Rolando Arellano C.

Si le pedimos a cualquier adolescente un resumen de la del , probablemente nos hable de grandes derrotas, oportunidades truncas y mártires en causas perdidas. Por el bien de todas las generaciones, debemos cambiar ese relato. Veamos.

El resumen quizá diría “descendemos del débil imperio de los incas, que fue conquistado por Pizarro y 13 españoles ignorantes, que luego se llevaron todo nuestro oro, ¡ojalá hubieran sido los ingleses! Felizmente, Bolívar y San Martín vinieron a darnos la independencia, pero luego nuestros malos gobiernos nos hicieron perder la guerra con Chile, donde surgieron los héroes más recordados. A partir de allí, no ocurrió nada bueno”.

El joven olvida así la grandeza de las culturas preíncas y que el imperio incaico fue más grande que el de Carlos V; que Pizarro venció con la ayuda de miles de indígenas y que la resistencia de varios decenios acabó en gran parte por la gripe y la viruela traídas por los europeos. Ignora que los conquistados por Inglaterra terminaron como esclavos o en reservaciones, y no en un mestizaje como el de Hispanoamérica. Y si recuerda a los extranjeros, no piensa en los peruanos próceres o libertadores como Túpac Amaru o José Andrés Rázuri. Además, reconociendo con justeza a los héroes mártires de la Guerra del Pacífico, descuida a los que vencieron, como Andrés A. Cáceres y a quienes ganaron otras guerras, como el mariscal Eloy Ureta, con el Ecuador en 1941.

Para él, nuestra historia es solo de militares, desconociendo a los civiles que han formado nuestra cultura, como don Felipe Guamán Poma, Ricardo Palma o Julio C. Tello. Peor aún, omite a las grandes mujeres, eje del desarrollo nacional, entre ellas a las capullanas, a Mama Ocllo y sus hermanas, a doña Josefa Tito Condemayta y a contemporáneas como María Rostworowski y Ruth Shady.

¿Será eso falta de los historiadores? Para nada, pues hay cientos de estudios sobre otros héroes mujeres, militares y civiles. ¿Entonces lo será de los profesores? Tampoco, porque ellos transmiten lo que les mandan los programas de estudio. ¿Será culpa de las autoridades? En parte, pero ellas son ciudadanas que tal vez harían el mismo resumen que el adolescente y que, reconozcámoslo, también hubiéramos hecho usted o yo.

¿Y por qué eso es malo para todos? Porque nadie, en especial los más jóvenes y más aún las niñas, se querrá identificar, ni esforzarse, por una nación que recuerda más sus derrotas que sus triunfos, y que se olvida de sus intelectuales y de sus fuertes mujeres. “El único deber que tenemos con la historia es reescribirla”, dijo Oscar Wilde; por el bien de las generaciones actuales y futuras, debemos empezar cuanto antes. Feliz 28 de Julio.



*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Rolando Arellano C. es CEO Arellano Consultoría para Crecer

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