Sabíamos que este Congreso era especialista en autogoles, pero no que también lo fuera regalándole la pelota al presidente para que les metiera un golazo. Porque eso es lo que hará Martín Vizcarra cuando cumpla con observar la ley que aprobó el Parlamento esta semana que crea el delito de financiamiento ilegal de campañas políticas con el fin de aliviar el futuro judicial de todos los ex candidatos acusados de haber recibido dinero de empresas (no solo de Odebrecht, ojo) o de origen ilícito (contrabando, minería ilegal o narcotráfico, por citar los más frecuentes) y no haberlo declarado como debían. La norma evitaría que tesoreros y candidatos puedan ser investigados por lavado de activos, acortando así los plazos para la investigación fiscal y aliviando las penas en caso resulten culpables. Ocurrió el miércoles 5, en el que sería el último pleno de este año, sin segunda votación y cuando el propio titular del Legislativo, Daniel Salaverry, había descartado en entrevista con este Diario que dicha ley fuera a aprobarse de forma intempestiva.
Es decir, prometieron un amplio debate pero la impusieron al caballazo. Y con votos de Peruanos por el Kambio e independientes “blindados” por la mayoría, así que no solo hablemos de componenda fujiaprista. Vizcarra la observará, el Parlamento insistirá aprobándola, pero el triunfo político será del mandatario, montado astutamente sobre el caballito de la lucha anticorrupción. Cuando más se necesita que Vizcarra gobierne, el Congreso le regala otra bandera que lo acerca a las mayorías.
Otro caso flagrante ha sido el impuesto selectivo a los casinos y tragamonedas, norma aprobada por el Gobierno y rechazada desde el Legislativo. Pese a que existirían argumentos técnicos a favor de revisar la ley (aunque otra comisión, Economía, apoyó la posición del Ejecutivo y del MEF), la manera como el fujimorista Miguel Torres manejó este tema no solo ha sido la peor sino que refuerza la idea de un exitoso lobby con aval político. La cereza del pastel ha sido el protagonismo de Torres, dado que el estudio jurídico de su familia patrocina a varias empresas del ramo. De nada sirve alegar que aquel se desligó tiempo atrás del estudio. Nuevamente el Ejecutivo insistirá políticamente y ganará la partida.
Más allá de quienes ganen o pierdan con el referéndum del domingo, el Congreso afronta su peor hora. Una mayoría sin liderazgo, con una Keiko Fujimori dedicada en cuerpo y alma a sus cuitas judiciales, perdiendo adeptos y sin mirar fuera de su celda, se ve reducida a una simple comparsa del Apra. Todo esto aumenta la incertidumbre acerca de lo que el 2019 pueda representar para el país y su desarrollo. Tremendo embrollo.