Y uno de esos varios días en los que me sentía abrumado por no poder controlar tantas cosas que pueden afectar a mi familia... escuché que mis hijos cantaban “ayayay, qué bonita es esta vidaaaaa”, y me di cuenta de que, a pesar de todo lo que estamos pasando, es posible que para nuestros hijos la vida aún siga siendo de algún modo bella.
Me viene a la mente de inmediato el rol de Guido, papá de Josué en la película “La vida es bella”, quien intentaba hacerle creer a su hijo que no estaban encerrados en un campo de concentración nazi, sino que estaban allí voluntariamente en medio de un juego, en el que debían ganar 1.000 puntos con varios trabajos para poder llevarse el carro-tanque a casa.
No recuerdo la película como un intento de engañar al niño, sino como un esfuerzo de un padre por darle a su hijo una estructura que lo haga sentir más seguro. Finalmente, darle estructura a los niños, como explica el psicólogo Daniel Dreifuss, es hacerlos sentir más queridos y seguros.
Para lograr ese propósito, en medio de esta pandemia, los padres necesitamos hacer muchas cosas que antes no hacíamos: acompañar a los niños como asistentes de docencia en su ahora colegio virtual; responder pacientemente sus preguntas sobre esta abrumadora crisis, de manera que reciban solo aquella información que puedan procesar a su edad; y jugar más que nunca con ellos para suplir de alguna manera el rol que cumplían sus pares en el colegio. Además de preocuparnos por producir en medio de una recesión, etc… y no contagiarnos.
La buena noticia es que los niños son los menos expuestos a ver su salud afectada por el virus, y que su cerebro es mucho más plástico que el nuestro (está más abierto a los cambios). De manera que ellos están en mejor capacidad que los adultos para adaptarse a los nuevos entornos (Leisman, 2011).
Para darles esa estructura, los padres necesitamos –ante todo– encontrar el equilibrio emocional necesario, un reto nada fácil pero que debemos buscar. Cada uno a su manera.
Aún no hay cómo escapar de este virus, y todo lo que podemos hacer es ganar tiempo para sobrevivir. Tiempo para que no se saturen las UCI, tiempo para que baje el R de contagios, tiempo para que haya un tratamiento, tiempo para que haya una vacuna. Tiempo.
Tras cinco años como columnista, primero en otro diario y después en este, hoy he decidido hacer una pausa que me permita concentrarme en encontrar ese equilibrio que necesito para poder darle a mis hijos la estructura que requieren.
Mi más sincero agradecimiento a Juan José Garrido por la oportunidad que me ha dado de transmitirles a ustedes mis ideas. Espero haber aportado a lograr una sociedad más libre y empática. Nos vemos pronto.