Así como nuestros estudiantes tienen problemas de comprensión de lectura, algunos ciudadanos entendemos mal las muchas cifras de la economía y de las encuestas que recibimos todos los días. Evitarlo podría ayudarnos a tomar mejores decisiones.
Un caso muy frecuente de mala interpretación de las cifras en nuestros días es el de la desaceleración económica. Pídale, usted señor lector, a algún amigo que le muestre con un gesto cómo está yendo el producto bruto interno (PBI). Lo más probable es que con la mano haga un movimiento de arriba hacia abajo, como un avión descendiendo. Gran error, pues las cifras de desaceleración, de 5% a 4% y quizá a menos, dicen que estamos creciendo más lento pero no cayendo; que el avión no está en descenso sino elevándose más despacio.
En el mismo contexto, deberíamos analizar mejor qué significan los porcentajes de crecimiento de la economía y las empresas. Si el año pasado vendí un millón y este año solo 900 mil, tendré una caída de 10% en ventas, pero si al año próximo vendo 990 mil, mi crecimiento será un “espectacular” 10%, aunque no llegue siquiera a la cifra de hace dos años. Y así como los “rebotes” son engañosos, pasa lo mismo con el crecimiento de menos de 4% previsto para este año, que es decepcionante, pero que con la misma lógica no debiéramos olvidar que en valor absoluto (pues la economía continuó creciendo) es similar al 5% o 6% de algunos años atrás.
Y deberíamos también considerar mejor los promedios, pues ellos pueden resultar de grandes variaciones en los datos internos. Si la economía crece 4%, eso no significa que todos crecemos a ese ritmo, sino que quizá unos crecen 0% y otros 8%. Si estamos en los de 0%, convendría averiguar quiénes están creciendo 8%, para imitarlos. Y podría ser que las cifras de preferencia de mi marca, como las que se presentan hoy en este Diario, resulten de un promedio que comprende a mucha gente que no me interesa como cliente y a otra que sí es cliente potencial importante para mí. Los datos globales deben ser analizados cuidadosamente antes de alegrarse o deprimirse.
En otros terrenos, a veces cometemos el error de entender las encuestas en función de una parte y no del total de la población implicada. Así cuando nos escandalizamos al leer que “70% está en contra del proyecto XX”, olvidamos a veces ver el dato de que ese porcentaje se refiere solo a quienes están enterados del proyecto (que podrían ser 50% de esa población). Es entonces el 35% de la gente (el 70% del 50%) que se opone realmente, mientras que el 50% que no se pronuncia quizá no lo hace porque no se siente afectada o no le interesa el tema. No deberíamos considerarlos neutros antes de probarlo.
Y como ejemplo para variar recordemos las noticias que a veces llegan de la bolsa diciendo que hay muchas transacciones, pues “todo el mundo está vendiendo”. Olvidamos allí una regla básica de la economía, y de la matemática, que para que se dé una venta tiene que haber una compra. Si “todo el mundo vende”, entonces “alguien” está comprando. ¿Será que ese alguien ve en esas cifras una oportunidad que la mayoría no entiende?
¿No le convencen estos comentarios? Salga y hágale la prueba del avioncito del crecimiento a la persona que está su lado.