoroso con una mínima capacidad de hacer cuentas. Y si alguna vez pensaron que ese candidato podía ser Daniel Urresti, ya deben haber empezado a reírse de lo locos que estaban cuando eran jóvenes.
Fiestas Patrias adelantadas
Con el juicio que lleva a cuestas, el ex ministro del Interior resulta efectivamente un adecuado exponente pero no un buen candidato del humalismo. Su paseo por las alturas de la intención de voto duró lo que un vuelo en parapente; y desde el aterrizaje forzoso que experimentó tras dejar el gabinete, poco a poco ha tenido que hacerse a la idea de que en los comicios del próximo año no será uno de los protagonistas, sino más bien un actor de reparto. E incluso en ese reparto, es probable que no reciba mucho.
¿Quién podría ser entonces el paladín de Palacio en las justas que se avecinan? Alan y Keiko, que más que la presidencia parecen interesados en disputar quién se dará el gusto de formar la próxima super-mega-comisión, están descartados. Y el postulante de izquierda que todavía no vemos pero en algún momento aparecerá para tratar de capitalizar el 31% que obtuvo Humala en las primeras vueltas del 2006 y el 2011, también: ningún enemigo es tan enconado como el que se gana a fuerza de traiciones.
Más por eliminación que por la detección de afinidades ideológicas, llegamos entonces a Kuczynski, que va segundo en las encuestas y en Facebook ya es presidente. Los más suspicaces, sin embargo, sugieren que algunos síntomas en su conducta política reciente confirmarían desde ya ese entendimiento.
Mencionan, en primer lugar, la virtual contratación de Luis Favre, un viejo compañero de aventuras políticas de los Humala-Heredia, como estratega de comunicación en el equipo de Peruanos Por el Kambio, así como la posibilidad de que Blanca Rosales, actual jefa de comunicaciones de la PCM, venga como yapa. Y en segundo término, destacan los esfuerzos de Kuczynski por sustraer a la primera dama de las investigaciones de la comisión Belaunde Lossio en el Congreso.
En últimos días, en efecto, PPK ha desplegado dos veces su escudo del Capitán América delante de Nadine, utilizando un discurso curiosamente similar al suyo para descalificar la pesquisa parlamentaria. “El Congreso está para legislar e investigar a expresidentes de la República y a exministros; ella no es ni expresidente ni exministro y el Congreso no tiene nada que ver ahí”, dijo, por ejemplo, esta semana en su afán de que sean solo las instancias judiciales las que se ocupen de la señora. Y cuentan que en Palacio alguien pensó por un momento en adelantar la celebración de Fiestas Patrias para hoy, 4 de julio.
Giro juvenil
Pero si bien es claro qué ganaría el gobierno acercándose a Kuczynski, no se entiende qué provecho sacaría este de arrimarse al oficialismo. Sus problemas de la elección pasada -la edad y la nacionalidad estadounidense- solo se han agravado para este nuevo proceso, pues ahora tiene cinco años más y la mojiganga de ‘ahorita devuelvo el pasaporte’ ya no se la cree ni el PPKuy. Y tratar de bloquear el escudriñamiento de los movimientos financieros de la primera dama por parte del Parlamento no lo va ayudar a solucionar ninguno de ellos.
Debería, entonces, intentar por esta vez incorporarse a la oposición. Total, si bien eso no cambia lo que dicen los papeles, ensayar algo nuevo siempre rejuvenece.