Debemos felicitar al economista Efraín González de Olarte por el éxito provocador de su estudio del Perú titulado “Una economía incompleta”. Mi reacción, al menos, fue inmediata. Como quien se lanza a buscar pokemones, salí a las calles (digitales) para buscar la economía completa que, se deduce, debe existir en algún lado y que nos serviría de ejemplo para lograr lo que nos estaría faltando.
Este ejercicio de búsqueda contaba con respetable precedente. El distinguido profesor Kindleberger del MIT, pionero de los estudios del desarrollo económico, describió así el proceder de las primeras misiones de expertos enviadas por el Banco Mundial a los países pobres. “En esencia –escribió–, la misión aterrizaba en algún país llevando en la cabeza la imagen de cómo es un país desarrollado. Luego, observaban las métricas del país que visitaban, restaban estas de las primeras, y la diferencia era el plan”. O sea, trabajo de sastre.
El proceder de muchas madres, preocupadas por el poco desarrollo físico de sus hijos, es similar. Observando la poca estatura de su niño, recurren a ejercicios y aparatos para estirarlo. La revista “Popular Mechanics”, en noviembre de 1946, publicitó un manual de estiramientos titulado “Secretos de la estatura humana”. Ciertamente, en esa época pocas personas recibían instrucción en los elementos de la biología. Hoy, sabemos más de las leyes del cuerpo humano, habiendo aprendido que el crecimiento de un cuerpo orgánico depende más de la buena alimentación, cuidado de la salud y ejercicio físico que de aparatos para estirar el cuerpo. Pero inconscientemente, cuando pasamos del desarrollo de un individuo al de una colectividad, regresamos a las leyes de la física, apelando a los “estiramientos” en vez de confiar en la buena alimentación y salud de un cuerpo orgánico.
Regresando a nuestros pokemones, ¿cuales fueron mis pistas para ubicar la economía perfecta? La estadística más asociada al éxito económico es el grado de industrialización, y el argumento más frecuente para afirmar que somos una economía incompleta es que la industria peruana produce apenas 15% del PBI. Sin embargo, con ese criterio me resultó difícil encontrar una economía completa. El candidato obvio, Estados Unidos, registra un magro 15% de industria y sería entonces tan incompleto como nosotros. Luego miré al club del Primer Mundo, la OCDE, donde buscamos ser admitidos, comprometiéndonos a sus estándares de economía y gobernanza. Pero resulta que nuestra industrialización de 15% ya los ha igualado. Incluso hemos superado a muchos de sus miembros, como el 11% de Gran Bretaña, Canadá y Francia. También hemos superado el 12% de Brasil, Chile y Colombia. Dos grandes excepciones son China y Corea del Sur, ambos con 30%, pero en China sigue existiendo gran pobreza, y sería debatible afirmar que es una economía completa.
Otra métrica que se asocia a la falta de desarrollo es la de las importaciones, que en el Perú llegan a ser nada menos que 24% del PBI. No obstante, esta pista tampoco parece llevarnos a economías más completas. La OCDE, con 28% de importaciones, registra una mayor dependencia que nosotros, y en algunos países de alto desarrollo, como Holanda y Bélgica, la cifra llega a 70% u 80%. La búsqueda de la economía completa está resultando más difícil que la del pokemón.