Gabriela Olortegui

Es un hecho que la pública en el Perú es precaria y de baja calidad. Para enfrentar esta cruda realidad y solucionar esta problemática, se han planteado, a través de los años, diversas alternativas de solución.

Y es en esta situación que surgen preguntas como: ¿Cuál es el adecuado plan de acción? ¿Qué debemos hacer primero? ¿De qué manera se soluciona este problema? Sé que las respuestas no son sencillas de formular, pues existen muchos factores por tomar en cuenta. Uno de los más resaltantes es el factor humano, es decir, el papel de los docentes.

La mayor parte de los esfuerzos y trabajos articulados del sector educativo se concreta en la práctica del profesor dentro del aula. Un buen docente debe ser capaz de cumplir el objetivo máximo de la educación: generar aprendizajes en sus estudiantes.

Para hacerlo posible, se requiere mucho más que solo motivación o vocación. Se necesita que el docente conozca y domine las diversas estrategias y metodologías pedagógicas, que sepa utilizar los recursos y las características del entorno para presentar una propuesta significativa, que se forme en un ambiente altamente competitivo que mejore su perfil profesional, que sea capacitado y evaluado de manera constante y que tenga una mente curiosa.

También hay que darle prestigio a la profesión. Para ello, la debe ser una carrera que demande requisitos específicos y que no sea considerada una de las carreras “fáciles”; por el contrario, debe contar con una determinada demanda académica, ser justamente remunerada, y los profesores deben estar en constante actualización y evaluación. En general, se debe elevar el estándar de la calidad profesional. Nada de esto será posible si no existe la voluntad política para dirigir estos cambios.

Conociendo la importancia de contar con buenos docentes, comprendamos la urgente necesidad de buscar constantemente la mejora de la educación en nuestro país.

Gabriela Olortegui es estudiante de Educación en la Universidad Peruana Cayetano Heredia

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