Rolando Arellano C.

Más que los clásicos regalos de Navidad, los ciudadanos podemos ayudar a enfrentar la violencia de estos días de una manera simple, pero poderosa: dejando de apoyar al terrorismo. Veamos.

¿Qué buscan los ? Buscan infundir terror; es decir, “miedo muy intenso”, según la Real Academia de la lengua Española (RAE). Saben que sus armas, piedras, gasolina o bombas son muy peligrosas, pero, siendo pocos, quieren que el miedo se multiplique a muchas más personas de las que podrían lesionar físicamente. Así, saqueando unas tiendas en Ica o en Ayacucho, pretenden que millones de personas en Lima, Piura, Huancayo o Tacna se aterroricen, pensando en que eso les podría ocurrir.

¿De qué manera los apoyamos? Lo hacemos cada vez que difundimos sus agresiones, pues multiplicamos su efecto. Así, sin quererlo, nos convertimos en aliados de los terroristas no por tirar piedras con ellos, sino por difundir indiscriminadamente sus noticias en los medios de comunicación o en las redes sociales.

¿No se debería entonces informar sobre las agresiones y desmanes? Se debe informar, pero cuando las mismas imágenes negativas, por ejemplo, la de un taxista ante su coche en llamas, se trasmiten una y otra vez, dejan de ser datos útiles y se vuelven una tortura psicológica. Justamente lo que el terrorista desea conseguir.

¿Y por qué esa información intensa sería peligrosa para la sociedad? Porque apoya un objetivo ilegítimo. La RAE define ‘terrorismo’ como “forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar a los adversarios o a la población en general”. En otras palabras, quien difunde sin criterio los actos de los terroristas los apoya en su atentado contra la democracia.

Por lo anterior, hoy que el regalo más deseado es la , aportemos para que esta ocurra. Primero, mostrémosles a los medios que apreciamos su información, pero no el bombardeo de violencia que la acompaña. Segundo, apoyemos a los buenos comunicadores que no explotan el morbo y hagámosles ver a los otros que esperamos que cambien. Pero, sobre todo, evitemos nosotros ser la caja de resonancia del terror al difundir indiscriminadamente sus noticias.

Si actuamos así, regalaremos paz a nuestros familiares, amigos y contactos de las redes sociales y, a través de ellos, a la inmensa mayoría de peruanos de buena voluntad. Y, si difundimos bien el mensaje, evitaremos además que cientos de jóvenes que quizás exigen reivindicaciones válidas se sumen a la violencia y expongan sus vidas creyendo que esas agresiones tienen gran apoyo popular. Les deseo una Navidad sin miedo y con mucha paz.

Rolando Arellano C. es doctor en Marketing Cuantitativo

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