La democracia es un ideal que parece escapar de nuestras manos, más aún en sociedades como la peruana, en la que las desigualdades históricas y estructurales dificultan la consolidación de un sistema verdaderamente democrático.

El sufragio en el Perú comenzó como un derecho profundamente elitista y excluyente en el siglo XIX. Solo alrededor del 5% de los peruanos tenía derechos políticos plenos. El avance hacia un sufragio más amplio y equitativo fue gradual. Sin embargo, no ha sido suficiente para vivir plenamente en democracia. Es necesario que existan instituciones sólidas, participación ciudadana constante, transparencia en la gestión pública y un sistema que promueva la igualdad de oportunidades.

Actualmente, el 80% de los ciudadanos no sabe por quién votar en las próximas elecciones, lo que refleja una profunda crisis de confianza en los partidos y candidatos.

La afirmación de que la democracia es una utopía no es descabellada si consideramos que el proyecto republicano iniciado hace más de dos siglos aún no ha alcanzado plenamente sus objetivos iniciales.

La democracia en el Perú sigue siendo una obra en construcción, pero también un proyecto que no debemos abandonar. El sufragio es solo un componente de este sistema; la democracia requiere de instituciones fuertes, ciudadanos responsables y liderazgos comprometidos.

Cumplamos con nuestras normas, fortalezcamos nuestras instituciones y elijamos líderes que reflejen los valores democráticos que deseamos ver en nuestra sociedad. Solo así podremos hacer realidad el sueño de una democracia auténtica.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

José Manuel Aroste Hurtado es estudiante de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Católica Sedes Sapientiae

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